5 síntomas de ansiedad financiera
Hay quienes piensan que la ansiedad financiera es un problema que afecta solo a los grandes magnates. Nada más lejos de la realidad. La mayoría de las personas hemos pasado alguna vez por dificultades económicas, sopesado indecisiones sobre la mejor forma de administrar o invertir el dinero, hipotetizado sobre las posibles formas de obtener más ingresos, etc.
Es normal que esos vaivenes con el dinero nos causen cierta inquietud y preocupación; lo que quizás no es tan normal es que lleguen a convertirse en el aspecto central de nuestras vidas. Es entonces cuando se incuba la ansiedad financiera, un estado de miedo, nerviosismo e inquietud que no nos deja vivir en paz.
Bien, dicen que “El hombre es Dios cuando sueña y esclavo cuando cuenta”. La tiranía del dinero es eso, una tiranía. Aun así, siempre tenemos la posibilidad de encontrar perspectivas más constructivas para gestionar una posible ansiedad financiera.
En cualquier caso, el primer paso para hacerle frente a este cuadro es conocer sus síntomas: esas señales que demandan una intervención.
“Quien cambia felicidad por dinero no podrá cambiar dinero por felicidad”.
-José Narosky-
1. Catastrofismo
Uno de los síntomas más frecuentes de la ansiedad financiera es el catastrofismo. Básicamente tiene que ver con mirar hacia el futuro y no encontrar luz, identificando múltiples amenazas -reales, probables, sobreestimadas o imaginadas- que se ciernen sobre ti. Es como si estuvieras continuamente haciendo una premonición que solamente te augura catástrofes.
En estas condiciones es prácticamente imposible ver una luz al final del túnel. El temor te ha invadido y hace que te sientas impotente y, a la vez, enfrentando peligros gigantescos.
Se trata de un estado psicológico en el que suelen sobredimensionarse los problemas. El miedo no te deja ver con objetividad la verdadera medida de las dificultades.
2. La ansiedad financiera genera insomnio
Todas las formas de ansiedad conducen al insomnio , y la ansiedad financiera no es la excepción. No te has acostado y ya han empezado a pasar por tu mente un desfile de preocupaciones. Intentas relajarte para poder conciliar el sueño, pero te resulta imposible. Grita y se repite una inquietud que no te deja dormir.
La falta de descanso, a su vez, te vuelve más irritable, disipa tu concentración y te deprime. Todo se vuelve un círculo vicioso en el que a más ansiedad, más insomnio. Y a más insomnio, más ansiedad. Si llegas a un punto así, es momento de hacer un alto y buscar una solución. Esos estados nunca desaparecen por sí solos.
3. Obsesión por el dinero
El dinero comienza a convertirse en el objeto central de tus pensamientos y sentimientos. La preocupación económica pasa a ser esa bola que tu cerebro mastica y mastica, sin poder tragar. Piensas en el dinero, sientes por el dinero, hablas de dinero y no logras encontrar esa forma de sortear las amenazas que anticipas.
Lo que pasa por tu mente, una y otra vez, es un océano de cuentas. “Si recorto aquí, si dejo de gastar allí…” y medidas hipotéticas del estilo. Imaginas posibles soluciones, buscas caminos. Sin embargo, la misma ansiedad financiera te impide pensar con claridad. Lo más probable es que después de darle vueltas al asunto, llegues al mismo punto de partida.
4. Tensión muscular
La tensión muscular constante es uno de los efectos más comunes de la ansiedad. Esta tensión se siente principalmente en los hombros y en el cuello.
Es como si cargaras un pesado lastre y este te dejara huellas en el cuerpo. En el fondo, así es. Llevas encima un peso muerto del que no logras deshacerte.
A su vez, la tensión muscular fácilmente genera contracturas o a esos dolores difusos y recurrentes que son difíciles de tolerar. Es muy frecuente que aparezcan dolores en la zona lumbar y que la tensión en el rostro te lleve a olvidarte de lo que es una sonrisa.
5. Culpa cuando logras relajarte
Lo más complicado de esos estados de ansiedad es que llegan a un punto en el que te sientes culpable cuando no los experimentas. Si de pronto ocurre algo que te saca del tema y logras, al menos por unas horas, pensar en otra cosa y, quizás, sentirte satisfecho, más tarde puede que termines recriminándote por haberte sentido bien.
Hay un punto en el que sientes que sufrir por el dinero es una cruz con la que debes cargar si realmente eres una persona responsable. No es así. Esa perspectiva es un efecto más de la ansiedad. El sufrimiento por el dinero o por cualquier otra cosa rara vez ayuda a solucionar problemas.
Cualquiera de nosotros está sujeto a caer en un estado de ansiedad financiera después de un revés económico o tras un lapso en el que hemos acumulado deudas. Lo importante es saber poner coto a tiempo a esta situación. Relajarnos, no obsesionarnos, buscar soluciones concretas y disponer los recursos con los que contamos de manera inteligente.
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- Tomasina, F. (2012). Los problemas en el mundo del trabajo y su impacto en salud. Crisis financiera actual. Revista de Salud Pública, 14, 56-67.