Apreciación como clave para ser más feliz
Que cada vez sufrimos más, es una realidad indiscutible. Antaño, la gente era mucho más tolerante y conformista, se sentían a gusto con lo que poseían y estaban libres de necesidades no necesarias. Pero hoy en día no nos basta, queremos ser más, tener más, llegar a más, como si más fuese siempre sinónimo de mejor.
El resultado es una insatisfacción con la vida en general y la sensación de que siempre nos falta algo. Si asumimos que nuestras emociones vienen determinadas por nuestro filtro mental, que nuestra actitud es el tamiz de la realidad externa, nos daremos cuenta de que tenemos un inmenso control para cambiarnos a nosotros mismos. Cada cual es dueño de su propio coco y ahí nada ni nadie puede meterse.
Por suerte, tenemos la capacidad para dejar de ser esclavos de lo que la cultura, la sociedad y el mundo nos intenta vender. No tenemos por qué comprar la idea de que lo externo nos dará la felicidad, ese trabajo tan deseado, esa pareja tan anhelada, ser el más guapo o el más admirado… Esto realmente no es nada, puede darte cierto placer o diversión, pero se queda en eso.
Si ya no eras feliz con lo tenías, no lo serás con lo que te falta
Nos creemos que todas esas cosas nos harán felices porque hemos depositado en ellas unas expectativas irrealistas y además pensamos que realmente lo necesitamos, cuando para nada es así. Una vez lo consigues te das cuenta de que no era para tanto y que tu estado anímico sigue igual… ¿Pero esto que yo deseaba tanto no iba a hacerme feliz por fin? ¿Qué es lo que ha pasado?
La respuesta es sencilla: no eres feliz porque no has aprendido a ponerte en modo apreciación
¿Y como se hace eso?
Se podría decir que ponerse en modo apreciación es olvidar el modo queja y activar el agradecimiento. Estamos todo el día quejándonos, como si así fuésemos a conseguir que las cosas sean perfectas.
A nadie le hace falta que las cosas sean totalmente perfectas, lo que hace falta es que sepamos apreciar las cosas tal y como son. Se trata de un cambio mental que hay que practicar a diario, hasta que salga solo de manera natural.
- Abandona las quejas: está bien de vez en cuando quejarse si es que así vamos a conseguir cambiar algo que nos desagrada por algo que nos puede agradar. El problema es tenerlo como un deporte y quejarnos de absolutamente todo, incluso de cosas que por mucho que nos quejemos no vamos a poder controlar ni modificar.
Intenta proponerte cada día el quejarte un poco menos, hasta que acabes por no quejarte de casi nada, aceptando las cosas tal y como son.
- Deja de buscar culpables: Nadie tiene la culpa de tus problemas. Si te encuentras mal o te sientes desgraciado, es tuyo. No olvides que el dueño de tu mente eres tú. Echar las culpas a los demás te coloca en la posición de una marioneta, sin ningún control sobre tu vida.
La vida tiene cosas buenas y otras no tanto. Gastemos nuestras fuerzas en buscar soluciones en lugar de en buscar quién tiene la culpa.
- Da las gracias: Si te pones conscientemente a reflexionar sobre todo lo que posees te darás cuenta de que te sobra de todo y eres un privilegiado. Haz el ejercicio de coger papel y lápiz y hacer una lista de lo que tienes, tanto material como inmaterial. Y cuando hablo de todo lo que tienes, es todo, desde tener piernas para correr hasta tener un trabajo para comer. No podemos olvidar la realidad: hay gente que no lo tiene. Por lo tanto, dí gracias.
- Disfruta de los pequeños placeres de la vida: saborea un buen café, alucina con un precioso atardecer, aprecia que comes todos los días, incluso demasiado, ríete a carcajadas con alguien porque sí, aunque no haya motivo, emociónate con un buen tema de rock… Realmente son todas estas pequeñas cosas las que nos hacen más felices, si es que eres capaz de apreciarlas y disfrutar de ellas.
- Juguemos: Piensa que la vida no es más que un juego. Si te das cuenta, estamos metidos en un planeta con forma de pelota que da vueltas, dentro de un universo infinito. Nada tiene mucho sentido o lo desconocemos bastante. Lo que tienes que hacer es agradecer que tú si has tenido el privilegio de nacer, que estás aquí para ver, oler, tocar y sentir todo lo que la naturaleza y el mundo puede ofrecerte.
La vida no es más que un juego para divertirnos, así que mientras estés aquí, no dejes de jugar.
- Eres protagonista, no víctima: ¡Deja ya de decirte a ti mismo lo desgraciado que eres! Empieza a mirar a tu alrededor y fíjate que tienes todo lo necesario para estar bien, desde ya. Te estás quejando de lo que te falta y ese es tu error. Si quieres que las cosas sean de otra manera, empieza a buscar soluciones, a crear cambios pero deja de hacerte la víctima, eso no te va a ayudar.
Hay gente en el mundo mucho peor que tú, y sí, otros estarán mejor. Así es la vida. Sal ahí fuera, lucha por lo que tengas que luchar, vive la única vida que vas a vivir tal y como te salga, y deja de perder el tiempo pensando que el mundo está en tu contra. El mundo no se ha parado a pensar en como tú quieres que sean las cosas ni falta que te hace.
Cortesía imágenes de Maria Kalacheva