La vida es difícil para todo el mundo

La vida es difícil para todo el mundo
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Francisco Pérez

Última actualización: 06 junio, 2018

¿Alguna vez te has preguntado por qué la vida es difícil? ¿Por qué a menudo aquello con lo que fantaseamos apenas se cumple y si lo hace no es como lo habíamos imaginado? A veces, nuestra mente genera esa sensación de sufrimiento emocional a través de nuestros pensamientos. Ahora bien, ¿la vida es difícil para todo el mundo o solo para algunos?

Lo cierto es que todo depende de la perspectiva sobre la que se observa el mundo y la actitud que se adopta para enfrentar la rutina. Podemos encontrar el sufrimiento emocional en una gran variedad de formas y tamaños. Quizás nos preocupamos por el pasado o por el futuro. Podemos estar enfadados o tristes, sentir aburrimiento, estrés, estar fastidiados por el dolor físico… Lo importante es qué hacemos con esta retahíla de sentimientos.

La vida es difícil para el ser humano

Quizá el problema resida en que no hemos evolucionado para ser felices . La selección natural tiene sus objetivos. Entre ellos está el de reproducirnos con éxito, lo cual significa sobrevivir el tiempo necesario para aparearnos, encontrar pareja y ayudar después a nuestros hijos para que sobrevivan.

Hombre solo triste

La selección natural y otras fuerzas de la naturaleza no se preocupan porque disfrutemos de la vida. Nuestra felicidad no les importa. Sin embargo, a nosotros sí que nos preocupa, y no poco.

Es lógico que nos guste ser capaces de disfrutar de nuestra vida mientras estamos aquí. No parece que esto sea pedir demasiado, aunque la supervivencia de la humanidad también sea necesaria. Pero la realidad es que no dejamos de bregar, de luchar por ser felices. Muchas personas encuentran que la vida es difícil, esto se ve a menudo en los consultorios de psicología, en las calles, en los hogares, etc.

“Quizá el problema resida en que no hemos evolucionado para ser felices”.

No hay amigo, compañero o familiar que conozcamos que no encuentre la vida como una especie de desafío emocional. Esto nos lleva a pensar que la vida no es un camino de rosas, ni mucho menos.

¿Hemos evolucionado para ser infelices?

En cierto sentido, sí. Como hemos comentado, lo que cuenta para la selección natural es la supervivencia de la especie. Ciertos instintos y capacidades intelectuales que han ayudado a la humanidad en su conjunto han creado también ciertas consecuencias que son bastante negativas para nosotros como individuos.

Y es que nuestros pensamientos no han cambiado demasiado desde que apareció el homo sapiens. Este homínido utilizaba su cerebro para hacer todo tipo de cosas maravillosas conducentes a la supervivencia.

El homo sapiens pensaba de forma abstracta, planificaba el futuro, encontraba nuevas soluciones a problemas y comerciaba con sus vecinos. Pero no todo transcurría de forma favorable hace millones de años.

Los cerebros de los homo sapiens también les causaban problemas. Les preocupaban los leones, los rinocerontes y los hipopótamos. Tenían envidia de sus vecinos, que vivían en cuevas más amplias y los días de calor discutían por ver quién iba a buscar agua. El homo sapiens se volvía irritable cuando hacía frío y llovía. Se acordaba de lo bien que se estaba bajo el sol. Se inquietaba cuando los árboles no daban frutos y escaseaban las larvas de insectos.

Incluso cuando todo iba bien, el homo sapiens también pensaba en las cosas que le habían salido mal en el pasado y en las que podrían salirle mal en el futuro. En ese momento tenían grandes posibilidades de sobrevivir, eso es cierto, pero seguían sintiendo preocupación.

En cierto sentido, las cosas no han cambiado demasiado durante estos últimos cuarenta mil años. Nuestros cerebros siguen causándonos muchos quebraderos de cabeza (nunca mejor dicho).

Tal vez seamos demasiado inteligentes como para que nos vayan bien las cosas

Como seres humanos, además de perseguir el placer y evitar el dolor, tenemos otras facultades que han hecho posible nuestra supervivencia. Por sí solos, nuestros órganos sensoriales son bastante ineficaces si nos encontramos abandonados en plena naturaleza.

Lo que sí tenemos es una extraordinaria capacidad para razonar y planificar. Esta capacidad nos permitió sobrevivir en el mundo salvaje “pensando”. Nuestros antepasados nos llevaron a la posición de dominadores (y de destructores si no tenemos cuidado) del planeta.

Sin embargo, la capacidad de pensar a menudo nos hace desgraciados. Los actos de reflexionar y planificar, por muy útiles que sean, se hallan en el origen mismo de nuestra desazón emocional. A diferencia de otras herramientas, no somos capaces dejarlas a un lado cuando no las necesitamos.

El pensamiento nos hace preocuparnos por el futuro , sentir pesar por el pasado y compararnos con los demás de forma constante. En última instancia, a través nuestra mente, hacemos que la vida sea difícil.

Mujer triste con el miedo a los conflictos

El pensamiento es el responsable de que la vida sea difícil

Nuestro constante cavilar hace que sea muy complicado estar verdaderamente satisfechos durante más de un breve lapso de tiempo. La vida es difícil porque el pensamiento nos puede imposibilitar disfrutar de un buen plato de comida, de un concierto o conciliar el sueño cuando cae la noche.

Nuestras reflexiones puede hacer que nuestros sentimientos se embarquen en una montaña rusa incesante. Según nuestros pensamientos, las emociones  se impulsan hacia arriba o hacia abajo nuestro estado de ánimo.

Y es que hoy somos inteligentes, simpáticos y exitosos, y mañana somos torpes, rechazados o fracasados. La observación más casual de nuestra mente puede revelar que somos unos pensadores compulsivos.

Quizás te estés haciendo la siguiente pregunta: ¿Podríamos dejar de pensar para ser más felices? Esa es la cuestión. No podemos dejar de pensar para que la vida sea más fácil, p ero sí podemos aprender a tolerar y a aceptar nuestros pensamientos. Y es que la vida es difícil, para todo el mundo, pero todos podemos hacerla un poco más fácil si entrenamos a nuestra mente para ello.


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