Valora a las personas por como te tratan, no por sus creencias

Valora a las personas por como te tratan, no por sus creencias
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 02 marzo, 2022

En esta sociedad en la que parece que, si no estas conmigo estás contra mí, es importante valorar a las personas por su trato más que por sus creencias. Al fin y al cabo, una creencia es un estado de la mente en el que suponemos verdadero el conocimiento o la experiencia que tenemos acerca de un suceso u objeto.

Las creencias describen el contenido educativo y cultural de las personas, en cambio la forma de tratar a los demás muestra algo más personal, la capacidad de empatía. Como tratamos a los demás, dice mucho de nosotros mismos.

La empatía es la capacidad de percibir lo que otro ser puede sentir poniéndonos en sus condiciones y adoptando su escala de prioridades. Esta puede dividirse en afectiva y cognitiva. La empatía afectiva, es la capacidad de responder con un sentimiento adecuado a los estados mentales de otro. Por su parte, la empatía cognitiva es la capacidad de comprender el punto de vista o estado mental de otro.

Las personas empáticas consiguen que los demás se sientan comprendidos, escuchados y emocionalmente recogidos. Desde un punto de vista psicológico, en los vínculos afectivos que formamos es más determinante cómo nos relacionamos con los demás que las creencias que atesoremos.

“La creencia es involuntaria; nada involuntario es meritorio o condenable. Un hombre no puede ser considerado mejor o peor por su creencia”

-Percy Bysshe Shelley-

¿Por qué necesitamos hacernos una impresión de los demás?

Toda la información que recibimos y la forma en la que organizamos el mundo pasa por nuestro filtro perceptivo. La interpretación que hacemos de la realidad que nos rodea es fruto de nuestro bagaje personal en forma de expectativas, emociones, necesidades, valores.

La percepción de los demás es el proceso a través del cual pretendemos conocer y comprender a otras personas. Se refiere a cómo percibimos a los otros y sigue los mismos principios que la percepción que hacemos de nosotros mismos. El autoconcepto está ligado íntimamente a la percepción de los demás, porque en parte aprendemos cómo somos por la percepción que tenemos de la reacción de los demás.

Personas abrazándose

Necesitamos categorizar a los demás en esquemas o grupos, en forma de guía para poder orientarnos. Esta evaluación tiene que ver con la evolución de nuestra especie y es un recurso adaptativo. Necesitamos hacernos una impresión sobre los demás para adaptar así nuestra reacción. Necesitamos información para valorar si nos tenemos que mostrar cercanos, alejarnos lo máximo posible o mostrar indiferencia.

“El regalo más preciado que podemos dar a otros es nuestra presencia. Cuando nuestra atención plena abraza a los que amamos, florecen como flores”

-Thich Nhat Hanh-

Personas que hacen más fácil nuestro mundo

Rodéate de gente que te haga más fácil la vida. Las personas de trato agradable y que nos hacen sentir apreciados comparten una serie de características. Son afables, nobles, cariñosas, respetuosas y les gusta escuchar a los demás. Todo lo contrario hacen las personas que no respetaran nuestra forma de vida, nuestras decisiones y nuestra manera de ver el mundo.

Pensemos, ¿es preferible estar rodeados de bordes, soberbios y prepotentes que piensan igual que nosotros o de personas amables, cariñosas y que nos cuidan, aunque no compartan varias de nuestras creencias?

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Cada quien tendrá su opinión, pero está demostrado que rodearte de personas empáticas nos ayuda a afrontar de manera más optimista nuestro día a día ya que contar con ellas ya es en sí un gran motivo para este optimismo. No olvidemos que una creencia es una manera de interpretar la realidad, no la única. Son múltiples los beneficios de rodearte de personas por su manera de relacionarse y apreciar a los demás y no exclusivamente por sus creencias, aparte de enriquecernos con otras culturas y opiniones.

Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir lo bueno que se ha ido atesorando en su vida


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