Algunos efectos psicológicos interesantes
La psicología es una ciencia que es capaz de ofrecer explicación a multitud de acontecimientos que ocurren en nuestro día a día. Sin ser conscientes de ello, todos nosotros, como humanos que somos, caemos en la trampa de ciertos sesgos o efectos psicológicos.
Algunos nos perjudican, otros no; algunos son típicos en ciertas sociedades, otros son comunes entre los adolescentes, etc. Pero, sea como sea, lo cierto es que tienen en común el hecho de que el cerebro emplea atajos para economizar toda la información que tenemos que manejar diariamente. Y esto, en ocasiones, da lugar a ciertos efectos interesantes.
Economizar la información con la que nos vamos encontrando a lo largo de los días es de suma importancia. Aunque en ocasiones nuestro cerebro pueda cometer errores, la mayoría de las veces estos sesgos o efectos favorecen nuestra adaptación.
Piensa en los tiempos de las cavernas. Más nos valía ser rápidos y eficaces antes que analíticos y lentos. Esto último, aunque podía llevarnos a una respuesta más correcta, también podía conducirnos a que fuese demasiado tarde. Ya me entendéis.
Lo que también es cierto es que, en la actualidad, la publicidad, las empresas y la cultura se han hecho eco de estos efectos psicológicos en los que solemos caer y han apostado por ellos como medio para mejorar sus ventas. Y lo consiguen. A continuación te ofrecemos unas pinceladas de los efectos psicológicos más comunes e interesantes, aunque hay muchos más. ¿Con cuáles te identificas?
Un sesgo o prejuicio cognitivo es una interpretación errónea e ilógica de la información disponible, al dar demasiada importancia o demasiada poca a algunos aspectos.
Efectos psicológicos
Efecto Barnum
¿Cuántas veces te ha ocurrido que has leído tu horóscopo y has pensado: ¡esto es justo lo que me ocurre!? Pues no. Nuevamente es tu cerebro el que sesga. Lo que has leído no es lo que te está ocurriendo a ti en particular. Has sido víctima del efecto Barnum, también llamado efecto Forer.
Este tiene lugar cuando nos cuentan o leemos ciertas descripciones que a priori parece que se adaptan perfectamente a lo que conocemos sobre nosotros; sin embargo, si las analizamos bien, podremos darnos cuenta que no son más que descripciones generalistas, vagas y poco precisas que podrían encajar en el perfil de buena parte de la población.
Haz tú mismo la prueba, lee lo siguiente:
“Ten precaución con los proyectos que emprendes, Libra, siempre te echas más carga de la que puedes soportar. Revisa tus límites. Esta semana habrá alguien que quiere pedirte ayuda, intenta hacer lo que puedas, pero no te responsabilices de su cambio emocional. La salud puede que te de un revés, pero no durará mucho tiempo, en seguida volverás a la carga como haces siempre. El lunes y el martes te sentirás muy activo, pero luego el ritmo irá bajando poco a poco”
Como puedes ver, casi cualquier persona podría encajar aquí. ¿Quién no está intentando emprender algún proyecto personal y a veces se pasa trabajando demasiado? ¿Quién no tiene a alguien de su entorno que pasa por una mala racha? ¿Quién no está resfriado de vez en cuando o le duele la espalda? El lunes y el martes estamos más activos, claro, venimos del fin de semana, para después acumular cansancio.
Efecto ajuste-anclaje
Este efecto es muy usado por las campañas de publicidad. Por ejemplo, imagina que vas a las rebajas y ves un abrigo que te encanta. Tiene dos etiquetas: una en la que aparece una cantidad bastante alta y otra mucho más baja, que sería el precio actual.
Sin pensártelo, te compras el abrigo. ¿Qué ha ocurrido? El primer precio ha servido de ancla con la que has tomado una referencia para pensar que entonces estabas adquiriendo una ganga y que no podías desperdiciar esa oportunidad.
Error último de atribución
Ocurre cuando sobredimensionamos los motivos personales de alguien en detrimento de los situacionales. En otras palabras, las personas solemos señalar como causantes de algo al “carácter”, “personalidad”, etc. en lugar de pensar que quizás las circunstancias o el entorno de la persona influyeron mucho más en su actuación. Esto, en consecuencia, conduce a que se den explicaciones erróneas sobre la forma de ser de los demás.
Efecto de falso consenso
Tiene lugar cuando sobreestimamos la cantidad o el grado de personas que están de acuerdo con lo que pensamos. Es una forma de exagerar la confianza en nuestras propias creencias, aunque estén equivocadas. Este efecto puede traer consecuencias negativas: nos impide abrirnos al mundo, a las ideas de los demás, a cómo opinan y sienten otros.
Por lo tanto, caemos en el riesgo de perdernos una valiosa información que nos sería sumamente útil, por ejemplo, en el caso de que seamos los propietarios de una empresa y trabajemos con más personas que no piensan igual y que podrían aportarnos otras formas de ver las cosas.
Correlación ilusoria
Hace que sobreestimemos la relación entre dos variables que son en realidad independientes. Por ejemplo, piensa en los jugadores patológicos. Pueden decirse a sí mismos que “la máquina tragaperras está caliente porque lleva tiempo sin dar premios”.
En este sentido, estamos relacionando el tiempo con la probabilidad de que el juego de un premio, lo que sabemos racionalmente que no tiene nada que ver, más aún si conocemos que las máquinas tragaperras siguen un programa de razón variable o aleatorio.
Profecía autocumplida
También es conocida -con matices- como efecto Pigmalión en el ámbito educativo o efecto Rosenthal en el área de las organizaciones y empresas. Es un efecto que surge cuando tenemos creencias muy arraigadas sobre un tema en concreto y actuamos conforme a ellas.
Lo que ocurre es que la realidad, finalmente, acaba confirmándonos esas creencias como si de una profecía se tratase. Por ejemplo, una persona que sufre de celos patológicos, puede terminar favoreciendo precisamente esa infidelidad con sus celos en un principio infundados. Sus conductas de cuestionar a la pareja, espiarla y atosigarla, cansan al otro, que finalmente puede abandonar la relación.
Efecto del punto ciego
Para finalizar, el efecto del punto ciego habla precisamente de que la mayoría de las veces no reconocemos nuestros propios sesgos y efectos. Pensamos que esto es algo que “les pasa a los demás”, cuando es común que en mayor o menor medida todos sesguemos y caigamos en diferentes efectos.
Como ves, nadie puede librarse de los efectos psicológicos. Lo interesante de esto, es conocerlos y reconocerlos cuando aparezcan, como por ejemplo en las rebajas, en promociones, en adicciones, etc.
En este sentido, cuando los efectos psicológicos nos hacen más mal que bien, sí que es interesante intentar ponerles un nombre, saber que existen y no caer en la trampa. Y tú, ¿en qué efecto te has reconocido?
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- Hogg. M, Vaughan. G,. Psicología Social (5ºedición). Editorial Médica Panamericana (2008)