Beethoven, biografía de un músico atemporal
Ludwig van Beethoven fue una de esas almas atormentadas que se debatió entre la creación y el sufrimiento. Aunque es considerado el genio musical más grande de todos los tiempos, no tuvo una vida feliz, ni logró disfrutar a plenitud de sus éxitos. Incluso desde muy joven estuvo peleado con el mundo.
Beethoven compuso una gigantesca obra. Más de 32 sonatas para piano, 17 cuartetos, 8 tríos, 5 conciertos para piano y muchas más. Sin embargo, lo que ha despertado la admiración de generaciones enteras son sus sinfonías, especialmente la Quinta, que lo hizo muy famoso.
“La música debe hacer brotar sangre del corazón del hombre, y lágrimas de los ojos de la mujer”.
-Ludwig van Beethoven-
Pese a la gloria que tuvo en vida, Beethoven no tuvo una situación económica verdaderamente holgada. Tampoco contó con una vida familiar o amorosa gratificante. Quizás, por ello, su obra tiene esa particular profundidad , y ese tono sombrío y espléndido al mismo tiempo. Su música, como él mismo, es de una complejidad sorprendente.
Una infancia desdichada
Ludwig van Beethoven provenía de una familia de músicos. Tanto su padre como su abuelo eran músicos de profesión. Sus abuelos paternos, Ludwig y María Josepha Poll, ejercieron una fuerte influencia en él. De hecho, su abuelo fue prácticamente la única persona con la que estableció un vínculo afectivo sano durante su infancia, mientras que su abuela fue una aficionada al alcohol.
Beethoven tuvo cuatro hermanos. Él fue el segundo en ser concebido. Su madre, María Magdalena Kewerich era enfermiza y de carácter débil. Su padre, Johann, fue un alcohólico que estaba consagrado a la bebida y poco hacía por su familia. El abuelo Ludwig, en cambio, se identificó con el talento del chico y le dio las primeras lecciones en la interpretación del piano.
Ludwig van Beethoven no supo lo que era el calor de un hogar . Cuando el genio tenía 5 años comenzó a mostrar sus dotes de músico. Según cuentan, su padre quiso sacar provecho de esto para aliviar su situación de pobreza, pero no lo logró del todo. Dicen que apenas a los 12 años, Beethoven ya era un niño hosco que decía odiar al mundo.
Beethoven y sus impresionantes creaciones
Pese a todo, Beethoven logró construir grandes amistades. De hecho, siempre le rindió un culto especial a la amistad. El primero de esos grandes vínculos nació con un joven de apellido Wegeler, quien lo llevó a vivir a la casa de la familia Breuning. Allí tomó clases de piano, conoció lo que era una familia estable y vivió su primer amor. Se enamoró de Leonore, compañera suya en los estudios de música . Ella, sin embargo, lo rechazó. Esto incrementó su molestia con el mundo.
Viajó a Viena en 1787 y completó su formación. También fue donde comenzó a convertirse en toda una celebridad de la música. Se quedó a vivir allí definitivamente desde 1792. Tuvo entonces su etapa más fecunda como compositor. También vivió grandes decepciones amorosas. En 1794 quiso casarse con la cantante Magdalena Will, pero ella lo tildó de “feo y loco” y lo rechazó. Más adelante conoció a Julieta Guicciadi, quien jugó por un tiempo con él. Para ella compuso la famosa sonata Claro de luna.
Entre 1806 y 1810 vivió una relación tierna y apasionada con Teresa de Brunswick. En la misma etapa, compuso la Quinta y Sexta Sinfonías, así como la Apassionata. La relación terminó y luego vinieron un cúmulo de decepciones. A esto se sumó el hecho de que dos de sus hermanos fueron a vivir con él. En realidad, a costa de él. Esto mantenía en rojo sus finanzas.
Un triste final
Desde los 30 años, Beethoven comenzó a percibir los primeros síntomas de su sordera. Por alguna razón, esto le avergonzaba, más que preocuparle. No dependía del oído para componer, ya que su talento iba mucho más allá de lo normal. Por eso, nunca le perdonó a Goethe que hiciera un comentario público acerca de su sordera.
La sordera no supuso para Ludwig van Beethoven ningún problema en términos de su trabajo. Siguió componiendo como si nada. Eso sí, con el tiempo, sus relaciones sociales se erosionaron aún más. Sus hermanos dilapidaban casi todo el dinero que él conseguía. Sus cuñadas lo odiaban. Recibió el encargo de ser el tutor de uno de sus sobrinos y esto fue una enorme carga para él, pues el chico era más que rebelde.
Su salud comenzó a debilitarse. Asfixiado por la situación económica, decidió pedir ayuda a sus amigos y conocidos. La Sociedad Filarmónica de Londres le dio 100 libras esterlinas, como anticipo a un concierto que se ofrecería en su beneficio. Lloró cuando recibió esa ayuda y prometió hacer la Décima Sinfonía en gratitud a este gesto. Sin embargo, la muerte lo sorprendió en 1824, antes de cumplir su promesa.
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- Gómez, J. G. (2002). Genio y drama: La sordera de Beethoven. Medicina, 24(2), 132-135.