Hoy puede ser un buen día para ir más allá de tu zona de confort
El momento perfecto para ir más allá de nuestra zona de confort surge cuando menos lo esperamos, y cuando esto sucede, solo necesitamos dos cosas: valentía y la firme convicción de que merecemos algo mejor. Es un salto de fe, un paso que debe darse con la mente fuerte y el corazón convencido, un cambio que nos acercará por fin a la persona que realmente queremos ser.
Algo que todos sabemos es que la expresión “salir de nuestra zona de confort” ha echado raíces en nuestro lenguaje. Habita en casi cualquier escenario, mediático y cotidiano, y es tal la fiebre surgida en el campo del crecimiento personal alrededor de este concepto que es necesario aclarar alguna que otra idea.
“Si estamos creciendo, siempre estaremos fuera de nuestra zona de comodidad”.
-John Maxwell-
Podríamos decir en primer lugar que en la actualidad se nos insta casi a cada instante a que lo hagamos, a que propiciemos el cambio, porque el cambio es en sí mismo positivo y enriquecedor. Nos ayuda a reciclar perspectivas, a integrar nuevas energías, recursos y a ser más receptivos a todas esas oportunidades que tenemos en nuestro horizonte y que a veces, por indecisión, miedo o timidez no nos atrevemos a alcanzar.
La publicidad, por ejemplo, nos invita de forma permanente a que probemos productos nuevos. A que dejemos nuestra compañía o nuestra marca de siempre por una nueva, por una mejor. Otras veces, cuando le comentamos a alguien aquello de “no sé qué hacer, mi pareja me ha pedido que me vaya a vivir con él/ella”, no falta quien nos responde la clásica frase de “hazlo, lánzate, es momento de salir de tu zona de confort”.
Algo que deberíamos tener muy claro sobre este término es que no puede aplicarse a la ligera. La teoría original de la zona de confort tenía unos principios básicos y esenciales que tal vez, estamos olvidando. Cada uno de nosotros debe disponer de un adecuado auto-conocimiento para saber cuándo y de qué manera dar ese salto de fe. Porque lo último que deseamos es que ese salto, nos lleve a una caída libre. Por lo tanto, hay que saber encontrar el momento perfecto, el instante ideal…
La zona de confort, un espacio donde la temperatura es perfecta
Se nos ha vendido la clásica idea de que las cosas más mágicas, crecen fuera de la zona de confort. Ahora bien, esta frase tiene importantes matices: la magia está dentro de uno, y ese bienestar surge estando en el lugar que nos identifica, que nos hace feliz, que nos satisface. Por tanto, a veces, sí será casi imperativo escalar las muros de ese entorno cotidiano y cómodo que nos envuelve para hallar algo nuevo, algo que se ajuste a lo que realmente necesitamos.
Un erudito que atesora el amor a la comodidad no es apto para ser considerado un erudito”.
-Lao-Tse-
Otras veces en cambio, esa área confortable nos aporta justo lo que necesitamos, ni más ni menos, y es así como algunas personas construyen su felicidad. Por otro lado, y para entender un poco más este término nos será de ayuda buscar su origen, saber de dónde surge este concepto.
Fue en los años 80 cuando un grupo de científicos investigando sobre el abanico de temperaturas en que el ser humano puede trabajar en óptimas condiciones sin experimentar frío ni calor, se estableció que existe un área de confort termal que va desde los 20 a los 24 grados.
Más tarde, en 1991 se publicó un libro de gestión empresarial titulado “Danger in the Comfort Zone” donde la autora, Judith M. Bardwick, hacía uso de este término científico para pasarlo al área del crecimiento personal, definiéndolo como ese estado donde las personas operamos con un nivel de ansiedad “0”.
Ahora bien... ¿y qué ocurre cuando la ansiedad experimentada es tan baja? Que la persona no innova, no es creativa, no tiene alicientes, es un entorno donde el nivel de control de nuestro entorno es tan elevado que ya no generamos nada nuevo, nada original.
En el 2009, el psicólogo Robert Yerkes matizó un poco más el concepto para hablarnos de la “zona de rendimiento óptimo”. Es un área donde gracias una pequeña cantidad de estrés y ansiedad las personas mejoramos nuestro rendimiento. Ese pequeño grado de excitación, es el que nos empuja a buscar otras opciones, a aplicar un pensamiento más innovador, más creativo con el fin de sentirnos verdaderamente satisfechos, pero teniendo siempre “cierta” sensación de control.
De ahí, que sea necesario recordar un importante detalle: los saltos de fe, sin paracaídas y con los ojos cerrados no siempre son buenos. Porque a veces, al salir con demasiado impulso del área de confort vamos directamente a la zona de peligro, ahí donde perdemos las riendas del control y sobrepasamos esa zona de rendimiento óptimo desde la cual, todos deberíamos empezar.
Solo yo elijo cómo y de qué manera salir de mi zona de confort
La frase de “Sal y arriesga, deja atrás tu zona de confort” es casi como ese grito neoliberal que nos empuja a dejar nuestros escenarios conocidos para convencernos de que así, hallaremos el triunfo. Sin embargo, muchas veces estamos obligados a hacerlo, y no solo para alcanzar el éxito, sino para sobrevivir. El joven que deja su hogar para trabajar en el extranjero, por ejemplo, no siempre lo hace por ansias de “experimentar”, a veces, es un exilio obligado para tener mejores oportunidades de vida.
No podemos convertirnos en lo que queremos ser, permaneciendo en lo que somos en la actualidad”.
-Max DePree-
La persona que deja a su pareja después de 10 0 20 años de convivencia no lo hace tampoco para triunfar, sino para ser feliz de nuevo, para reencontrarse consigo mismo y con su dignidad. Por tanto, debemos tener claro que más allá de las voces de esos gurús que nos dicen que las personas nos “acomodamos” demasiado en nuestras áreas de confort, cada uno de nosotros debemos recordar que los cambios nunca se hacen porque sí y a la ligera. Se hacen porque hay necesidades concretas, claras y objetivas: insatisfacción, infelicidad, vacío existencial, apatía, malestar…
Por ello, y para terminar, basta con tener en cuenta que “cambiar por cambiar” no es una moda, nadie tiene por qué venir desde fuera para decirnos que hagamos ese salto, ese cambio. Solo nosotros podemos abrir las cerraduras del enrejado de la zona de confort para buscar lo que necesitamos, solo nosotros elegiremos cuándo y en qué momento: ese en que nos sintamos más fuertes y seamos capaces de burlar las ataduras del miedo.
Imágenes cortesía de Anne Soline