3 claves para conectar con la esperanza
Conectar con la esperanza, es decir, recuperar la fe en nuestras posibilidades es difícil cuando la huella de lo que nos ha hecho perderla es profunda. Es un proceso que, sin embargo, debemos iniciar ya que sin ella es muy complicado desarrollar proyectos en los que podamos disfrutar y crecer. Así, recordemos que la esperanza es precisamente una de las manos que orienta el timón de nuestra vida y sin ella pasaremos a ser, un poco más, capricho de las circunstancias.
Pensemos que un estado emocional en el que la esperanza está ausente, como todos los estados emocionales, por inercia, tenderá a mantenerse. Somos nosotros quienes, con voluntad y habilidad, los que tendremos que asumir el reto de cambiar ese ecosistema emocional que no quiere perecer para dar paso a uno nuevo.
¿Qué nos hace perder la esperanza?
Existen muchos acontecimientos que nos hacen perder la esperanza: la muerte de un ser querido, una separación permanente, la pérdida de nuestro trabajo, unos malos resultados en una prueba… En estas situaciones, lo que termina con la esperanza es la sensación de falta de control, de recursos o de aptitud. Lo que estrangula a la esperanza es la sensación de que no contamos con recursos ni contaremos con ellos para conseguir lo que pretendemos o impedir eso que tanto tememos.
El siguiente paso podría ser la elaboración del hecho o del pensamiento de una manera que no perjudicara el hilo de nuestra historia vital. ¿Se termina el mundo si no puedo conseguir eso que tanto quiero? ¿Es solo una meta la que me define?
En contra de estas preguntas, lo cierto es que, como ya hemos apuntado, los estados emocionales de valencia negativa tienden a mantenerse utilizando conductas, pensamientos y también emociones. Así, es fácil que la autoestima termine dañada, con consecuencias en el plano psicológico y también en el físico.
Algo que puede afectar, a su vez, a nuestra salud o a nuestras relaciones interpersonales. Además, es muy probable que aparezca alguna enfermedad o bien que terminemos distanciándonos precisamente de las personas que nos pueden ayudar.
¿Qué podemos hacer para conectar con la esperanza?
Para volver a conectar con la esperanza, es importante no seguir el camino de la autodestrucción e intentar evitar las distorsiones en las valoraciones que hagamos:
Aprende a priorizar
Contar con una buena escala de prioridades, a menudo nos ayuda a aceptar el fracaso de forma más sana. De esta forma, aquello a lo que no damos excesiva importancia no condicionará tanto nuestro estado emocional. Así, es probable que el error o la imposibilidad no genere frustración si hacemos un ejercicio de realismo y no distorsionamos la importancia de lo que en un determinado momento parece no estar a nuestro alcance.
Rodéate de positivismo
Es importante alimentar emociones positivas para evitar la desesperanza. Puede llover o granizar, pero el contexto de un estado emocional positivo, la planta de la esperanza será mucho más resistente a las inclemencias: fallos, imposibilidades o fracasos.
Recupera el control
Cuando sentimos desesperanza, la tentación de dejarnos llevar por el azar puede ser muy grande. La pregunta es clara, ¿para qué esforzarnos tanto si terminamos consiguiendo tan poco? Así, la sensación de no tener nada bajo control se traduce en desasosiego. En estos momentos es importante recordar que, en realidad, sí que seguimos conservando el control de buena parte de lo que nos sucede.
¿En qué se traducen estos pasos?
Pese a constituir elementos importantes, puede que no sepamos por dónde empezar a trabajar. Estos son algunos ejercicios sencillos y útiles que nos pueden ayudar a conectar con la esperanza:
- Lucha contra la pereza: por muy atractiva que parezca, contribuye a la frustración. Así como nos sentimos bien cuando sucumbimos a ella, nos sentimos culpables por haberlo hecho.
- Plasma tus objetivos sobre el papel: ver por escrito aquello que queremos cumplir nos motivará a continuar. Llevar un diario o escribir en una agenda son otras maneras de organizar nuestra vida y, por tanto, nuestros pensamientos.
- Conecta con la naturaleza: escapar a la naturaleza conlleva la desconexión, también de lo negativo.
- Escucha música que te aporte positividad: la música nos afecta enormemente, por lo que podemos emplearla como herramienta curativa. Elige aquella que eleve tu ánimo.
- Ejercítate y entrena tu cuerpo: al hacerlo, estarás también entrenando tu mente y relajándola. Existen sustancias relacionadas con la felicidad (como la dopamina o las endorfinas) que nuestro cuerpo segrega durante y después del ejercicio. Estas sustancias ayudarán a mejorar el estado de ánimo y mejorarán la autoestima.
- Descansa: así como la falta de ejercicio afecta negativamente a nuestro estado de ánimo, así lo hace la falta de sueño. Si descansamos de forma inadecuada, nuestra mente y nuestro cuerpo estarán menos ágiles y predispuestos al día a día.
En definitiva, no se trata de cambiar nuestra personalidad, tampoco de alcanzar metas imposibles. Se trata de preocuparnos por nuestra salud, física y mental, evitando la tentación de alimentar los estado emocionales negativos. Por otro lado, pensemos que muchos de ellos son inevitables y forman parte del camino natural hacia cualquier meta.