5 motivos por los que tu mente no te deja descansar
El político estadounidense y ex-presidente Franklin D. Roosevelt afirmó una vez que ‘los hombres no son prisioneros del destino, sino prisioneros de su propia mente’. Algo que suena muy veraz, sobre todo si en algún momento has sentido que tu mente no te deja descansar.
Para explicar este fenómeno, vamos a hacernos eco de los postulados de la psicóloga Maite Finch. Lo cierto es que en estados de ansiedad o estrés, la neuroquímica del cerebro cambia.
En casos concretos, la amígdala cerebral envía órdenes adecuadas al sistema mente-emociones. Pero, ¿qué sucede si este estado de ansiedad o estrés se activa cuando en realidad no es necesario estar alerta?
A veces, nuestras interpretaciones de la realidad y el cómo la vivimos puede activar patrones similares de neuroquímica cerebral. Así, estos patrones de pensamiento nos pueden llevar a sufrir un constante estado de malestar y ansiedad.
Motivos por los que tu mente no te deja descansar
Maite Finch considera que existe una serie de motivos por los que tu mente no te deja descansar. Vamos a ver cómo se articulan para que puedas trabajar con ellos.
Evita el pensamiento polarizado: blanco o negro
A veces, algo nos parece magnífico, brillante y espectacular. En otras ocasiones, en cambio, todo parece horrible, oscuro y excesivamente negativo. Así sería, más o menos, pensar en blanco y negro, creyendo en extremos, sin término medio, sin escala de grises intermedia.
Si piensas en blanco y negro, según Finch, solo tienes dos patrones de pensamiento, o todo muy malo o todo muy bueno. Es decir, que cuando se cumplen tus expectativas, todo será genial. Pero cuando no, todo será terrible y tendrás esa coz en forma de eco que no te dejará en paz.
Razonamiento emocional
Vamos con otro de los motivos por los que tu mente no te deja descansar. Finch lo considera como razonamiento emocional. Este caso implica que la toma de decisiones no está tan condicionada por la lógica o la intuición, sino por cómo te sientes.
Es decir, serán las emociones -sin gestión ni control- las que tengan un mayor peso en la balanza. Así, si te sientes mal, juzgarás a personas y situaciones de forma negativa. A su vez, estas situaciones, por tu actitud y disposición, tenderán a confirmar tus hipótesis. De esta forma, se cerrará un círculo que tenderá a retroalimentarse.
“La mente es como un paracaídas. No funciona si no está abierta”.
-Frank Zappa-
Visión de túnel
Finch considera que se tiene visión de túnel cuando el patrón de pensamiento se rige por las vivencias más complicadas de la vida. Es decir, asocias a tus relaciones y a todo cuanto te sucede con un determinado momento, normalmente de dificultad.
Así pues, tu mente está en constante alerta para reconocer personas y situaciones negativas, destinando la mayoría de los esfuerzos a protegerte de posibles amenazas. Tu foco de atención se centra únicamente en la detección de peligros, malestar y situaciones estresantes.
O sea, que tu mente vive constantemente buscando situaciones o circunstancias malas. Este nivel de vigilancia y alerta es tan marcado que sesga la percepción, el pensamiento y cualquier otro tipo de actitud que no esté en sintonía.
Pensamiento demasiado positivo
El optimismo empieza a jugar en nuestra contra cuando empieza a constituir una venda opaca frente a los problemas. También lo hace cuando elimina por completo la prudencia de nuestra manera de actuar o cuando este optimismo se basa únicamente en un pensamiento de suerte.
Por otro lado, un optimismo ilusorio o exagerado puede, al pensar que todo saldrá bien, impedir que generemos un plan b por si algo falla. También puede impedir que realicemos diferentes adaptaciones cuando los resultados que obtenemos no son los planificados.
Personalización
También se puede dar el caso de que personalicemos constantemente. Es decir, todo cuanto ocurre malo a nuestro alrededor es nuestra culpa. Si somos así, viviremos en un estado constante de ansiedad, pues los acontecimientos negativos se suceden en el mundo.
Pero, según Finch, hemos de tener muy claro que no todo depende de nosotros. Es necesario compartir responsabilidades. Además, si nos martirizamos constantemente por los errores, proyectaremos una gran ansiedad hacia el futuro.
“El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos”
-Bertrand Russell-