La sombra de la vejez llega cuando apagamos la luz de la curiosidad
La auténtica vejez entra en escena cuando nos adelanta una sombra muy concreta: la del desánimo y la obsesión por el paso del tiempo. Quizá, por ello, llega un momento en que nos damos cuenta de que cumplir años es inevitable, pero envejecer de corazón es opcional, algo para lo que no deseamos estar preparados.
Ahora bien, más allá de nuestra buena actitud ante el paso del tiempo, todos sabemos que envejecer físicamente no es lo más agrdable del proceso de maduración. Los años duelen en los huesos, en las articulaciones y a veces hasta en el alma cuando la persona mayor debe asumir la pérdida de un cónyuge u otro familiar. Llegar al otoño de nuestro ciclo vital supone sin duda tener que aunar otro tipo de fortalezas para las que hemos de prepararnos poco a poco.
“Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría, y uno de los capítulos más difíciles del arte de vivir”
-Herman Melville-
Helen Kivnick, psicóloga social de la Universidad de Michigan y experta en promover un envejecimiento saludable, nos indica que la vejez de ahora ya no es como la de antes. Vivimos en una sociedad donde el sector de la tercera edad ha adquirido ya una gran relevancia dentro de nuestra pirámide poblacional. Ahora bien, estos “jóvenes de edades maduras” son muy activos, tienen un papel relevante en nuestros entornos y viven esta etapa de un modo muy fructífero.
A menudo, suele decirse aquello de envejecer es la obra maestra de la vida, y aunque muchos lo hagan del mejor modo y nos sirvan de maravillosa inspiración, hay quien se niega aún a aceptar el paso del tiempo. De hecho, y esto es posible que no todos lo sepan, nada nos envejece más que pensar obsesivamente en que nos hacemos viejos.
Te proponemos reflexionar sobre ello.
La sombra del paso del tiempo
Susan Sontag fue durante mucho tiempo la voz crítica de la conciencia de Estados Unidos. Ensayista, escritora, directora de cine y guionista se alzó durante varias décadas con la clarividencia de quien sabe que debe sacar a la luz aquello que habitaba en las sombras de un país. Tras su muerte en el 2004, su hijo y su pareja, la fotógrafa Annie Leibovitz, publicaron una serie de evocadoras imágenes de archivo donde Sontag decía con emoción que “adoraba estar viva”.
Tal y como ella misma reflejó en varios de sus libros, el auténtico miedo a envejecer nace cuando uno se da cuenta de que no lleva la vida que de verdad desea. Es ahí donde surge la auténtica sombra: la de ser consciente de que estamos usando mal el presente. A pesar de que los etólogos nos indican aquello de que cada generación suele afrontar de un modo diferente la vejez en base al contexto social y económico que le toca vivir, hay una serie de hechos que siempre vertebran ese envejecimiento poco armónico e insatisfactorio.
La importancia de nuestra salud psicosocial
Dentro de la terapia del ciclo de la vida se habla sobre todo de la necesidad de atender la salud psicosocial de las personas para garantizar un envejecimiento más digno, feliz. Este enfoque nos permitiría sin duda abordar esa insatisfacción de la que hablaba Susan Sontag: la sensación de haber desperdiciado la propia juventud y de proyectar un profundo malestar en el presente. Una desconexión capaz de derivar a la persona en el aislamiento más profundo y, por supuesto, en la depresión.
Los problemas de salud psicosocial se abordan desde diferentes áreas. Algunas de ellas son, por ejemplo, el abordaje de la frustración, el control de impulsos, mejorar la adaptación e integración de la persona a su contexto social y a su vez, ofrecer adecuadas estrategias de gestión emocional.
“Quien conserva la capacidad de ver la belleza nunca envejece”
-Franz Kafka-
Más allá de ver estas estrategias como herramientas puntuales con las que trabajar en ancianos que sufren de aislamiento o fragilidad emocional, son áreas en las que invertir cada día sea cual sea nuestra edad. Porque envejecer es al fin y al cabo como escalar una montaña. Tarde o temprano nos damos cuenta de que nos faltan las fuerzas.
Sin embargo, solo quien llega a la cima con la mente clara y el corazón sabio, dispone de una mirada más amplia, libre y serena para ver las bellezas que esconde la vida.
Claves para mantener un corazón siempre joven
Según nos explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) las estimaciones de envejecimiento de la población nos sugieren ya un auténtico desafío. Se estima que para el 2050 nuestro planeta tenga cerca de 2000 millones de personas adultas. La esperanza de vida es mucho mayor y, por tanto, uno de los propósitos para todo el sector sanitario, asistencial, cultural y de servicios es garantizar una vejez digna y satisfactoria.
Ahora bien, más allá de los organismos sociales de nuestros entornos, afrontar el paso del tiempo es un aspecto muy personal. Somos nosotros, quienes con adecuados recursos psicológicos y emocionales hemos de afrontar esta nueva etapa de nuestra vida. Estas serían algunas claves sencillas.
- Entiende que la sombra de la vejez llega cuando uno deja de aprender, cuando apaga su curiosidad y vive más de recuerdos que de sueños. No es lo adecuado.
- Nunca abras los ojos al nuevo día sin un proyecto que cumplir, sin un objetivo que asumir o sin una tarea gratificante en la que invertir tu tiempo.
- No te quedes en casa: participa de la vida social, de las amistades, de los paseos, los viajes, las risas, los bailes…
Vive el presente con la intensidad que te deje tu cuerpo, pero no olvides nunca atenderlo, mimarlo, seguir el ritmo que él te permita, pero al compás de esa música que nunca falta en los corazones jóvenes.
Imágenes cortesía Des Brophy