9 claves para no olvidar las tareas pendientes
Nuestro cerebro es una red compleja de interconexiones neuronales que nos permite llevar a cabo con éxito tareas muy complejas; gracias a él, podemos adquirir y desarrollar nuevos conocimientos, aprender un nuevo arte o construir máquinas que nos lleven a la luna. No obstante, su funcionamiento no es perfecto, y en ocasiones comete errores tontos que pueden tener un gran coste para nosotros.
Esta paradójica funcionalidad de nuestra mente nos lleva a cuestionarnos por qué olvidamos y qué podemos hacer para no olvidar las tareas pendientes que tenemos. En este artículo repasaremos brevemente las causas del olvido y hablaremos de 7 claves para no dejar de hacerlas.
El olvido
Son varios los factores que intervienen en el olvido como consecuencia de cambios en el mundo que nos rodea o en nosotros. Dentro de estos cambios, el recuerdo se puede debilitar por el paso del tiempo, cambios contextuales o interferencia.
El paso del tiempo
El paso del tiempo es uno de los factores que más afecta nuestra memoria. Si examinamos nuestra experiencia cotidiana, podemos confirmar que la información se olvida, mientras no se repase. Las huellas de la mayoría de los recuerdos se debilitan con el paso del tiempo.
Baddeley, Eysenck y Anderson (2010) afirman que la causa del olvido por el tiempo se debe a que los trazos de memoria se debilitan. A esta idea del debilitamiento a lo largo del tiempo se le conoce como “decaimiento de la huella”. Esta explicación no ha sido probada aún ni está libre de críticas, por lo que no se toma como una causa en sí misma, sino que se asocia a otros dos factores: las fluctuaciones contextuales y la interferencia.
Cambios contextuales
Las fluctuaciones o cambios contextuales pueden hacer más probable el olvido cuando el contexto de recuperación de la información no corresponde con el contexto donde se codificó la información.
Esta curva de olvido se basa en que, con el paso del tiempo, los escenarios cambian, por lo que el contexto de recuperación y codificación terminan siendo muy dispares, lo que no facilita la recuperación de la memoria.
La interferencia
Por otro lado, la explicación de la interferencia plantea que las experiencias se van acumulando y nuevos recuerdos se van configurando, lo que dificulta el acceso a la información que se tenía almacenada. Cuanto más similar sea la información es más probable que ocurra dicha interferencia.
Producto de la interferencia, la información en la memoria a largo plazo puede confundirse o combinarse con otra información durante la codificación, distorsionando o interrumpiendo los recuerdos (McLeod, 2008). Esta interferencia puede ser de dos tipos: retroactiva (la información nueva interfiere el recuerdo de la antigua) o proactiva (la información antigua interfiere el recuerdo de la nueva).
Cómo no olvidar las tareas pendientes
Basándonos en las explicaciones que brevemente hemos examinado y en otras ideas, hemos desarrollado 7 claves para no olvidar las tareas que tenemos pendiente.
1. Escribir la tarea
Hemos visto que el recuerdo se debilita con el paso del tiempo, por eso, conociendo esta característica de nuestro sistema cognitivo, es preciso que le ayudemos. Para esto podemos anotar en una agenda o en un post-it la tarea que vamos a realizar. Escribir no solo nos ayuda a recordar, también facilita que se consolide la información, ya que estamos repasándola al escribirla.
2. Para tareas cortas, mejor hacerlas en el momento
Por otro lado, escribir cada pequeña tarea que tienes que hacer creará una columna interminable de ítems que no querrás ni mirar. Por eso, si se trata de algo como hacer la cama, recoger la cocina o salir a la farmacia, es mucho mejor que lo hagas en el momento en el que te acuerdas.
3. Relajarnos
A veces, estamos tan saturados de tantas cosas por hacer que nos estresamos y no le damos tiempo al cerebro para que procese y codifique bien la información que queremos recordar más tarde. Por eso, tomarnos unos segundos para relajarnos, para respirar y hacer una pausa puede ser beneficioso para no olvidar las tareas pendientes.
Los altos niveles de estrés pueden afectar de manera negativa las operaciones cognitivas implicadas en la formación de memorias explícitas (Sandi, 2012).
4. Valernos de las emociones
Los seres humanos tendemos a recordar mejor aquellos eventos que han estado permeados por emociones intensas. Esto se ha evidenciado en varios estudios que dan solidez a la idea de que los eventos emocionales se recuerdan en mayor medida que los neutros.
Así, sabemos que la excitación emocional influye y afecta de forma positiva al rendimiento de la memoria a largo plazo (Cahill y McGaugh,1995; Bradley et al., 1992).
Partiendo de lo anterior, para aumentar la probabilidad de recordar las tareas pendientes, podemos vincularlas con alguna emoción (agradable, preferiblemente) asociada a la tarea, de tal manera que facilitemos su consolidación en la memoria. Para esto, podemos pensar en lo que queremos lograr y conectarlo con la tarea. Por ejemplo, si debo hacer una tarea de matemáticas, puedo conectarla a mi deseo de graduarme y a las emociones agradables que sentiré en ese momento.
5. No mezclar tareas similares
Hemos visto que la información similar tiende a producir interferencias. Por lo tanto, al organizar nuestra agenda de tareas pendientes debemos procurar, en la medida de lo posible, no programar dos tareas iguales para un mismo día, pues pueden interferirse mutuamente al intentar recordarlas.
6. Usar múltiples claves
Otra forma de no olvidar las tareas pendientes es crear varias claves de recuperación, pero estas deben ser importantes o significativas para nosotros. “La recuperación depende del número y calidad de las claves disponibles durante el recuerdo. Cuando se utilizan claves irrelevantes, la recuperación puede fallar, y también puede fallar cuando una clave que previamente era relevante cambia a lo largo del tiempo” (Baddeley, Eysenck y Anderson, 2010, p. 229).
Para lograr esto, podemos configurar una alarma que nos recuerde la tarea, escribir una nota y pegarla en un lugar visible, pedirle a alguien que llegado el momento nos ayude a recordar, etc.
7. Dormir bien
Para no olvidar una tarea pendiente, es necesario haber codificado y almacenando bien la información. Es necesario consolidar la instrucción para luego poder recordarla. En este proceso de consolidación hay un factor que nos puede ayudar mucho: el sueño.
En una investigación realizada por Diekelmann et al. (2013) se encontró que el sueño puede beneficiar la memoria prospectiva, es decir, recordar que hay que hacer algo (componente prospectivo) y recordar lo que hay que hacer (componente retrospectivo). Entonces, una buena clave para no olvidar una tarea pendiente es dormir bien.
8. Codificar y recuperar en el mismo lugar
Sabemos que la información se recuerda de manera más fácil cuando las señales presentes durante la codificación también están presentes en el momento de recuperar la información (Tulving, 1974). Basándonos en este postulado, una clave para no olvidar las tareas pendientes es intentar recordarlas donde las codificamos.
Por ejemplo, si dentro de tres días tengo que entregar un trabajo en la universidad, lo mejor que puedo hacer es registrar dicha información (“tengo que entregar un trabajo en tres días”) en mi habitación, donde estudio y paso la mayor parte del tiempo. Así estaré codificando la información en el mismo sitio en el que pretendo recuperarla.
No sería muy conveniente intentar almacenar dicha información mientras viajo en el autobús, pues no es el lugar en el que la quiero recuperar. El objetivo es que el contexto donde codifico o almaceno sea el mismo donde considere que es más pertinente recordar. Así, si alguna vez puedes elegir, mejor hacer un examen en la misma aula en el que te han dado clase.
9. Utiliza alarmas y rituales
Además de tu entrenamiento mnemotécnico, que siempre es bueno realizar para la propia salud de tu cerebro, puedes apoyarte en alarmas que te recuerden aquellas tareas que no debes olvidar bajo ningún concepto. Así podrás descansar de la preocupación constante de que no se te pase hacer algo imprescindible.
Otra solución es ritualizar ciertas acciones que prevengan el olvido. Por ejemplo, cada vez que te sientes a estudiar, repasar la agenda para no dejarte ningún tema. Si siempre lo haces así, el automatismo que generarás te ayudará a no olvidar nunca una tarea.
Y, como conclusión, un último consejo para llevar a cabo estas estrategias: perdónate cuando se te olvide algo. En esta vida frenética y plagada de tareas para ayer es normal que a veces se tropiece. A todo el mundo se le pasan cosas y los errores siempre se deben perdonar cuando el esfuerzo está presente.
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- Baddeley, A., Eysenck, M. y Anderson, M. (2010). Alianza Editorial.
- Bradley, M. M., Greenwald, M. K., Petry, M. C., & Lang, P. J. (1992). Remembering pictures: pleasure and arousal in memory. Journal of experimental psychology: Learning, Memory, and Cognition, 18(2), 379.
- Cahill, L., y McGaugh, J. L. (1995). A novel demonstration of enhanced memory associated with emotional arousal. Consciousness and cognition, 4(4), 410-421. https://doi.org/10.1006/ccog.1995.1048
- Diekelmann, S., Wilhelm, I., Wagner, U., y Born, J. (2013). Sleep improves prospective remembering by facilitating spontaneous-associative retrieval processes. PloS one, 8(10), e77621. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0077621
- McLeod, S. A. (2008, December 14).Forgetting. Simply Psychology. simplypsychology.org/forgetting.html
- Sandi, C. (2012). Influencia del estrés sobre las capacidades cognitivas. Ministerio de Educación.
- Tulving, E. (1974). Cue-dependent forgetting. American Scientist, 62, 74-82. https://www.rotman-baycrest.on.ca/files/publicationmodule/@random45f5724eba2f8/AmerSci74_62.pdf