El amor, sin ternura no me vale, no es auténtico

El amor, sin ternura no me vale, no es auténtico
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 24 abril, 2018

El amor sin ternura no me vale, no lo quiero. No es auténtico. Porque para mí es el lenguaje más culto y delicado de la afectividad. En cada palabra, en cada gesto y en cada abrazo ofrecido con ternura se destapa el frasco de las esencias más íntimas, esas que nos reafirman en nuestro vínculo con la persona amada.

“Ternura” es ese tipo de palabra que solo encontramos ya en el museo de las acciones olvidadas. Además, no todos estamos hechos de ese material con el que la afectividad encuentra sus propios caminos, sus vetas, sus recovecos para dar auténtico sentido al amor.

Se necesita de cierta serenidad y cierta calma interior para recrearnos en esas sutilezas en las que se inscriben los mimos, y ese cariño sincero que acaricia la piel y hace latir el corazón.

“Nada es pequeño en el amor. Aquellos que esperan las grandes oportunidades para demostrar su ternura no saben amar”

-Laure Conan-

Paul Ekman, uno de los psicólogos más conocidos en los estudios de las emociones, defendió a través de un trabajo en 1999 que la ternura es una emoción básica que muchos hemos descuidado. En ella se armoniza tanto la necesidad de cuidado, el afecto, la empatía y esa necesidad de cercanía con la cual, conferir seguridad y atención.

La ternura es, por encima de todo, un acto de donación y la expresión más auténtica de la afectividad.

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El ejercicio cotidiano de la ternura nos dignifica

La ternura nos dignifica como seres humanos. Nos permite integrar un conocimiento en el que lo simple adquiere -por fin- esa esencia más digna y más sabia, que derriba artificios, egoísmos y materialismos para encontrarnos piel con piel y corazón con corazón frente al ser amado.

Ahora bien, hay un aspecto que no podemos olvidar. Tal y como hemos señalado, no todos saben ni pueden ofrecer una auténtica ternura. Se necesita de una buena dosis de paz interior, de madurez emocional y de autoconocimiento.

Para querer con pasión y honrar con ternura, necesitas ofrecer lo mejor de ti, y esto nunca será posible cuando aún estamos huyendo de nosotros mismos.

Además, otro aspecto a tener en cuenta sobre el ejercicio cotidiano de la ternura es que no solo se expresa a través de los momentos más íntimos. En el arte de la sexualidad esta dimensión se expresa en lo corporal.

No obstante, aquellas personas más sabias en el compromiso de la donación a través de la afectividad, saben que la ternura es cercanía y es el deseo de recrearse en el lenguaje del cariño para complacer el corazón de la otra persona.

 

La afectividad como camino de autoconocimiento

A ninguno de nosotros nos han enseñado cuáles son las bases del amor más enriquecedor, el que no hiere, el que permite crecer. No nos lo han mostrado ni enseñado en un libro, pero lo hemos visto y vivido en esa infancia en la que cada niño se le inicia en el mundo de los afectos, de un modo más o menos acertado.

La ternura es el vínculo más poderoso, imprescindible para fortalecer un apego más sano y más fuerte entre un hijo y sus padres. Es también el sostén emocional más importante para un niño. Más tarde, integraremos estos significados, estos gestos y estos rituales de afectividad con nuestros seres amados.

Esto nos demuestra que la ternura debería estar presente a lo largo de todo nuestro ciclo vital. Porque el cuidado, el mimo y el afecto ponen al descubierto una correcta educación de los sentimientos.

Al practicarlos sin reticencias o miedos, nuestra forma de comunicar se vuelve más hábil. Sabemos elegir las palabras para sumergirnos en las miradas, somos sabios arquitectos de esa cercanía que nutre el cariño, que apaga los miedos y que sofoca las dudas.

No hay nada tan poderoso como un abrazo cuando el ser amado más lo necesita, pero aún es más satisfactorio ofrecerlo sin que exista una razón concreta. Solo porque así lo demanda nuestro corazón.

Las bases de la ternura

Pareja abrazada con ternura

Visto esto, sabemos ya lo importante que resulta “educarnos” en la maestría de la afectividad y doctorarnos en la escuela de la ternura. Solo así conseguiremos construir vínculos más sólidos, más significativos.

Porque lo creamos o no, quienes de verdad dan fuerza y aliento al amor son la ternura, el cuidado y ese cariño que se inscribe en las cosas más simples, las más elementales del día a día.

La expresión de la ternura, y esto no podemos olvidarlo, es suave, delicada y valiente. Porque nos obliga también a destapar el baúl de nuestras propias esencias para compartirlas con el ser amado sin miedos.

Nos dejamos conocer sin muros ni defensas para allanar cualquier camino y propiciar así un encuentro más pleno, a la vez que excepcional. Porque la ternura es al fin y al cabo aquello que vitaliza al anciano, que duerme al niño y que desarma al hombre…


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.