Almas viejas, almas sensibles
¿Te han dicho alguna vez que eres más maduro que todos los de tu edad? Quizás hayas oído hablar de las almas viejas y las almas jóvenes, según el nivel de inteligencia, sensibilidad, intuición o relación con la época en que viven.
De los dos conceptos, el que más llama la atención quizás sea el del “alma vieja”. El origen de esta expresión proviene de la religión taoísta (una práctica que cuenta ya con más de 5000 años de antigüedad). Según sus creencias, el alma abandona el Tao (entendido como la unidad de todo aquello que nos envuelve) para iniciar nuevas y diferentes experiencias.
Así, y dentro de este enfoque claramente espiritual, el alma vieja representa la etapa final en el viaje de la reencarnación. Es ese último paso donde la esencia única de esa persona se sabe realizada, pero aun así, experimenta cierto anhelo, cierta necesidad de seguir más allá para encontrar algo más grande que no sabe cómo definir.
¿Cómo son las almas viejas?
Los taoístas creen que todo debe regresar a sus raíces. Por tanto, el objetivo final del alma es hacer un viaje nuevamente hacia el Tao una vez que ya se ha impregnado de todos los conocimientos y acontecimientos de vida. Así, el alma pasa por 5 edades y al alcanzar la última, se obtiene la perfección.
En esta última etapa la persona tiene mayores niveles de percepción, pero también se diferencia de sus semejantes porque es más espiritual. Está preocupada por hallar su lugar en el mundo. Considera formar parte de algo más grande que aquello que la engloba. Su meta principal es conseguir la satisfacción interior.
Los taoístas opinan que muchos filósofos, científicos y artistas son almas viejas que hallan en esas profesiones una manera de sentirse más a gusto. Vale la pena destacar que alguien con este tipo de alma le gusta aprender a medida que va haciendo las cosas, suele desafiar el orden de lo establecido y se basa en sus propias experiencias.
“El alma es aquello por lo que vivimos, sentimos y pensamos.”
-Aristóteles-
7 aspectos de las almas viejas
Vamos a conocer mejor a estas personas. Además de cumplir con las características indicadas antes, un alma vieja con todas las letras se caracteriza por estos aspectos.
1. Tiene un alto grado de madurez
Ya desde pequeños tienen la clara sensación de que hay algo que no encaja en ellos. Se aburren con los juegos establecidos para su edad, quieren libros más complejos porque los de cuentos son muy básicos y otros ejemplos similares.
Asimismo, presentan actitudes más maduras, esas donde sacar conclusiones que ni siquiera sus padres consiguen… Todo ello debido a un grado de razonamiento más reflexivo, sensible y elevado.
2. Prefiere estar solo
A la persona con este rasgo espiritual le agrada cualquier ejercicio relacionado con la introspección. Las “almas viejas” no necesitan estar acompañadas porque su interior le basta.
Asimismo, suelen aprovechar su tiempo libre para meditar, para profundizar en sus sentimientos, leer sobre temas profundos. Son silenciosas, introvertidas, muchos las tildan de tímidas, pero en realidad están profundizando en su yo interior.
3. Aprecia las cosas simples
Un alma vieja tiene una espiritualidad muy marcada, se mueve solo por aquello que le apasiona, elige trabajar en algo que le hace feliz y le permite autorrealizarse. Se esfuerza además al máximo por dominar una cosa, pero en vez de continuar con ella, cambia a otra actividad. ¿Por qué? Porque encuentra más placer en el camino que en la meta.
4. Su instinto está muy desarrollado
No solo eso, sino que también se sabe guiar de él. ¡No suele fallarle! Se trata de una persona que observa todo al detalle, tiene la capacidad de formar cuadros completos en su mente.
Así, cuando todas las personas a su alrededor ven un bosque repleto de árboles, él observa cada especie vegetal y animal, el suelo, el cielo, el viento y más. Nada pasa desapercibido para un alma vieja. Puede analizar una persona o situación con lujo de detalles, sin equivocarse.
5. Es muy sensible
Algo que caracteriza también al alma vieja es su elevado su nivel de empatía, ya que puede ponerse en el lugar de los demás, comprenderlos y ayudarlos. Todo esto porque entiende mejor que nadie lo que pasa. Ve más allá de los logros, conoce sus formas de pensar, tiene la capacidad de perdonar, dejar ir lo que hace mal y da consejos sin juzgar.
“El cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma.”
-Victor Hugo-
6. Es un pilar de apoyo para los demás
Las personas que les rodean ven en estas personas a alguien en quien confiar y en quien refugiarse cuando todo va mal. Inspiran, acogen y reavivan las fuerzas de sus seres queridos con su sabiduría y su amor incondicional.
7. Viven en desapego
No dependen de situaciones externas para ser felices. No buscan reconocimiento ni aquello que otro pueda darles, sino que se sienten cómodos con su vida, la abrazan y la disfrutan.
Desventajas de tener un alma vieja
No todo es felicidad y paz interior para estas personas, pues esta espiritualidad a veces juega en su contra. Es por ello que también es bueno remarcar las desventajas de haber nacido con un alma vieja:
- No encaja con las personas de su edad (suele relacionarse con los mayores o ancianos).
- Cree que está desconectado del mundo (no comparte los puntos de vista de sus seres queridos).
- Puede deprimirse o tener problemas de autoestima (se mide a sí mismo con una vara muy estricta).
¿Conoces a algún “alma vieja” o crees que tú mismo puedes serlo? Estos enfoques dentro de la corriente de la espiritualidad siempre despiertan, como vemos, un gran interés.
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