8 consecuencias de ser impaciente
La actitud positiva facilita que podamos disfrutar de nuestro día a día, con las consecuencias -como descansar mejor o establecer relaciones sociales de mayor calidad- que de ello se deriva. En el lado opuesto, parte del estés o la ansiedad que te amenaza en lo cotidiano y aumenta la sensación de cansancio; la misma que se deriva de esos momentos en los que te muestras muy impaciente.
Si en alguna ocasión necesitas un informe en el trabajo que no llega a tiempo o has quedado con un amigo que llega tarde, valora realmente la trascendencia de estos hechos, ¿objetivamente merecen el hecho de despertar tu “lado” más impaciente?
Las consecuencias psicológicas de ser impaciente
En primer lugar, analizaremos las consecuencias psicológicas que suponen el ser impaciente:
1. Cualquier objetivo se complica
Ser impaciente no te aportará nada positivo. Lo único que conseguirás será experimentar una sensación de frustración y de impotencia, al ver que no puedes hacer nada para mejorar el curso de los acontecimientos. Además, estas sensaciones tan solo harán que empeore tu estado de ánimo. La impaciencia alimenta a la propia impaciencia.
2. Nos impide disfrutar de lo que sucede ahora
Es importante disfrutar de cada momento de la vida, ya que no volverá. En este sentido, la impaciencia no nos permitirá vivir en el presente, ya que no podremos evitar centrar toda nuestra atención en lo que está por venir, pero no llega.
3. Ser impacientes nubla nuestra visión
Casi todas las situaciones tienen un lado positivo. Por tanto, si nos sentimos en un atasco y no conseguimos avanzar, podemos aprovechar para escuchar la radio, poner música o hacer con el manos libres esa llamada que teníamos pendiente. Esto nos mantendrá distraídos y alejará esa sensación que tan impacientes nos vuelve: la de estar perdiendo el tiempo.
4. Se refuerzan nuestras emociones negativas
Vivir sintiendo impaciencia te convertirá en una persona ansiosa, estresada y angustiada que tiende a ver siempre el lado negativo de cada situación. Debemos tener en cuenta que nuestra forma de ser depende de nuestras emociones, y el hecho de ser impaciente nos convertirá, con toda probabilidad, en personas con una actitud negativa y que se quejan constantemente.
5. Ser impacientes afecta al estado emocional
Si deseamos ser unas personas equilibradas y que se sientan bien consigo mismas, lo mejor que podemos hacer es educar y educarnos en emociones. Más que de eliminar la impaciencia, se trata de que, cuando aparece no termine nublando nuestra capacidad para pensar y hacer juicios.
Cómo el ser impaciente puede afectar a nuestra salud
Además de las consecuencias que el hecho de ser impaciente tiene sobre nuestro bienestar emocional, también puede haber ciertos factores relacionados con la salud física.
6. Ser impaciente puede generar obesidad
Las personas impacientes pueden ser más propensas a padecer obesidad. Esto se debe a que están acostumbrados a dedicar menos tiempo a su alimentación, y comen de una forma más compulsiva y menos ordenada, consumiendo mayores cantidades de comida en menos tiempo.
7. Aparición de hipertensión
Por otro lado, un alto número de las personas que se caracterizan como impacientes tienen un mayor riesgo de hipertensión. Esto puede deberse al mayor estrés que sufren durante su día a día, acrecentado por las sensaciones de agobio e impotencia debidas a su carácter impaciente y ansioso.
8. Envejecimiento prematuro
Finalmente, la impaciencia también puede aumentar la velocidad a la que envejecemos. De forma similar a lo que ocurre con el riesgo de hipertensión, el estrés derivado de la impaciencia puede hacer que aparezcan signos de envejecimiento a unas edades más tempranas.
Esta conducta afecta a los telómeros, que son unas estructuras que protegen al ADN de su degradación. Cuando los telómeros desaparecen, el ADN se degrada más rápidamente y aparecen los signos de envejecimiento; es precisamente en las personas impacientes en las que las estructuras de los telómeros son más cortas y débiles.
En definitiva, la paciencia frente a la impaciencia nos permitirá disfrutar más de lo que ya tenemos. También nos permitirá encontrar nuevas formas para aprender y disfrutar en esos momentos en los que parece que no podemos hacer nada más que esperar. Además, no ser impacientes nos permitirá mostrarnos como personas más confiadas, con una actitud más positiva y agradable ante cualquier situación a la que nos enfrentemos.