La bondad cognitiva: la amabilidad como compromiso psicológico

Ser amables requiere poner voluntad y atención a cada cosa que decimos y hacemos. En un mundo regido por las prisas y los juicios rápidos, ser bondadosos con los demás nos demanda ser más reflexivos y consecuentes.
La bondad cognitiva: la amabilidad como compromiso psicológico
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 febrero, 2022

Ser un poco más amables con los demás nos podría cambiar la vida; sin embargo, no tenemos tiempo. Nos instan las prisas, las propias preocupaciones, la ansiedad y a menudo el cansancio acumulado y la falta de voluntad. La bondad cognitiva es un recurso que podría revertir en nuestro bienestar si fuéramos más respetuosos, afables y cordiales.

Este es un concepto nuevo en el que vale la pena detenernos. Los avances en la comprensión de la cognición humana nos dicen que razonar, pensar y reflexionar exige tiempo, voluntad y energía. Esta secuencia hace que actuemos muchas veces por meros automatismos, por los prejuicios o siguiendo determinados impulsos.

Somos, por así decirlo, ávaros cognitivos; intentamos finalizar lo antes posible los juicios que hacemos para acotar el gasto de energía. Esto afecta a nuestras relaciones. Algo así es lo que provoca, por ejemplo, que seamos cada vez menos cercanos y empáticos con los demás.

Siempre es más fácil juzgar que preguntar y dejarnos llevar un día sí y otro también por los prejuicios y estereotipos. Todo esto traza poco a poco el lienzo de una sociedad menos sensible, fría y hasta egoísta. Practicar la bondad cognitiva sería sin duda la mejor respuesta ante este escenario. Profundizamos en qué consiste.

La bondad cognitiva nos insta a estar más presentes y atentos a nuestra realidad inmediata. Ser empático, consciente y receptivo con los demás y con nuestro entorno implica desarrollar una mente más abierta al presente y no tanto a nuestro interior.

Amigos hablando sobre la bondad cognitiva

Bondad cognitiva: ¿en qué consiste?

La bondad cognitiva va un paso más allá de la inteligencia emocional. Mientras esta última busca habilitarnos en la comprensión y gestión de las emociones, la primera intenta reorientar nuestra forma de procesar la realidad de una manera más amable y respetuosa. Se trataría de aprender a pensar, reflexionar y atender lo que nos envuelve de una manera más atenta e incluso sensible.

Si nos preguntamos ahora en qué consiste la ciencia cognitiva o el cognitivismo cabe señalar que este es un campo interdisciplinario. Es hablar de la mente, de sus procesos, de sus funciones, es referirnos al lenguaje, a la memoria, al razonamiento, a la atención…

Ahora, el estudio de la bondad quiere comprender por qué el cerebro nos puede motivar para actuar de una manera poco afectuosa con las personas que nos rodean.

El término de bondad cognitiva es bastante reciente. Por ejemplo, lo ha utilizado en varias charlas de TED la psicóloga estadounidense Karen Yu. En ellas se pregunta por qué, si la mente es nuestro mejor recurso individual, no hacemos de ella una entidad más bondadosa. En un mundo cada vez más complejo, necesitamos de esta dimensión para dar forma a un presente y un futuro más esperanzador.

Analicemos algunas dimensiones para comprender mejor esta idea.

Seguimos reforzando falsos mitos sobre la bondad

En la actualidad, seguidos dando veracidad a una serie de ideas que menosprecian el sentido de la bondad. Son las siguientes:

  • Ser amable te convierte en alguien vulnerable. Este es un razonamiento completamente distorsionado, porque es precisamente la amabilidad lo que nos permite conectarnos de manera más auténtica con los demás.
  • La bondad te convierte en alguien débil. A día de hoy seguimos reforzando el mito de que “quien es bueno es ingenuo”.
  • Ser bueno es una pérdida de tiempo. A final se aprovechan de ti. Esta es otra idea errónea. Estudios como los realizados en la  Universidad Tohoku Gakuin (Japón) indican que quien realiza actos de amabilidad, bondad y altruismo se percibe más feliz y satisfecho.
  • Si demuestras bondad y amabilidad en el trabajo se aprovechan de ti. En efecto, esta es otra percepción que solemos mantener a la hora de formar parte de escenarios sociales, como los colegios o los entornos laborales. Es como si los comportamientos altruistas revelaran una suerte de debilidad que al final muchos terminan atacando. Cuando lo cierto, es que si todos usáramos la bondad cognitiva nos iría mucho mejor como conjunto, como grupos humanos.

“Al procurar el bienestar de los nuestros semejantes, encontramos también el nuestro”.

-Platón-

La bondad cognitiva como estrategia para potenciar nuestro cerebro y  convivencia

La bondad cognitiva va más allá del aspecto emocional; integra pensamientos, razonamientos y comportamientos. Trabajos de investigación, como los realizados en colaboración con las Universidades de Boston, Río de Janeiro y Valencia nos explican algo importante.

La bondad implica cuidado y atención a los demás y también una voluntad para comprender al otro en su situación, en sus circunstancias.

Para llevar a cabo estos procesos debemos realizar una serie de “esfuerzos” cognitivos. Es dejar de pensar en piloto automático evitándonos actuar por los prejuicios para razonar de manera más meditada y reflexiva. Solo así percibimos la realidad. Solo así nos permitimos ser más sensibles a las necesidades ajenas.

cerebro con corazón representando la bondad cognitiva

Cómo practicar esa competencia cognitiva

La bondad cognitiva no aparecerá en nosotros de un día para otro. No es fácil activarla porque requiere llevar a cabo una profunda tarea de desactivación de sesgos, esquemas negativos de pensamiento y reformulación de ideas. Para empezar, una tarea que todos deberíamos empezar a practicar es la de dejar de prejuzgar.

Nada es tan lesivo para la convivencia como juzgar sin saber, como llevar a cabo nuestras propias conclusiones sin haber conectado con la realidad del otro, dejando a un lado los prejuicios.

Asimismo, la bondad no es solo un sentimiento, requiere actos, implica tomar decisiones y llevarlas a cabo. Por ejemplo, no es suficiente con percibir que mi compañero de trabajo parece preocupado. Lo más decisivo es dar el paso y preguntarle qué necesita.

En esencia, ser más bondadosos desde un punto de vista cognitivo requiere aunar inteligencia emocional con atención, reflexión, toma de decisiones y comportamientos en sintonía con valores. Tal artesanía es compleja, pero los resultados pueden ser maravillosos y más en las actuales circunstancias. Practiquemos la amabilidad y transformemos un poco más este pequeño mundo.


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