Atender a tus necesidades: la mejor forma de vencer la ansiedad
Los trastornos de ansiedad son unos de los problemas psicológicos más frecuentes y prevalentes en nuestra población. En concreto, se encuentran en segundo lugar, después de los trastornos por uso de sustancias como el tabaquismo y el alcoholismo. Esto nos indica que no debemos obviar su importancia, siendo necesario aplicar las mejores estrategias y recursos para vencer la ansiedad cuando haga acto de presencia.
Dada su incidencia y su trascendencia en la población, en este artículo vamos a tratar de identificar cómo se relaciona la ansiedad con uno de sus principales factores de riesgo: desatender las necesidades personales o colocarlas en los últimos estadios de nuestra escala de prioridades.
La ansiedad es un destino con múltiples accesos
Actualmente, nos encontramos en una época en la que la ansiedad está demasiado patologizada, olvidando que más que un trastorno es un sistema de alarma: una de las formas que utilizan nuestro cuerpo y nuestra mente para decirnos que algo no va bien.
Al patologizarla en exceso, se han diseñado una infinidad de tratamientos para vencer la ansiedad pero la mayoría de ellos tienen un gran fallo: tratar solo los síntomas, dejando a un lado el origen y aquello que la mantiene. Este tipo de tratamiento sintomático falla porque no ataca las causas de la ansiedad, sino que se centra en las manifestaciones de la misma.
Este estado emocional no responde a una única causa. Dentro de las más frecuentes se encuentran el estrés sostenido en el tiempo o sentir que existe una diferencia importante entre nuestro “yo-ideal” y” nuestro “yo-real”. Dicho de otro modo, si la diferencia que existe entre el tipo de vida que tengo y el tipo de vida que me gustaría es percibida como grande o insalvable, es probable que aparezca la ansiedad.
Es decir, una de las raíces más comunes de la ansiedad es no atender a nuestras necesidades personales. Si durante un tiempo prolongado vivimos la vida en piloto automático y no creamos el presente que deseamos, saltará una señal de alarma en nuestro sistema psicológico: la ansiedad.
Cuando una persona no atiende a sus necesidades -más tiempo para ella misma, más tiempo libre, menos contacto con algunas personas del entorno o menos carga de trabajo o de la casa/familia-, día a día se expone a un ambiente que en cierto modo le resulta hostil, incómodo y no satisfactorio. Estas sensaciones negativas sostenidas en el tiempo provocan ansiedad.
“Estar contento significa que te das cuenta de que contienes lo que estas buscando”
-Alan Cohen-
No pasa nada por hacer sacrificios y cumplir con obligaciones que no nos apetecen, pero si esto se vuelve la tónica habitual de nuestra vida sí que tenemos un problema. Cuando se adopta indefinidamente este modo de funcionar no se satisfacen las necesidades de cada uno como individuo, nuestra mente tiene una manera de indicarnos que así no vamos bien. Nuestra mente nos puede indicar que éste no es el camino correcto, que la vida no es satisfactoria y que hay que hacer cambios en la misma. Para darnos este toque de atención existe la ansiedad.
La ansiedad se activa cuando tu “brújula interior” no encuentra el norte
Cuando una persona comienza a tener síntomas de ansiedad -taquicardias, mareos, sudoración o sensación de desconexión con la realidad, etc.- lo que primero se hace en terapia es atacar esos síntomas. Y este enfoque o modo de trabajar es correcto, pero insuficiente a largo plazo. Si este estado emocional se mantiene en el tiempo es porque hay algo que lo alimenta. Ese algo puede ser aquello que la ha generado o bien otro elemento; en cualquier caso, hasta que no intervengamos sobre ello, esta seguirá causando daños.
La ansiedad es un sistema de alarma que nos indica que hay que hacer cambios. Estos cambios dependen de la persona en cuestión, en algunos casos pueden estar relacionados con el trabajo, en otros con la vida en pareja, las relaciones familiares, los hijos, etc. En este sentido, cada caso es único y específico, pero la gran mayoría tienen en común el sacrificio de las necesidades o valores personales.
Cómo vencer la ansiedad
Para vencer la ansiedad se tiene que realizar un trabajo personal orientado a mejorar el autoconocimiento emocional, cultivar los valores y las necesidades de cada uno. A corto plazo es correcto que el tratamiento para la ansiedad se concentre en los síntomas de la misma, pero no es suficiente, ya que en la raíz de la gran mayoría de los trastornos de ansiedad se encuentra una falta de satisfacción vital. Por este motivo, si una terapia para la ansiedad no se enfoca en crear un nuevo y mejor proyecto de vida, la ansiedad se tapará momentáneamente pero el problema de base seguirá existiendo.
El primer paso es acudir a terapia, esto parece muy fácil o evidente pero es el error más común que comenten las personas: intentar solucionar un problema que requiere atención profesional especializada, sin ayuda y por ellos mismos. Un tratamiento efectivo comienza por atacar los síntomas de ansiedad, para que, posteriormente la persona sea capaz de definir metas y hacer cambios en su vida que le permitan satisfacer sus deseos más profundos.
“Si quieres ser feliz, establece una meta que guíe tus pensamientos, libere tu energía e inspire tus esperanzas”
-Andrew Carnegie-
Una vez controlados los síntomas más incapacitantes de la ansiedad, para que la superación de la misma sea total se ha de trabajar el desarrollo personal; dentro de este trabajo, una parte muy importante será aprender a dedicar tiempo y espacio a las necesidades personales. Se trata de un camino difícil, quizás, porque se le pide a la persona que responda a preguntas que nunca se ha hecho, como por ejemplo: ¿qué quiero?, ¿qué necesito? o ¿qué me apetece?
Hacerse estas preguntas y contar con la ayuda de un psicólogo abre el camino para vencer la ansiedad. Si sufres de un trastorno de este tipo, da el paso, pide ayuda y comienza a escuchar tus deseos y necesidades más profundas. Esta es la manera más efectiva de comenzar una nueva vida, libre, sin ansiedad.