Ansiedad flotante: el vacío donde viven todos mis miedos e incertidumbres
No temo a nada en particular pero en realidad… todo me asusta. Porque la ansiedad flotante es así, es la incertidumbre que acecha y me atrapa, que me quita el aire y las ganas de salir de casa. Es como vivir en una habitación sin ventanas y en soledad, es habitar de forma perpetua en la caracola de mis preocupaciones, en el ovillo asfixiante de mis desesperaciones sin solución…
Decía Virginia Woolf en sus diarios que la vida es un sueño, pero es el propio despertar el que nos mata. Es como si de algún modo, llegara un momento puntual en nuestra existencia en que toca “despertar”, abrir los ojos a las responsabilidades, a las cargas, al movimiento imparable de nuestras ciudades, a ese sonido a instantes desafinado de las relaciones humanas… Así, casi sin darnos cuenta, percibimos que todo ese movimiento no solo nos supera, sino que nos empequeñece.
“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”
-Tito Livio-
Despertar a la vida y descubrir que a veces duele y es difícil es algo que experimentan miles y miles de personas, no hay duda. Sin embargo, hay algo mucho más complejo que viven día a día miles y miles de hombres y mujeres. Se trata de un miedo difuso y sin forma, de estar atrapado en un patrón conductual de preocupación excesiva y recurrente sobre casi cualquier cosa, cualquier acontecimiento.
Asimismo, ese escenario emocional donde solo crece la incertidumbre crónica y el estrés constante, da forma a una manifestación clínica que se conoce como “ansiedad libre flotante” y que a su vez, forma parte del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG). Cabe decir además, que estamos ante una realidad tan desgastante como compleja, puesto que a diferencia de otros trastornos, la preocupación y las reacciones no se centran sobre una serie de aspectos puntuales, sino que lo abarca todo.
El Trastorno de ansiedad Generalizada podría resumirse en una frase tan sencilla como contundente: “siempre estoy pensando en que algo malo va a suceder”.
Ansiedad flotante: el miedo irracional, el miedo no adaptativo
Adrián tiene 35 años y, después de 10 años de relación con una chica, acaba de ser abandonado. Ella se ha enamorado de otra persona y aunque nuestro protagonista, en apariencia, parece estar bien, su entorno más cercano está percibiendo ciertos aspectos muy llamativos. Si bien es cierto que Adrián siempre ha sido algo ansioso, tras la ruptura se ha obsesionado en exceso por varias cosas, una de ellas es la salud de sus padres: temen que estos enfermen y mueran.
Además, en su trabajo también están notando algunos detalles. Adrián es arquitecto, y desde hace ya un tiempo ha empezado a obsesionarse con la idea de cometer un error. Le preocupa en exceso no hacer bien su trabajo y que algo malo suceda bajo su responsabilidad. También teme no poder pagar su hipoteca, de ahí, que esté anticipando ya qué salidas debería barajar en caso de que algo así ocurriera. No obstante, nada de esto ha sucedido aún.
Si hemos puesto el ejemplo de este hombre imaginario es por una razón muy concreta. Se estima que el Trastorno de Ansiedad Generalizada, y en esencia, este miedo flotante que impregna casi cada aspecto de la vida de estos pacientes, afecta en mayor grado a las mujeres. Sin embargo, los datos nos dicen también algo muy relevante: casi el 60% de los afectados no reciben tratamiento o no se atreven a dar el paso en busca de ayuda, siendo una buena parte de ellos, hombres.
¿Por qué me preocupa todo? ¿Por qué vivo en este abismo de incertidumbres y angustias?
Para entender un poco mejor este trastorno, y en esencia, esa manifestación clínica que es la ansiedad flotante, debemos comprender primero qué función tiene el miedo en nuestra vida: prepararnos para reaccionar ante una amenaza “real”, es un mecanismo adaptativo afinado y excepcional que nos permite sobrevivir. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando ese miedo experimentado no tiene una amenaza real?
Aún más… ¿qué pasa si llega un momento en que ese temor, esa angustia impregna cada punto de nuestra vida? Lo que ocurre sencillamente es que nos quedaremos encallados en una dimensión paralela digna de la peor pesadilla. Porque no hay nada peor que vivir con miedo.
Posibles causas
Muchos científicos y neuropsiquiatras lo tienen claro: el TAG es un síndrome distinto a cualquier otro. Así, desde la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, nos explican que esta ansiedad flotante se debe a una disfunción en distintas partes del cerebro, siendo una de ellas, la amígdala.
Recordemos que la amígdala, esta pequeña estructura del tamaño de una almendra, media con nuestras emociones, memoria y con la percepción del miedo. En un momento dado, y por razones que se desconocen, los circuitos que conforman esta afinada región cerebral se alteran, y con ella, el propio orden y equilibrio de nuestra vida.
¿Cómo tratar el Trastorno de ansiedad Generalizada?
Cómo siempre ocurre con el tratamiento de la ansiedad, son necesarios dos enfoques a la hora de abordar esta condición clínica. La medicación, por su parte, reduce los síntomas y pone a su vez, las condiciones necesarias para que la psicoterapia sea mucho más efectiva.
“La catástrofe que tanto te preocupa, a menudo resulta ser menos horrible en la realidad, de lo que fue en tu imaginación”
-Wayne W. Dyer-
Generalmente se utilizan fármacos basados en la inhibición selectiva de la recaptación de serotonina. No obstante, y en muchos casos, se ve necesaria también la administración de algunos antidepresivos -recordemos siempre que cada paciente es único y su realidad personal exigirá un tratamiento exclusivo-.
Por otro lado, la terapia cognitivo-conductual y todas aquellas terapias enfocadas en la gestión del estrés son muy efectivas para reducir esas preocupaciones excesivas provocadas por la ansiedad flotante. Con ellas aprendemos eficaces estrategias de afrontamiento y desarrollamos comportamientos más saludables e integrativos.
Para concluir, cabe señalar también que nunca está de más atender otros aspectos de nuestra vida: la alimentación y practicar algún tipo deporte o alguna técnica de meditación son también herramientas complementarias con las que dominar el miedo, con las que focalizar un poco mejor la atención a lo que es importante, a lo que es esencial y aprender así, a pensar de manera correcta para vivir mejor.
Imágenes cortesía de Agnes Cecile