¿Aguantas hasta quemarte? Conoce "El Síndrome de la rana hervida"
A veces aguantamos situaciones y personas dañinas por un tiempo muy prolongado, solo porque seguimos el dictado tácito de ese dicho que plantea que “hay que aguantar cuando no tienes otro remedio” como la rana de nuestro relato.
Y ciertamente no podemos ignorar que muchos de nosotros supeditamos nuestro bienestar emocional a necesidades que consideramos más básicas. Ocurre también con frecuencia que ya no solo debemos seguir pensando en nuestro bienestar sino que hay otras personas que dependen de alguna forma de nosotros.
También podemos soportar una situación límite durante mucho tiempo por dependencia emocional, por una relación destructiva o porque carezcamos de cultura emocional para saber qué es normal y qué no lo es.
Quizás aguantas situaciones hasta quemarte, sin haberte percatado antes de la necesidad de saltar a tiempo para salvarte. Es por ello que queremos que conozcas el síndrome de la rana que no sabía que estaba hervida y que explicó por primera vez Olivier Clerc .
El síndrome de la rana hervida
Ponga una rana en un recipiente lleno de agua y comience a calentar el agua. A medida que la temperatura del agua empieza a subir, la rana ajusta su temperatura corporal en consecuencia. La rana se mantiene ajustando su temperatura corporal con el aumento de la temperatura del agua.
Justo cuando el agua está a punto de alcanzar el punto de ebullición, la rana no puede ajustar más. En este punto la rana decide saltar. La rana trata de saltar, pero es incapaz de hacerlo, ya que ha perdido toda su fuerza ajustando la temperatura corporal. Muy pronto la rana muere.
¿Qué mató a la rana? ¡Piensa en eso! Sé que muchos van a decir que el agua hirviendo. Pero, la verdad, lo que mató a la rana fue su propia incapacidad para decidir cuándo saltar.
Todos nos tenemos que ajustar, con la gente y las situaciones, pero tenemos que estar seguros cuando tenemos que ajustar y cuando tenemos que seguir adelante. Hay momentos en los que necesitamos hacer frente a la situación y tomar las acciones apropiadas.
Si permitimos que la gente nos explote física, emocional, financiera, espiritual o mentalmente continuarán haciéndolo.
¡Decidamos cuándo saltar! Vamos a saltar mientras tengamos la fuerza.
Qué nos dice esta metáfora de nosotros mismos
Esta metáfora tiene muchos significados para distintas situaciones de la vida, para nuestras relaciones, trabajo, personalidad, conducta de salud, etc. Las personas que están envueltas en una relación que no les causa bienestar ajustan continuamente sus deseos, opiniones y renuncias para no causar malestar, creen que lo pueden aguantar o que no tienen otro remedio que hacerlo.
Sin embargo, por lo general aguantar de esa forma por un tiempo prolongado no conduce nada más que a problemas o a situaciones límites. En el momento menos pensado, llegaremos a una situación extrema, no soportaremos más y necesitaremos saltar, huir o al menos plantear nuestra retirada de la situación o de la relación, pero quizás ya estaremos muy lastimados.
Quizás ya no tengamos fuerzas para hacer frente a esta última situación límite que se presenta porque no tenemos energía, no tenemos escapatoria, no hemos pensado nada antes o ya estemos demasiado dañados o heridos como para irnos de esta situación a otra que no sabremos si será peor.
A veces nuestra capacidad de aguante llega muy lejos, pero las fuerzas y la ilusión poco a poco se van quedando por el camino.
Una cuestión de estrés cotidiano y estrés agudo
Richard Lazarus ya señaló los distintos tipos de afrontamiento ante el estrés y también que existían dos tipos de estrés: el estrés cotidiano y los sucesos vitales estresantes.
Normalmente nos dicen que las situaciones vitales estresantes como divorcios, muerte de allegados, pérdida de la casa o el trabajo nos van a afectar mucho, quizás así sea. Pero ante ese tipo de sucesos con gran carga aversiva y amenazante para nosotros preparamos nuestro organismo y le hacemos frente en la situación: “saltamos a tiempo”.
Sin embargo, son los sucesos estresantes diarios (más aún si se prolongan por largo tiempo) por los que debemos preocuparnos en mayor medida. Algunos de estos sucesos no son diferenciados como negativos por mucho tiempo.
Es el caso del maltrato en pareja, ya que en ocasiones recibimos acciones positivas, otras negativas, otras soportables. Así, el malestar se va manteniendo, se va ajustando hasta que la situación se torna insostenible.
La mejor forma de afrontar este hecho es reconocerlo, es decir, no boicotearnos a nosotros mismos diciéndonos que quizás eso es lo normal. Si durante un tiempo muy prolongado te sientes mal en la misma situación o con la misma persona algo está fallando.
Debes de saltar, no se trata de huir pero sí de saltar, afrontar la situación y plantear que soluciones hay. Recuerda que el que aguanta demasiado, rara vez llega con fuerzas al final para intentar cambiar la situación. Quizás el daño ya esté hecho e interiorizado.