¿Alguna vez has sentido presencias fantasmales?
¿Crees en las presencias fantasmales? Quizás hayas oído decir que los fantasmas solo existen dentro de nuestra cabeza . Desde el punto de vista científico, esto es cierto. Aunque, por supuesto, los que son creyentes de alguna religión o secta dirán que es mentira, que los fantasmas en verdad existen, que son tan reales como las personas de carne y hueso.
Son cientos de miles las personas en el mundo que han sentido presencias fantasmales. La sensación es intuitiva. Estás ahí y podrías jurar que hay “alguien” a tu lado. O de repente sientes que alguien te observa, aunque no haya nada a tu alrededor. A veces se trata de una experiencia amable, como que te cuidan. Otras veces la situación te provoca miedo o angustia.
“Las ideologías autoritarias tienen un interés especial en fomentar el miedo a lo irracional, como los aliens”.
-Susan Sontag-
También se sabe de personas en situaciones extremas que han vivido experiencias de este tipo. Por ejemplo, el alpinista Reinhold Messner relató que durante una de sus travesías por el Himalaya tuvo síntomas de congelación. Iba con su hermano, pero de un momento a otro sintió que los acompañaba un tercero. Fue algo muy vívido, aunque él no vio la presencia.
No es el único alpinista al que le ha ocurrido algo de este estilo. También es frecuente en personas que viven situaciones extremas de supervivencia y en los viudos. Pues bien, un grupo de investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) se dio a la tarea de estudiar el fenómeno y ha hecho grandes avances al respecto.
Las presencias fantasmales en el cerebro
Los investigadores detectaron que un gran grupo de personas con problemas neurológicos referían haber sentido presencias fantasmales cerca de ellos. Por eso, lo primero que hicieron fue hacer una resonancia magnética a un grupo de enfermos de epilepsia que decían haber tenido varias experiencias de este tipo.
El grupo de investigadores detectó que había tres regiones cerebrales comprometidas en la percepción de presencias fantasmales. Estas zonas eran la corteza temporal-parietal, la corteza insular y la corteza parietal-frontal. Estas tres áreas se relacionan con la percepción del cuerpo propio dentro de un espacio, la conciencia de uno mismo y el movimiento.
Los científicos también tenían registrado el caso de una mujer que había suscitado su interés. La paciente padecía de epilepsia. Mediante un mecanismo eléctrico lograron estimular las tres áreas cerebrales mencionadas. El resultado fue que ella comenzó a sentir una presencia fantasmal en su espalda.
A partir de estos hallazgos, los científicos comenzaron a sospechar que la sensación de presencias fantasmales estaba relacionada con un problema en la percepción de nuestro propio cuerpo, en un espacio determinado y en condiciones de movimiento. Parecía que el cerebro entraba en confusión cuando no lograba identificar el origen de determinados estímulos.
El experimento de verificación
Para corroborar todo lo planteado hasta ese momento, los investigadores emprendieron un nuevo experimento. Esta vez se trabajó con un grupo de voluntarios. Todos ellos padecían epilepsia, migraña y diferentes tipos de afectaciones neurológicas.
A todos se les vendaron los ojos. Al frente de ellos había un robot que ellos podían mover con su dedo índice. Detrás de cada uno había otro robot, que era esclavo del primero. En otras palabras, reproducía los movimientos del primero. Pero este último le daba un ligero toque en la espalda a la persona, al hacer los movimientos. Entonces la secuencia era esta: la persona tocaba con su índice al robot que tenía enfrente. El robot que tenía a su espalda tocaba al paciente de la misma manera.
Al parecer, algunos se sintieron incómodos al comienzo, pero luego todos se adaptaron. Sin embargo, en la segunda parte del experimento se añadió algo nuevo. Se introdujo un retraso de 500 milisegundos entre el movimiento del primero y el segundo robot. Al cabo de tres minutos, todos los individuos dijeron haber sentido que “alguien” los volvía a tocar, después de que lo había hecho el robot. Pero no era así.
La mayoría estaban convencidos de que había presencias fantasmales allí. Algunos llegaron a contar hasta cuatro fantasmas. Otros no toleraron la sensación y tuvieron que retirarse. Al final, el equipo de investigadores de Suiza probó su hipótesis. En ciertas circunstancias, no somos capaces de percibir correctamente nuestro cuerpo. Sentimos que estamos fuera de él. Y la presencia fantasmal no es más que nuestro mismo cuerpo que ahora percibimos como ajeno.