Cómo actuar si vuelve a abrirse una herida emocional que creías sanada
Las heridas emocionales son los daños que experimentamos a lo largo de nuestra vida y que condicionan nuestra forma de interpretar el mundo y desenvolvernos en él. Prácticamente, todas las personas tenemos alguna herida emocional, pero identificarlas y aceptar su presencia no es sencillo. Si formas parte de quienes se han atrevido a mirar de frente esos daños y abordarlos, puede que te hayas sentido decepcionado al comprobar cómo aquello que creías sanado en realidad no lo está.
Perdonar el daño que nos hicieron nuestros padres, amigos, parejas o compañeros de escuela es complicado. Integrar esas memorias dolorosas y aprender de ellas para crecer es un trabajo duro.
Sin embargo, la sensación de logro y libertad que sobreviene tras realizar el trabajo hace que, sin duda, el esfuerzo merezca la pena. Pero, ¿qué ocurre si, de pronto, esa herida vuelve a doler?, ¿si nos encontramos de nuevo sintiendo ira, miedo o tristeza ante situaciones que creíamos superadas? ¿Qué hacer si nos vemos cayendo otra vez en viejos patrones?
¿Cómo actuar si vuelve a abrirse una herida emocional?
Acéptalo como parte del proceso
Es frecuente que cuando nos sentimos recaer en algo que creíamos superado entremos en pánico. Podemos llegar a pensar que todo el trabajo realizado no ha servido para nada, que nos hemos estado mintiendo…, pensando que habíamos avanzado y que nunca lograremos salir adelante. Nada más lejos de la realidad; sanar es un proceso y no suele ser lineal: hay avances, pausas y retrocesos y todos ellos forman parte del camino.
Tal vez esperabas que, una vez elaborado tu duelo, no volverías a sentir dolor al pensar en esa persona. Quizá pensabas que, tras enfrentarte a tu miedo, esas situaciones dejarían de atemorizarte. O puede que creyeses que al aprender nuevos modos de pensar y reaccionar, no volverías a recurrir a los antiguos. Sin embargo, está bien si sucede, es normal y no significa que hayas regresado al inicio.
Felicítate por haberlo identificado
Una de las mayores pruebas de que todo el trabajo personal no ha sido en vano es que has sido capaz de identificar de nuevo esas emociones o patrones de conducta. Reconocer lo que está sucediendo te ayudará a reedirigir el rumbo.
Utiliza tus recursos
Es importante tener en mente que una caída no es una recaída; al contrario, es una oportunidad para detectar en qué estamos fallando y utilizar los recursos que hemos aprendido anteriormente. Por ejemplo, si al sanar el duelo comprendiste que el contacto cero te resultaba beneficioso, tal vez descubras que vuelves a sentir dolor porque has comenzado a revisar las redes de quien fue tu pareja. O, quizá, si al superar una fobia comprobaste que enfrentar las situaciones temidas aligeraba el miedo, puede que estés recayendo porque has vuelto a evitarlas.
Por otro lado, revisa tu di álogo interno, los pensamientos que mantienes normalmente, pues es posible que estos hayan cambiado y estén influyendo en la reapertura de la herida emocional. ¿Has vuelto a recordar con frecuencia eventos pasados, a pensar lo injusto o cruel que fue lo que te sucedió? ¿Cómo te hablas a ti mismo? ¿Te empoderas o te desanimas con tu conversación interna? Los pensamientos se encuentran en la base de los estados emocionales, revisa cómo han cambiado los primeros y encontrarás por dónde continuar.
Sé paciente
Por último, sé paciente contigo mismo. Sentir que vuelves atrás puede resultar desesperante, pero es importante no juzgarse, culparse o tratar de acelerar el proceso. No todos los días tenemos la misma energía o estado de ánimo.
Es posible que un día vuelvas a alzar la voz en una discusión, aunque te hayas propuesto ser más asertivo; es normal que, pese a que hayas mejorado tu capacidad para poner límites, en algún momento caigas de nuevo en la complacencia. Ve paso a paso, lo estás haciendo bien.
¿Y si la herida emocional sigue abierta?
A pesar de lo anterior, es posible que si resurgen miedos, dolores o patrones que creías sanados sea porque realmente no han sido trabajados en profundidad. Tal vez falte algo por descubrir, comprender o abordar y, en este caso, puede resultar muy positivo buscar ayuda profesional. Incluso si ya la recibiste, si sientes que falta algo por finalizar, no dudes en retomar el proceso.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Prochaska, J. O., DiClemente, C. C., & Norcross, J. C. (1993). In search of how people change: Applications to addictive behaviors. Addictions Nursing Network, 5(1), 2-16.
- Chappa, H. J. (2006). Trastorno de pánico: resistencia terapéutica y prevención de las recaídas. Revista Brasileira de Terapias Cognitivas, 2(2), 25-38.