5 impactantes frases de Franz Kafka
Casi todas las grandes frases de Franz Kafka son un verdadero homenaje a la literatura. Este escritor, nacido en el antiguo imperio austrohúngaro, es considerado uno de los más universales de la historia. No es gratuito que haya sido elegido como el novelista del milenio en el hemisferio occidental.
Kafka captó como ninguno el espíritu del hombre contemporáneo. Sus novelas, y todos sus escritos en general, tienen una honestidad enorme. Su sensibilidad proverbial hace de su capacidad de observación una obra maestra, que refleja nítidamente el alma humana.
“Al creer apasionadamente en algo que todavía no existe, lo creamos. Lo inexistente es todo lo que no hemos deseado lo suficiente”.
-Franz Kafka-
En las frases de Franz Kafka se muestra de manera sutil la violencia psicológica, la soledad y el desamparo que habitan en el ser humano. Más allá de su valor estético, que es muy grande, lo que hace único a este escritor es su capacidad para describir sensaciones y realidades. Estas son cinco de sus afirmaciones.
1. El punto que hay que alcanzar
Una de las más interesantes frases de Franz Kafka dice lo siguiente: “A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”. En otras palabras, el punto al cual el ser humano tiene que llegar es el punto del no retorno.
Se le llama punto de no retorno a esa situación en la cual se elimina la opción de deshacer los pasos. La única alternativa es seguir adelante. Solo se llega a uno de esos puntos de no retorno cuando uno se ha jugado enteramente por algún objetivo definido. La frase es un llamado precisamente a eso: a jugarse a fondo por algo.
2. Don Quijote en las frases de Franz Kafka
La inspiradora figura de Don Quijote también aparece en una de las frases de Franz Kafka. De una u otra manera, alude a este personaje para hacerle una gran exaltación. Dice lo siguiente: “La desgracia de Don Quijote no es su fantasía, sino Sancho Panza”.
Como es sabido, Don Quijote encarna el idealismo y el desprecio por lo real, a lo que considera vulgar. En cambio, Sancho Panza es la representación del realismo en su más cruda expresión. La frase de Kafka es, entonces, una defensa a la capacidad de soñar y de imaginar.
3. El origen de la amargura
Uno de los temas recurrentes en la obra de Kafka es la infancia, el desarrollo de los niños y sus efectos en la vida adulta. Una de sus más bellas obras es Carta al padre. Es un texto que describe, con una minuciosidad conmovedora, lo que una figura de autoridad hace en la sensibilidad de un niño.
De ahí que una de las más hermosas frases de Franz Kafka se refiera a este tema con una lucidez impresionante. Señala: “El gesto de amargura del hombre es, con frecuencia, solo el petrificado azoramiento de un niño”. Es genial la manera como asocia el miedo de la infancia con la incapacidad para ser feliz en el adulto.
4. La pasión
Aunque Kafka no fue, ni mucho menos, un abanderado del optimismo, buena parte de su obra tiene una vitalidad que solo es propia de quien aprecia profundamente a la vida, con todas sus maravillas y sus amarguras.
Por eso no es extraño encontrar en este maravilloso escritor una frase como la siguiente: “Lo importante es transformar la pasión en carácter”. Significa que aquello que nos mueve profundamente debe verse reflejado en toda la estructura y la expresión de nuestro ser.
5. La paciencia y el tiempo
Esta es una de las más agudas frases de Franz Kafka. Dice lo siguiente: “Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia. Interrupción prematura de un proceso ordenado, obstáculo artificial levantado alrededor de una realidad artificial”.
La frase quiere decir que cada realidad tiene un proceso natural y que el mismo no debe ser alterado, en razón a la impaciencia. Al interrumpir el normal desarrollo de las cosas, solo se llega al error. Intervenir, es decir interponer un obstáculo al libre desenvolvimiento de las cosas, equivale a crear un artificio, una mentira.
Kafka fue un burócrata que detestaba la burocracia. Un escritor que pidió destruir sus propios textos. Un hombre lleno de vitalidad, que murió antes de los 45 años. No llegó a sentirse feliz, ni tampoco a experimentar todo lo que su literatura era capaz de generar. Como muchos otros genios, tal vez no fue consciente de su genialidad. Eso es, quizás, uno de los grandes encantos de su obra.