Adolescentes con rasgos psicopáticos: ¿qué fue de ellos?
El comportamiento de un adolescente es a veces incomprensible para sus padres. Llega a conclusiones desajustadas, es temeroso y su autoestima parece pender siempre de un hilo.
A veces, en ese camino de búsqueda de identidad e independencia, algunos tienen reacciones inesperadas. Aunque podrían justificarse a través de la carencia de habilidades para controlar los impulsos por parte de algunos jóvenes, lo cierto es que en algunos casos hablamos de adolescentes con rasgos psicopáticos.
E. Romero (2001), de la Universidad de Santiago de Compostela, explica que son una minoría los delincuentes que reinciden. Sitúa a las personas con rasgos psicopáticos como uno de los grupos que sí reincidirían.
La psicopatía, o el trastorno antisocial de la personalidad, parece relacionada con una mayor tasa de criminalidad, mayores cifras de incidencia y mayores crímenes violentos. Además, la investigadora indica que estas personas suelen responder de manera deficiente al tratamiento.
¿Hay adolescentes que son psicópatas?
Los psicólogos suelen cuidarse mucho a la hora de realizar un diagnóstico de personalidad en la infancia y la adolescencia por las consecuencias que el propio diagnóstico puede implicar. También porque un error en este punto puede tener consecuencias muy importantes.
Sin embargo, hay ciertos rasgos que aparecen de manera sistemática, y aunque el diagnóstico no parezca claro, su comportamiento es semejante al de una persona con trastorno de la personalidad antisocial.
De hecho, varios estudios sugieren que la psicopatía existe entre los adolescentes y posteriores jóvenes adultos. Por ejemplo, Paredes (2016) estudió a 247 universitarios de 18 a 22 años, encontrando en esa muestra un 11 % de personas con características psicopáticas.
Además, tal y como sugieren León-Mayer y Zuñiga (2012), una de las características del trastorno de personalidad antisocial es que sus rasgos comienzan a expresarse en torno a los 12 años, frente a los 15 de otros. La precocidad se encuentra en su diagnóstico.
¿Qué rasgos son psicopáticos (indicadores patológicos en la adolescencia)?
No toda conducta antisocial equivale a la psicopatía. Por ello, hay trastornos de conducta que pueden ser diferenciados de los rasgos psicopáticos de un adolescente.
De esta manera, Halty y Prieto-Ursúa (2015) urgen en la necesaria diferenciación entre adolescentes con elevados comportamientos de conducta antisocial, que desafían la norma y la autoridad, de adolescentes con rasgos psicopáticos, que se muestran fríos, manipuladores, que no pueden sentir ciertas emociones.
Además, son sujetos que no tienen miedo, y por ello tampoco responden bien al castigo. Esto se torna especialmente relevante cuando hablamos de un adolescente al que hay que poner normas y límites.
Por otro lado, León-Mayer y Zuñiga encuentran rasgos en los niños y adolescentes psicopáticos que pueden dar pistas desde pequeños de que algo más puede estar ocurriendo, además de que el niño sea “complicado”. Ambas autoras hablan de rasgos de crueldad, narcisismo y conducta impulsiva, además de altos niveles de agresividad.
¿Estos adolescentes se “convierten” en psicópatas?
La pregunta parece entonces clara. ¿Qué pasa con esos niños? ¿Esos adolescentes con rasgos psicopáticos crecen y son adultos psicópatas? ¿Tienen una mayor tasa de criminalidad, de violencia, de maltrato?
Esto fue lo que se preguntaron Romero, Krapalos y Gómez-Fraguela (2016), y por ello realizaron un estudio longitudinal sobre una muestra de niños con rasgos psicóticos, para ver cómo iba desarrollándose su vida.
La muestra estaba compuesta por 192 niños con una media de edad de 7,80 años. Los resultados que obtuvieron, después de nuevas evaluaciones cada seis y diez años, planteaban una mayor presencia de trastornos de conducta en aquellos niños, ahora adolescentes con rasgos psicopáticos.
Estos trastornos de conducta estaban se manifestaban en conductas agresivas, escasa regulación emocional y pobres patrones de comunicación. Además, sus resultados también indican que los rasgos psicopáticos de los niños, como la dureza emocional o la falta de empatía, se proyectan de manera estable en el futuro adolescente y adulto psicopático.
En este mismo estudio, se encontró que aquellos niños con conductas psicópatas tenían una mayor tendencia a incluirse o relacionarse con grupos de iguales con tendencias antisociales. También con aquellos en los que el consumo de drogas está normalizado.
El perfil del adolescente psicopático y criminal
El niño con rasgos psicopáticos crece y se convierte en un adolescente complicado, que utiliza la violencia y solo respeta aquellos límites que son útiles o serviles a sus intereses.
Aunque hay adolescentes cuya confusión les lleva a estar malhumorados e irritables, parece haber un claro perfil del delincuente adolescente, siendo algunas de sus características parecidas a los déficits que los rasgos psicopáticos generan.
De hecho, Silva (2009) elabora un perfil del joven delincuente. Algunas de sus características son:
- Tienen 17 años y son varones (en 2005, el 84% de los jóvenes detenidos fueron hombres frente al 16% de mujeres).
- La mayor parte de los jóvenes infractores en España son españoles, aunque el porcentaje del infractor extranjero es proporcionalmente mayor a su número de población.
- En el 86,1 % de los casos, en su núcleo familiar está al menos la madre. En el 32,8 %, por ambos. Solo un 5 % se encontraba institucionalizado o viviendo con familiares.
- Padre con alcoholismo y madre víctima de violencia de género.
- Progenitores con un bajo nivel de estudios, más bajo que la media poblacional.
- No están escolarizados: en el estudio realizado por Silva, solo un cuarto de la muestra estaba escolarizada y los niveles de absentismo en aquellos que sí iban a clase eran muy altos.
- Consumidores habituales de alcohol y cannabis. Además, el 25,2 % consume drogas duras (heroína, cocaína…) de vez en cuando.
¿Se puede prevenir la psicopatía?
Observando el tipo de familia y contexto en el que el joven delincuente, cuyos actos están muchas veces relacionados con sus rasgos psicopáticos, puede llevarnos a pensar que quizás el origen de dicho trastorno se encuentra también en el contexto en el que la persona crece.
Por ello, ¿se puede prevenir la psicopatía? ¿Aquellos adolescentes con rasgos psicopáticos lo son por las condiciones en las que crecieron?
Sea como fuere, que los rasgos se adquieran no significa que su tratamiento sea más fácil. En el caso de las personas psicópatas o con trastorno de la personalidad antisocial, la aplicación de un tratamiento se torna complicada por las características que el propio paciente presenta.
No obstante, Levy (2008) plantea que gran parte de la falta de éxito con esta población se deben a los prejuicios con los que su tratamiento se lleva a cabo.
Así, fenómenos como la contratransferencia, el miedo a padecer una agresión, la asunción de complejidad psicológica o la devaluación de identidad personal pueden plantear el establecimiento de una relación terapéutica con estos sujetos como algo complicado.
La presencia de rasgos psicópatas en niños, no obstante, puede darnos pistas sobre su malestar y sobre un contexto poco ajustado, sobre el que sí podemos intervenir para que estos rasgos no acaben echando raíces y dificultando la vida de un niño que terminará por hacerse mayor.