5 causas de las relaciones «yoyó»: entre el compromiso y el escape
Las relaciones «yoyó» son esos vínculos marcados por la inestabilidad. Hoy parece que pueden funcionar, pero mañana se ven como un desastre. Y pasado mañana aparece la esperanza de que se consoliden, pero a las dos semanas surge la convicción de que no hay caso. Los altibajos y el escape repetido son la única constante.
Las parejas con una relación «yoyó» tienen peleas de forma sistemática. Deciden terminar y aseguran que esta vez es para siempre. Sin embargo, al poco tiempo retoman la relación y juran que ahora sí van a ponerse serios. Nunca sucede. Lo que hay es un debate continuo entre el compromiso y el escape.
Lo que se forma en estos casos es un vínculo moldeado por la inseguridad que puede llegar a hacer mucho daño a ambos miembros de la pareja, en especial porque permanecen con los sentimientos crispados y las expectativas atrapadas en la incertidumbre. ¿Por qué ocurre esto? En general, se impone una lógica del escape. Esto se manifiesta de maneras que describiremos enseguida.
«Cuando carecemos de una sensación de pasado y futuro, percibimos el presente como una plataforma inestable, una base incierta para la acción».
-Timothy Snyder-
1. Usar la relación como refugio
Este es un caso en el que se utiliza la relación como el escape para la inseguridad. La otra persona se ha convertido en una suerte de padre o madre que siempre comprende y perdona. Por lo tanto, brinda una burbuja protectora que resulta reconfortante.
En realidad, no se siente un amor adulto por la pareja. Lo que hay es la satisfacción de una necesidad egoísta. Como la relación no brinda satisfacciones auténticas, se presentan esos intentos de escape, pero después la inseguridad termina siendo más fuerte y la persona vuelve a su refugio seguro.
2. Miedo a la intimidad
El miedo a la intimidad se manifiesta como un malestar en el que la persona quiere tener a su pareja no muy cerca, pero tampoco muy lejos. En el desarrollo de la relación se tiende a profundizar, y entonces viene el escape. Después, se teme perder a la otra persona, y entonces se busca la proximidad.
Esto configura una perfecta relación «yoyó» en la que la nota predominante es el titubeo. Lo más probable es que actuar con tanta ambigüedad termine por precipitar una ruptura. Es desgastante para la otra persona quedar sujeta a los resquemores de su pareja.
3. Miedo al fracaso y el escape como solución
Este es un caso similar al anterior, con la diferencia de que el origen suele ser algún trauma o duelo amoroso que no se ha resuelto. Es probable que la persona inestable tenga miedo de volver a sufrir porque ha tenido experiencias negativas, y anticipa que el dolor sobrepasa sus recursos psicológicos para sortearlo.
Una persona en estas condiciones es como la mariposa que busca la llama, pero sabe que no puede acercarse demasiado porque se quema. Entonces, va y viene, sin terminar de llegar y quedarse en un punto firme. El escape se convierte en la manera de gestionar la angustia que siente.
4. Búsqueda eterna de una pareja mejor
Es posible que la relación «yoyó» se deba a cierta desilusión que suele impregnar a las parejas inmaduras. Después de haber vivido un enamoramiento intenso, se pasa a la siguiente fase y se siente que, como es obvio, la relación ya no tiene la magia de antes. Los defectos de la pareja ahora son más notables, y es posible que haya cierto aburrimiento.
Entonces comienza a tomar forma la fantasía de que ahí afuera puede haber algo mejor. Algo chispeante que ayude a romper con la rutina. Comienza a buscarse esa experiencia, y con ello se introduce la inestabilidad en la relación. A que me voy, a que no. A que encuentro algo nuevo, a que mejor lo que ya tengo, pero no tanto…
5. Miedo al rechazo
El miedo al rechazo es otro de los factores que desatan el escape y, en consecuencia, las relaciones «yoyó». A veces la persona se siente inhibida por su pareja. Le parece que el otro «es mucho» para él o ella, y teme que en cualquier momento le abandonen. Por eso huye hacia adelante, con el objetivo de mantener cierto control sobre la situación.
También es posible que una persona no sea consciente de su valía y tenga la creencia de que su pareja se decepcionará, en cuanto descubra algunos defectos o falencias que pueda tener. El temor al rechazo activa la inestabilidad.
Las relaciones «yoyó» no le hacen bien a ninguno de los miembros de la pareja. Tendrán que emplear muchos recursos emocionales para sortear esa incertidumbre llevada al extremo y no vale la pena dilapidar la energía psicológica en una especie de juego que quizás no tenga salida.
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