Descubre las características de las personas controladoras

Siempre hay rasgos de personalidad más preponderantes que otros en cada sujeto. Cuando el rasgo es el control, hablamos de personas controladoras. ¿Cómo son y hasta dónde puede llegar?
Descubre las características de las personas controladoras
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 04 agosto, 2023

El control se relaciona con el orden, la estabilidad, la organización; sin embargo, no siempre resulta beneficioso. Esto es particularmente cierto en el caso de las personas controladoras, que pretenden dominar la vida de quienes viven a su alrededor.

Son personas que necesitan saber todo el tiempo qué hace su pareja. Incluso, pueden llegar a manipular a familiares y amigos para obtener lo que buscan. ¿Qué más sabemos sobre este tipo de personalidad además de sus conductas prototípicas? Analizamos las características de las personas controladoras y qué hacer al respecto.

Control y necesidad de control

Según la Real Academia Española, el control se define como ‘comprobación, inspección, fiscalización, intervención’. También como ‘dominio, mando, preponderancia’. En el lenguaje cotidiano asociamos el control con el orden y la planificación.

Hay personas que necesitan tenerlo todo bajo control. ¿Por qué? Porque así se sienten más seguras. Sin embargo, esta necesidad puede volverse patológica cuando interfiere en el bienestar. Pero, ¿cómo son las personas controladoras? ¿Son aquellas que quieren tenerlo todo bajo control? ¿O hay algo más?

Rasgos de las personas controladoras

Con personas controladoras nos estamos refiriendo a aquellas que más que tener control sobre la propia vida, intentan tenerlo sobre la de los demás. Son personas que buscan controlar al otro a través de diferentes mecanismos. Veamos algunas de sus características más relevantes.

1. Necesitan el control

La principal característica de las personas controladoras es que necesitan controlar diferentes ámbitos de su vida: académico, laboral, familiar, social, pasional. Esta necesidad suele responder a un tipo de personalidad, o también a un estilo de adaptación bastante disfuncional.

Este tipo de sujetos intentan que los vínculos sean estrechos, buscando el apoyo incondicional de los demás. Así, cuando trabajan en equipo, por ejemplo, no buscan tanto cooperar o hacer «piña», sino más bien sentirse arropadas por los demás.

2. Tienden a ser entrometidos

Otra de las características de las personas controladoras es la intromisión. Son personas que actúan para ganar influencia en los asuntos de los demás, lo que hace que sean muy invasivas.

Muchas veces, esto se debe al hecho de no tener en cuenta las necesidades o inquietudes del otro. ¿Qué más da que la otra persona no quiera hablar de determinado tema? La persona controladora seguirá insistiendo.

3. Son paternalistas

Las personas controladoras pueden ser muy paternalistas. En ocasiones, recurren a este mecanismo para ocultar su intento de poder o de control sobre el otro. La consecuencia que esto tiene para sus relaciones es que limita la autonomía de los demás.

El paternalismo puede traducirse en conductas conciliadoras, por ejemplo, ofreciéndose a tomar una decisión por la persona; o de forma menos sutil, mostrándose dominador y criticando las decisiones ajenas.

4. Intentan aislar a la persona controlada

Dentro de las características de las personas controladoras destaca su capacidad para aislar socialmente al otro. Esto es otra forma de control. «Si te aíslo, hay menos probabilidades de que recurras a otro para obtener ayuda o compañía». Al separarlo de sus redes sociales pueden ejercer mayor control.

En las relaciones de pareja este tipo de acciones es más evidente. El individuo acaba «haciendo» que su pareja se desvincule de su familia y amigos. Para conseguirlo puede recurrir a diversas tácticas: desacreditar, crear conflictos, culpabilizar, manipular, etc.

5. Tienen baja tolerancia al estrés

Entre las distintas características de las personas controladoras destaca el estrés que sienten cuando no pueden o no saben controlar los eventos externos. De forma inconsciente, creen que solo controlando su ambiente y todos los aspectos de su vida serán capaces de asegurarse que se satisfacen sus propias necesidades.



6. Tienen sentimientos de inferioridad o superioridad

Muchas veces, tras todas estas conductas controladoras y, en algunas ocasiones, manipuladoras, se esconde en realidad un fuerte sentimiento de inseguridad personal o baja autoestima.

Con frecuencia, intentan paliar esa baja autoestima a través del control, porque tienen miedo a que las cosas (o personas) que no controlan, les superen o les generen sufrimiento.

Vale la pena aclarar que no todos tienen baja autoestima. Es más, algunos pueden sentir que son superiores y creer que sus capacidades son las mejores, lo que los lleva a imponer su dominio y control.

7. Son rígidos e inflexibles

Otra de las características de las personas controladoras es que para ellas solo hay una manera de realizar los planes, las actividades o las tareas: el que ellos consideran correcto. Además de eso, piensan que nadie puede hacer las cosas como ellos las hacen.

Estas conductas puedes ser muy perjudiciales para sus vínculos. Por un lado, genera desequilibrio en la relación, ya que una persona asume más responsabilidades y la otra es infravalorada. Por otro, abruma al controlador e impide el crecimiento y desarrollo tanto de sí mismo como del otro.

8. No respetan los límites

Por lo general, a las personas controladoras les cuesta respetar los límites ajenos. Es por eso que intervienen en asuntos que no les conciernen, insisten en tomar decisiones por lo demás y no respetan el tiempo y el espacio personal.

9. Son exigentes

Una de las características de las personas controladoras es que suelen tener expectativas muy altas y a ser exigentes consigo mismos y con los demás para cumplir con sus estándares. Esto puede ser muy contraproducente en sus vínculos porque el otro individuo siente que no es suficiente, incluso ellos mismo pueden llegar a sentirse de esa manera.



10. Tienen poca disposición a delegar

Debido a que piensan que solo ellos pueden hacer las cosas bien, les cuesta mucho delegar, pues al hacerlo pierden el control sobre la tarea. Este patrón conductual es demasiado agotador porque implica estar todo el tiempo activo e involucrado en diversas actividades.

Consecuencia del comportamiento controlador

Tener una personalidad controladora tiene distintos efectos negativos, tanto para la persona como para sus relaciones. A continuación mencionaremos las más comunes, de acuerdo con el libro Cómo dejar de ser obsesivo-compulsivo, controlador o perfeccionista (2022).

  • Agotamiento: controlar la vida de otros y la propia requiere de mucha energía y esfuerzo. A corto y largo plazo, esto termina generando mucho cansancio.
  • Enojos y decepción: como no se puede tener un control absoluto, es normal que la persona controladora se enoje con frecuencia, pues sus expectativas se ven frustradas a cada rato, sobre todo, si son poco realistas.
  • Distracciones: la atención de los controladores se dispersa con mayor frecuencia, pues todo el tiempo están asegurándose de que su control está funcionando, esto los hace perder el enfoque en otros aspectos importantes del momento.
  • Frustración: existen situaciones difíciles de controlar y personas que se resisten a ser dominadas. Por lo tanto, el controlador se encuentra frustrado con frecuencia.
  • Culpabilización: las personas que ejercen control sobre las demás tienden a culparlas cuando las cosas no salen como ellos esperaban. También pueden hacerlo como una forma de manipular: «Estas son tácticas de manipulación que lentamente entrenan a otros a caminar de puntillas a tu alrededor», apunta Alexis Fisher, autor del libro citado.
  • Ansiedad: los sujetos que sienten la necesidad de controlar todo, por lo general, sienten mucha ansiedad porque no es posible dominar todos los aspectos de la vida. A su vez, esta reacción emotiva-conductual las lleva a ejercer mayor control para así reducir su intensidad. Ansiedad y control se retroalimentan de manera mutua.

El control excesivo puede perjudicar la vida de una persona y sus vínculos interpersonales. Por eso, es importante tener en cuenta que existen muchos recursos disponibles para recibir ayuda, entre los que destacan, la psicoterapia.

Cómo superar la necesidad de control

En su libro, Alexis Fisher también brinda una serie de recomendaciones para superar esta necesidad. Veamos algunas de ellas.

  • Aprender a relajarse: la relajación es una estrategia eficaz para disminuir la ansiedad y el estrés que a menudo vienen asociados con los comportamientos controladores. Ejercicios como la meditación, el yoga, la respiración diafragmática y el mindfulness pueden ser muy útiles.
  • Delegar o disminuir las tareas: en secciones anteriores, hemos afirmado que los controladores tienden a asumir la responsabilidad de demasiadas cosas a la vez, lo que los termina abrumando. Así pues, un paso necesario para superar esta necesidad de control es delegar funciones o tareas.
  • Poner y respetar los límites: establecer límites y respetarlos es fundamental para superar el control. Debido a que las personas controladoras suelen ser entrometidas, es crucial que aprendan a trazar límites en su propia conducta y respetar lo que los demás tengan.
  • Soltar lo correcto: otra tarea importante para dejar de lado el control es soltar la idea de que el modo correcto de hacer las cosas es el propio. La persona controladora debe aceptar que hay muchas formas de llevar a cabo una tarea, aunque estas no se adapten las expectativas que tiene.
  • Cambiar el pensamiento negativo por otro realista: en ocasiones, la necesidad de control está mediada por creencias y miedo irracionales. Para superarla es imprescindible identificar, desafiar y reemplazar determinados pensamientos por otros más razonables y realistas. Para conseguirlo, el acompañamiento terapéutico es un buen aliado.
  • Practicar técnicas introspectivas: mediante el uso de las mismas, se insta a explorar los sentimientos que subyacen a esta necesidad de control. De este modo, trabajaremos en pro del establecimiento de cierto balance entre lo que se puede y no controlar.
  • Trabajar la exigencia: en la mayoría de ocasiones, detrás de una persona controladora, se esconden altos índices de autoexigencia que se extienden a terceras personas. Por ello, es pertinente conocer el grado de demandas que acostumbran a realizar y la repercusión de las mismas.

Afrontar y superar la forma de ser controladora es un proceso que requiere de autoconsciencia, paciencia y práctica. Las recomendaciones previas pueden ser de mucha ayuda; sin embargo, pueden no funcionar en todos los casos, ya que cada persona tiene su propia personalidad. Por ende, sugerimos buscar el apoyo de un profesional de la salud mental.

¿Qué hay de los controlados?

Hemos hablado de algunas características de las personas controladoras, y de su gran impacto a la hora de influenciar a los demás. Sin embargo, no debemos olvidar que las relaciones son bidireccionales, es decir, que tras alguien controlador hay alguien que se está dejando manipular o controlar.

Si estás en esta situación, pregúntate: ¿por qué lo aguanto? Tomemos conciencia de lo que nos aportan las personas de nuestra vida, y desvinculémonos de personas que nos hacen daño.

¿Hay alguien que te intenta controlar? Reflexiona sobre si es esto lo que quieres realmente en tu vida; si no, intenta cambiarlo. Escoge bien a quién quieres en tu vida.


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