Cómo ayudar a una persona que tiene delirios
Una persona que tiene delirios no siempre encuentra suficiente apoyo -las personas sin ellos tampoco, pero normalmente son menos vulnerables-. En muchos casos, la atención se reduce al diagnóstico y la prescripción de medicamentos.
Mientras tanto, quien está afectado por esta condición puede experimentar un gran nivel de sufrimiento. Tiene ideas, percepciones o experiencias que son muy difíciles de comprender por el resto. La sensación de soledad indeseada a la que se tienen que enfrentar suele ser muy grande, contando con pocas herramientas para evitar que les genere un profundo dolor.
En la actualidad, existen varios enfoques alternativos para ayudar a una persona que tiene delirios. Si bien no sustituyen la atención psiquiátrica, sí pueden ser un excelente complemento para el tratamiento. De hecho, son un componente esencial que no siempre ofrecen los sistemas sanitarios.
Quienes interactúan de forma cotidiana con la persona que tiene delirios, muchas veces no saben qué hacer. Es frecuente que traten de “hacerlos entrar en razón”, porque prima la idea de que “razón” es adherirse a las creencias comunes. También es posible que simplemente se ignore al otro, o que “se le lleve la idea”.
Hay otros caminos para manejar este tipo de situaciones y hablaremos de ellos enseguida.
“La idea pionera que presenta es que, aunque los demás consideren que alguien tiene ideas delirantes, el problema no son las creencias inusuales, sino la manera en que se tratan”.
-Tamasin Knight-
Las creencias inusuales
Podríamos decir que en la sociedad hay unas “locuras permitidas” y otras proscritas. Cuando una idea errónea, o incluso delirante, es compartida por muchos, se considera “normal”. Entre tanto, una creencia o una idea poco común se tilda de “anormal”. Si, además, hay un diagnóstico de por medio, todo queda en el terreno de la enfermedad.
No todos los profesionales de la salud mental ven las cosas de esta manera. Entre muchos otros, los investigadores Marius Romme y Sandra Escher han encontrado que la escucha de voces y las creencias inusuales son más comunes de lo que se piensa. Para algunas personas es una experiencia normal y no tienen que volverse como los demás para “estar bien”.
Desde ese punto de vista, el objetivo no es lograr que una persona deje de tener ese tipo de experiencias y de creencias, sino que esto no le impida seguir con su vida, ni le implique un alto sufrimiento emocional. Al respecto hay mucha literatura disponible, pero por el momento vamos a pasar al punto central de este artículo: cómo ayudar a una persona que tiene delirios.
Ayudar a una persona que tiene delirios
La premisa central para ayudar a una persona que tiene delirios es la de aceptarla como es. Tiene ideas, creencias o experiencias personales que son muy singulares, pero esto forma parte de su identidad. La tarea del entorno no es la de lograr que dejen de ser como son, pensar como piensan o vivir lo que viven. Esto debe respetarse como una vivencia particular, sobre la cual los demás no tienen por qué intervenir.
El deseo, o incluso la exigencia, de los demás para que una persona que tiene delirios cambie, solo es una fuente de angustia para ellos. Lejos de ayudar, incrementa la sensación de incomprensión, aislamiento y tristeza.
Esto nos lleva a algo que resulta muy pertinente: escuchar con respeto. Una persona que tiene delirios debe tener la posibilidad de hablar acerca de sus experiencias, sin ser recriminada por ello. Si se le quiere ayudar, lo indicado es escucharla con respeto y sin juzgarla.
Estrategias de afrontamiento
Si el objetivo es ayudarle a una persona que tiene delirios, la escucha respetuosa es la estrategia central. Además de esto, es posible desplegar otras estrategias que le ayudarán a la persona afectada a tener mayor bienestar. Algunas de ellas son las siguientes:
- Estrategias de protección. Es importante ayudarle a la persona afectada a que identifique cuáles son las acciones o situaciones que le permiten sentirse más segura y protegida. Por ejemplo, dejar encendida la luz por la noche, llevar un sombrero, etc.
- Cambiar de entorno. Cuando una persona está muy angustiada por obra de algún delirio, el cambio de entorno puede ser favorable. Un viaje o incluso un corto paseo ayudan en estos casos.
- Prepararse para situaciones difíciles. Consiste en hacer un plan de enfrentamiento para situaciones exigentes. Es importante identificar cuáles son las amenazas percibidas por la persona afectada y elaborar un plan definido para que pueda afrontarlas.
- Autoafirmación. Una persona que tiene delirios necesita confiar más en sí misma y en lo que está por venir. Decirse frases en afirmativo como “Sobreviviré a esto” o “Seré liberado de esta situación” es algo que puede ayudar.
Una persona que tiene delirios necesita mantenerse apartada del estrés, reforzar su autoestima y sentirse aceptada y amada -necesidades universales, pero en las que suelen tener carencias mayores, precisamente derivadas de la entidad clínica significativa-.
Las rutinas estructuradas les ayudan a asentirse mejor, al igual que el entrenamiento en habilidades sociales y en estrategias de resolución de problemas, incrementando con ellas la sensación de control que puedan tener sobre el entorno.
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- Fernández Escobar, W. (2003). Delirio. Rev. Fac. Med.(Bogotá), 109-113.
- Rojas, V. C., & Rodríguez, A. M. B. (2020). Aplicación de la terapia de aceptación y compromiso en un caso de ideación delirante. Revista de Casos Clínicos en Salud Mental, 8(1), 1.