7 metáforas terapéuticas que nos ayudarán a entenderlo todo mejor
Las metáforas son un recurso muy extendido en terapia. Según Stephen R. Lankton, una metáfora es una forma lingüística que hace una comparación implícita entre dos entidades diferentes. Se ha comprobado que en el contexto terapéutico las metáforas son un elemento esencial para que los cambios en el paciente se produzcan a un nivel más profundo.
No obstante, como cualquier otra herramienta terapéutica, debe ser usada correctamente para que sea eficaz. Vamos a ver qué características debe reunir, algunos ejemplos y otros aspectos. No te pierdas nada, pues el poder del lenguaje es grande cuando se trata de ahondar en la mente.
Características efectivas de las metáforas terapéuticas
Las metáforas, como es lógico, deben tener una serie de características (más allá de su función literaria) que permiten que sean útiles en la terapia. Los rasgos a tener en cuenta son los siguientes:
- La metáfora debe ser entendible y estar adaptada al nivel de comprensión del paciente.
- El receptor debe sentirse identificado con los elementos de la metáfora.
- El recurso debe recoger la situación en la que se halla el paciente y relatar los pasos que se necesitan para resolver el problema.
- También debe ofrecer, aunque sea de manera abstracta, una salida a la problemática expuesta.
Las metáforas presentan al paciente una situación reconocible, ya sea por la similitud con sus vivencias o o por una abstracción de las mismas, que se asocia con su problema actual y que le ofrece una solución al mismo.
Beneficios de las metáforas terapéuticas
Si se utilizan de forma adecuada, las metáforas terapéuticas pueden ser un recurso muy útil para el abordaje de diferentes problemáticas. Entre sus beneficios se encuentran:
- Permite formular o ejemplificar una opinión: dadas las características de las metáforas, el paciente es capaz de establecer una opinión potente y memorable. Pues, es más fácil recordar una metáfora y su mensaje implícito que cuando se trata de un enunciado común.
- Facilita la identificación de soluciones novedosas: al momento de emplear metáforas, el sujeto puede plantear conclusiones desde una perspectiva novedosa o identificar una solución antes ignorada.
- Promueve el acceso y la utilización de recursos: los recursos son una parte que ya existe en la experiencia de las personas. Entre ellos están los sentimientos, las percepciones, el conocimiento personal, las actitudes y comportamientos.
- Las metáforas pueden crear un contexto en el cual la persona responderá con ellas: por ejemplo, al representar una situación en otro ambiente distinto al problemático, es más probable que el sujeto piense en sus recursos al momento de generar respuestas.
- Ayuda a las personas a reconocerse tal cual son: las metáforas generan una situación en la cual uno puede reconocerse a sí mismo, de forma indirecta, en lugar de ser enfrentado en forma directa.
- Siembran nuevas ideas: las metáforas son un buen recurso comunicacional para la propagación de nuevas ideas; las cuales son capaces de llevar al logro esperado.
- Son una forma de esquivar la resistencia: las metáforas estimulan las propias asociaciones conceptuales del paciente. De esta forma, es más difícil resistirse a una asociación que uno mismo ha establecido, que una efectuada por el terapeuta.
- Facilitan nuevos patrones de pensamiento, sentimientos y comportamientos: por último, las metáforas pueden utilizarse para construir o facilitar nuevas emociones, pensamientos y conductas del individuo, de modo que enriquecen diferentes aspectos de su vida.
También son útiles cuando las crea el paciente
Animar al paciente a crear metáforas para expresarse puede ser útil. Como ha demostrado un artículo de 2019 publicado en la revista Pain and Rehabilitation, esta figura retórica tiene valor terapéutico para las personas con dolor crónico, una de las sensaciones más difíciles de expresar mediante el lenguaje ordinario debido a su subjetividad.
Por otro lado, para los niños que padecen traumas también son muy útiles las metáforas. Al tener dificultades para conectar con el recuerdo traumático y procesarlo, una metáfora adaptada a la edad del infante permite explorar la vivencia desde una perspectiva más segura.
Algunas metáforas que podemos usar en terapia
El uso de las metáforas es habitual en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Estudios como el llevado a cabo por los doctores, Eliezer Witztum y Onno van der Hart, por ejemplo, manifiesta que la utilización de estos recursos son altamente eficaces, sobre todo en lo que se refiere a los trastornos de ansiedad.
Para comprender mejor esta estrategia, veamos, a continuación, unos ejemplos de metáforas que pueden ayudarnos. No te las pierdas.
1. La metáfora de los dos escaladores
Imagina que tu terapeuta y tú sois dos escaladores, cada uno subiendo por una montaña distinta, pero cercanas. El terapeuta puede ver un camino que puede ayudarte a subir mejor tu montaña, pero no porque sea más listo que tú, ni porque la haya subido antes, sino debido a que está en una posición desde donde puede ver cosas que ahora mismo tú no puedes ver.
Finalmente, aunque el terapeuta indique el camino, tú eres el que tiene que subir la montaña. Por lo tanto, la ventaja del terapeuta respecto al paciente es la perspectiva.
El terapeuta puede ofrecerle una perspectiva al paciente con la que este no cuenta, sin embargo, será este último el que tenga que integrar esta información, con la que él ya tiene, para avanzar.
2. La metáfora de la luz
Como su nombre indica, los pensamientos automáticos negativos aparecen en nuestra mente de forma instantánea porque han sido repetidos durante mucho tiempo. De esa manera, hemos creado un hábito de pensamiento.
Una metáfora que se utiliza mucho en terapia para explicar este fenómeno mental tiene que ver con algo que alguna vez nos ha pasado. ¿Qué ocurre cuando se funde una bombilla o se va la luz? Pues que entramos en una habitación y, a sabiendas de que la luz no va a encenderse, apretamos el interruptor. Pasa lo mismo que con los pensamientos, es algo que tenemos automatizado.
3. La metáfora de la casa y los muebles
¿Una casa deja de tener valor si sus muebles son viejos, feos o están estropeados? La respuesta es no. La casa tiene valor, no importan los muebles que contenga. La casa no son sus muebles. De la misma forma, el ser humano es valioso, a pesar de sus pensamientos o sus actos puntuales.
Podemos tener pensamientos o actos más o menos nocivos, dañinos o negativos pero eso no hace que toda nuestra persona sea así.
4. La metáfora de las arenas movedizas
La ansiedad es como estar sobre arenas movedizas: cuanto más luchamos contra ellas para salir, más intranquilos nos sentimos y más desesperada y enérgica es esa lucha. Así, lo que recomienda esta metáfora es que, cuando te encuentres en un estado ansioso, debes tratar de relajarte, de actuar en contra de lo que “te pide el cuerpo”.
5. La metáfora del viaje a Sevilla
Tienes un objetivo: viajar a Sevilla e incluso cambiar de aires y empezar una vida en esa hermosa ciudad. Tomas el coche para irte y unos pasajeros intrusos en el asiento de atrás empiezan a decirte: ¿pero a dónde te crees que vas? ¡Tú no tienes capacidad para hacer eso! ¡No eres capaz de manejar este coche, conducir tanto y vivir en otro lugar!
Esos molestos pasajeros son los pensamientos negativos, que intentan boicotear nuestros objetivos, nos generan ansiedad y hacen que, en último término, dejemos el coche y volvamos a nuestra casa, a nuestra zona de confort.
6. La metáfora de la fiesta y el invitado que nos cae mal
Te han invitado a una gran fiesta: la boda de tu mejor amigo. De manera evidente, tienes muchas ganas de asistir, pero te has enterado de que va a ir alguien que no te agrada demasiado. Se trata de un compañero de trabajo del novio que te presentaron una vez y te cae bastante mal.
¿Vas a dejar de ir a la boda por ello? Supongo que tu respuesta será que no, ya que tienes muchas otras personas con las que disfrutar.
De la misma forma, las emociones negativas son como ese invitado. Es decir, no porque ellas también hayan sido invitadas a la fiesta de nuestra vida tenemos que dejar de hacer cosas que nos importan.
7. La metáfora del calor
Las emociones negativas son como el calor: muy desagradables. Seguro que no te dices a ti mismo que tener calor es horrible, insoportable o la guerra nuclear. Es molesto, pero sabemos que de vez en cuando hemos de pasar por ello, sobre todo en verano. No le damos más valor.
De la misma forma, las emociones negativas, existen y a veces las vamos a tener que experimentar. ¿Por qué no somos tan indulgentes con nuestros propios estados emocionales? Las emociones, al igual que el calor, un dolor de cabeza o las náuseas, no son más que estados fisiológicos fastidiosos, pero no tienen mayor trascendencia que la de facilitarnos información.
Elaboración de metáforas terapéuticas
Ahora bien, el psicólogo que decide utilizar las metáforas como herramienta terapéutica no tiene por qué limitarse a las que ya están elaboradas, sino que puede crearlas considerando la problemática específica del paciente. En este último escenario se recomienda seguir los siguientes pasos:
- Identificar el problema del paciente de forma clara y completa.
- Definir las partes estructurales de la problemática y elegir los personajes adecuados.
- Encontrar una situación que tenga una correspondencia afín con el problema real.
- Considerar la solución más idónea del problema.
- Acomodar la solución a la estructura de la situación y elaborar una historia divertida en la que se solventa el conflicto.
Para concluir, las metáforas son un recurso útil y original en el contexto terapéutico. Algunas son cómicas, otras tienen un punto de tristeza, otras son filosóficas… Sea como sea, cada una de ellas tienen el poder inevitable de hacernos reflexionar.
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