Adictos a la adrenalina: una vida al límite
Más conocida en el ámbito médico como epinefrina, esta hormona es crucial para nuestro organismo. Además de favorecer nuestro rendimiento y activación fisiológica, si se secreta en exceso puede producir serios efectos secundarios. Entre ellos, la deriva hacia comportamientos adictivos. Esto es precisamente lo que sufren los adictos a la adrenalina.
Estas personas están sumergidas en una constante aventura. En una euforia que les hace experimentar unas ganas intensas de buscar acontecimientos que les lleven al límite. La cantidad de adrenalina que les corre por las venas, les lleva a realizar todo tipo de conductas atrevidas que, en muchas ocasiones, son imprudentes, insaciables y ponen en peligro sus vidas.
Funciones de la adrenalina
Esta sustancia química se produce en las glándulas suprarrenales cuando nos enfrentamos a situaciones de estrés, excitación o nerviosismo. Estimula el corazón y aumenta la respiración. De esta manera, se acelera el ritmo cardíaco, de forma que la sangre se oxigena más rápido y hace que llegue más cantidad de oxígeno y nutrientes a todas las partes del cuerpo.
Además, detiene el movimiento intestinal, dilata las pupilas para agudizar nuestra visión y recluta glucosa de nuestras reservas para que nuestros músculos respondan con rapidez. También incrementa la presión sanguínea, de forma que los vasos sanguíneos fundamentales se ensanchan, mientras que los secundarios se estrechan. Ésta es la razón por la que nos quedamos pálidos ante este tipo de circunstancias. Las venas de la cara, de las manos o de las orejas se quedan sin tanto riego sanguíneo porque no son tan fundamentales.
El límite entre la euforia y la adicción
¿Cómo te sientes después de montarte en una montaña rusa? Antes de subirte, igual estás nervioso. Pero cuando bajas (si no te has mareado), te posee una sensación de euforia realmente placentera. Lo mismo sucede cuando disfrutas en buena compañía de una noche de bailes, tras realizar un esfuerzo físico para el que estás muy motivado o si disfrutas de un encuentro sexual con tu pareja.
Como vemos, la adrenalina tiene múltiples ventajas que facilitan nuestra adaptación al medio y nos preparan para afrontar una situación excepcional de la mejor manera posible. Pero las sensaciones agradables pueden ser realmente peligrosas, ya que la secreción de adrenalina genera efectos a nivel químico en el cuerpo que son muy parecidos a los de un orgasmo.
La producción de epinefrina estimula la liberación de dopamina, una sustancia que induce una sensación de bienestar generalizado. Por eso, las ganas de sentirse así constantemente llevan a algunas personas a realizar conductas excitantes y a convertirse en verdaderos adictos a la adrenalina. Por tanto, esta hormona se vuelve una adicción cuando la persona necesita experimentarla de manera continua y habitual.
Las formas de esta adicción
Las formas que puede adoptar la adicción a la adrenalina son muy variadas. Lo único que tienen en común es que hacen que el cerebro busque constantemente los límites de lo imposible. Además de en deportes extremos, las personas también pueden experimentar esta sensación de euforia haciendo cosas prohibidas, ilegales o ilícitas. Por ejemplo, robar en el supermercado, irse sin pagar de restaurantes y cafeterías o molestando y perjudicando a otros viandantes.
Otra manera de ser adictos a la adrenalina es experimentando riesgo. Por ejemplo, dejando todo para el último momento: pago de facturas, entregas de informes, revisiones médicas, diligencias económicas… Es una manera de rebeldía insaciable que mantiene en alerta a nuestro organismo.
También conductas peligrosas que ponen en riesgo la vida. El salto base, el ‘wingsuit’ (traje con alas) o el puenting (salto al vacío) son modalidades de deporte extremo que pueden acabar con tu vida en cuestión de segundos. De hecho, el salto base es el más peligroso del mundo, ya que su tasa de muerte es de 1 entre 2.300. Probarlo puede estar recomendado, pero de forma asidua, puede estar enmascarando una adicción.
Síntomas de los adictos a la adrenalina
El ansia extrema de experimentar las sensaciones que se generan en torno a la secreción de epinefrina se manifiesta en una serie de comportamientos y emociones:
- Búsqueda incesante de adrenalina. La necesidad de experimentar esa sensación de placer y euforia es incontrolable y el origen de las motivaciones diarias.
- Falta de bienestar constante perturba, enfada o frustra.
- Conductas que ponen en riesgo la vida o la de las personas del entorno (deportes extremos, conducir a altas velocidades, herir a los demás…).
- Deterioro de las relaciones sociales.
- Afectación del ámbito laboral (absentismo, rendimiento deficiente…).
Según la psicología tradicional, cuando se es adicto a alguna sustancia, se está intentando llenar un vacío interno. Así, mediante esa inyección de energía extra se calma tal necesidad. Pero esta calma es superficial y momentánea. La dependencia de la adrenalina va en aumento y al final, el adicto necesita de su secreción constantemente.
Ahora bien, si lo que se pretende poniendo en riesgo la vida es confrontar una frustración o “sentirse vivo” lo más conveniente es acudir a un especialista. Para este tipo de hábitos, lo más recomendable es realizar un tratamiento psicoterapéutico. Así, en vez de enfrentarse a situaciones de estrés constante, se completa desde la comprensión el dolor.