Venciendo los retos de la comunicación con tus hijos
Se supone que los padres deben ser los principales guías y consejeros de los niños. Pero es difícil orientarles cuando no sabemos qué les está sucediendo. La comunicación con tus hijos es vital, pues refuerza vuestro vínculo y forja una confianza necesaria para acompañarles adecuadamente en el camino de su vida. Sin embargo, no siempre es sencillo lograr un intercambio de opiniones sincero y constructivo.
Las prisas diarias, infravalorar los problemas de los pequeños, o la irresistible tendencia a decirles lo que tienen que hacer son algunos de los principales obstáculos que se interponen entre nosotros y nuestros vástagos. No obstante, con paciencia, conciencia y dedicación podremos establecer un canal de comunicación positivo con ellos.
¿Qué factores dificultan la comunicación con tus hijos?
La falta de tiempo
¿Sientes que tu pequeño no te cuenta lo que ocurre en su día a día?. Tal vez no encuentre el momento adecuado. Muchas veces cuando los niños tratan de hacernos partícipes de su rutina cotidiana no expresamos el suficiente interés. Pues, generalmente, estamos inmersos en obligaciones y quehaceres diarios que no pueden esperar. Sin embargo, nuestra actitud puede hacer pensar al niño que sus padres están tan ocupados que no debe molestarlos con sus problemas.
Por ello es importante que hagamos un esfuerzo para crear ese espacio seguro de comunicación. No siempre podremos dejar todo lo que estemos haciendo para escuchar al infante, pero hemos de asegurarnos de transmitirle que verdaderamente nos importa lo que tiene que decir. Y establecer un tiempo cada día para compartir una charla.
Puede ser durante la hora de la comida. O quizá prefieras dedicar unos minutos antes de dormir para conversar con tu pequeño sobre su vida, sus anécdotas y preocupaciones. Simplemente asegúrate de que, cada día, sepa que cuenta con un espacio en el que tus cinco sentidos estarán puestos en él.
Escuchar y validar en la comunicación con tus hijos
Cuando un niño empieza a contarnos algo, es muy frecuente que surjan en nosotros dos reacciones automáticas. Por un lado, restar importancia a su problema; y, por el otro, interrumpir y opinar antes de que termine. Cuando hablemos con nuestro hijo es importante que seamos capaces de escuchar, activamente y hasta el final.
No interrumpas su discurso, aunque se trabe y parezca que nunca vaya a terminar una sencilla frase. Permite que se exprese, está aprendiendo. Cuando termine, realiza preguntas abiertas para conocer más detalles sobre el tema y demostrar tu interés.
Y, ¿qué hacer si tu niño te revela algún punto de vista inquietante o confiesa que ha hecho algo que desconocías?. Trata de controlar tu reacción inicial. Seguramente sentirás el impulso de reprocharle su mala conducta, pero si respondes de forma exagerada, podrías estar cerrando la puerta para conversaciones futura. Recuerda que el instinto natural de los hijos es agradar a sus padres, por lo que si cree que te va a enfadar, lo más probable es que se quede callado.
Entonces, escucha primero y trata de ponerte en su piel. Más tardes podrás explicarle calmadamente lo inadecuado de sus actos. Pero intenta que tu reacción inicial sea de acogida y aceptación incondicional, que tu hijo te perciba como un lugar seguro.
Yo te diré lo que tienes que hacer…
Cuando tu hijo viene a ti con un problema, puedes sentir la tentación de decirle cuál fue su fallo y qué es lo que tiene que hacer para arreglarlo. Sin embargo, esta conducta tiene un escaso valor educativo. Así el niño no desarrolla su capacidad crítica ni sus habilidades de resolución de problemas. Únicamente entiende que tú tienes las respuestas y él no, ¿cómo fortifica eso su autoestima?.
En su lugar, trata de conversar con él y ayúdale a plantearse qué pudo causar el problema, y cuáles podrían ser algunas soluciones. Así el niño será parte del proceso de resolución. Desarrollará importantes habilidades y mejorará su autoimagen y la confianza que tiene en sí mismo, pues verá que él es capaz de hallar soluciones.
Tal vez pienses que tu hijo aún es pequeño para grandes y profundas conversaciones. Y que es inútil llevar a cabo estos diálogos. No obstante lo estarás ayudando enormemente en su desarrollo emocional y estarás forjando un vínculo de confianza que será muy beneficioso a medida que vaya creciendo.
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- Laporte, D. (2006). Autoimagen, autoestima y socialización: guía práctica con niños de 0 a 6 años (Vol. 58). Narcea Ediciones.
- Chunga, L. S. (2008). Niveles de satisfacción familiar y de comunicación entre padres e hijos. Avances en psicología, 16(1), 109-137.