¿Qué es la identidad personal y cómo se construye?

¿Qué es la identidad personal? ¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Cómo se construye la identidad que tenemos? ¡Sigue leyendo y entérate!
¿Qué es la identidad personal y cómo se construye?
José Padilla

Escrito y verificado por el psicólogo José Padilla.

Última actualización: 25 diciembre, 2023

En la vida, donde la única constante es el cambio, ¿por qué tendemos a creer que nuestra identidad personal, eso que creemos ser, es inmutable? Cuántas veces hemos escuchado expresiones como: «es que él es así», «las personas no cambian».

Cuando pensamos en nosotros y en nuestra identidad, quizás barajemos la idea de que siempre hemos sido lo que somos ahora. Sin embargo, cuando revisamos viejas conversaciones en nuestro chat de Facebook o WhatsApp nos quedamos atónitos, e incluso avergonzados, de ese viejo yo, ¡cómo era posible que pensáramos y escribiéramos así!

La vida nos demuestra, una y otra vez, que nuestra identidad está a merced del cambio. Se trata, en realidad, de un constante devenir que se reactualiza de acuerdo con nuestras experiencias vitales, con nuestros aprendizajes y relaciones, con los cambios en nuestras creencias y formas de vivenciar el mundo. En este artículo nos detendremos a analizar qué es la identidad y cómo se construye.

¿Qué es la identidad personal?

Es un conjunto de creencias sobre el tipo de persona que somos y las propiedades que nos diferencian de los demás. Esta identidad nos permite responder a la siguiente pregunta existencial: ¿quién soy?

La identidad es una construcción que nos proporciona un sentido de permanencia y singularidad. La permanencia se refiere a lo que somos, siendo en todo momento ese «ser idéntico a sí mismo». La singularidad nos da la certeza de que somos únicos e irrepetibles, es el punto de referencia sobre el cual nos diferenciamos de los demás.

Existen varios enfoques que la definen, entre ellos podemos encontrar:

  • Enfoque psicológico: se centra en la interacción de diferentes procesos: memoria, pensamiento, creencias y emociones. Para este enfoque, la identidad es una propiedad mental del ser humano. No se puede localizar biológicamente.
  • Enfoque somático: en este enfoque se reconoce que la identidad yace en el cuerpo. Es decir, que somos lo que somos gracias al cuerpo que tenemos.
  • Enfoque narrativo: la identidad es una narrativa que el sujeto construye para sí mismo y los demás. Así pues, se alcanza mediante la narración que las personas hacemos de nuestra propia vida. La identidad es una historia mediada por el lenguaje.


Características

La identidad tiene varias características:

  • Adaptabilidad: al ser un proceso maleable se puede ajustar a las distintas experiencias que tenemos. Si bien en cierto que cuesta abandonar o cambiar lo que somos, podemos realizar ajustes que nos permitan adaptarnos mejor al entorno.
  • Constancia: es la persistencia que percibimos de nuestra identidad a lo largo del tiempo. Aunque la identidad sea un continuo devenir, es cierto que hay ciertos rasgos de la personalidad que tienden a ser más estables en el tiempo. Estos rasgos representan una utilidad para nosotros , ya que nos proporcionan el fundamento para decir que somos alguien.
  • Coherencia: los rasgos que poseemos, esas características propias que nos dan una identidad, nos sirven como un medio para desplegar nuestros comportamientos en el futuro. Funcionan como un indicador que nos dice cómo actuar, con el fin de mantener, reforzar y consolidar la identidad que hemos construido. La coherencia nos permite sintonizar lo que somos con lo que hacemos.

Factores que influyen en la identidad

La identidad es compleja, pues recibe influencias de múltiples factores que la moldean de un modo u otro. El impacto que recibe de todos ellos es crucial para su consolidación. A continuación, veremos los más destacados.

1. La cultura

Es un factor crucial para la formación y consolidación de la identidad, tanto individual como colectiva. La cultura brinda una serie de tradiciones, valores, creencias, ritos y normas que moldean el modo en que nos comportamos y somos en sociedad. Además, influye en la forma como nos vestimos, comemos y hablamos, aspectos claves para la expresión de nuestro ser.

2. El entorno familiar

La familia, al ser un factor clave para la socialización, ejerce un impacto considerable en la identidad. Los padres, primos, abuelos, tíos, transmiten creencias y principios que influyen en el autoconcepto y la forma de entender el mundo. A su vez, los estilos de crianza y la relación con los cuidadores contribuye de manera significativa en la configuración de lo que somos.

3. Las experiencias personales

Los logros, las derrotas, las alegrías, los traumas, las discusiones con otros, los problemas, las adversidades, entre otros, son factores que interviene también en la identidad. Estas experiencias le dan forma a nuestras interpretaciones del mundo y determinan, hasta cierto punto, la manera en la que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos. De igual modo, influyen en nuestros valores y actitudes.

4. Las interacciones sociales

Los amigos, compañeros de escuela y grupos sociales a los que pertenecemos afectan nuestra identidad, sobre todo, en la adolescencia. Los grupos de pares brindan un sentido de pertenencia que nos permite definirnos. Las opiniones, relaciones y actitudes de los compañeros influyen de forma significativa en nuestra identidad.

La construcción de la identidad personal

Se construye con base en los distintos contextos interactivos, situacionales, sociohistóricos y culturales en los que nos movemos a diario. Para formarse, no solo toma de referencia lo que acontece en nuestro interior, sino que también tienen en cuenta nuestra interacción con el entorno. Su construcción no deviene solo de la realidad subjetiva, también de la realidad social.

En este proceso interactivo, donde nos relacionamos con el mundo social, los otros tienen un rol destacado en la construcción de lo que somos, ya que para que se pueda delimitar nuestra identidad, requerimos de otro que nos reafirme como alguien distinto. Al escindirnos de la realidad social y hacernos un individuo, demarcamos lo que somos, esa identidad que nos configura.

¿Puede haber un yo sin un tú? La existencia de uno depende de la del otro. Yo soy yo, en la medida en que puedo distinguirme de otro y puedo reafirmarme como un individuo diferente y singular, con mi propia historia y con mi propio bagaje de sentidos e interpretaciones. Mi identidad se construye gracias a la alteridad.

Entonces, la identidad personal se configura mediante la separación y diferenciación entre el yo y los demás. Vamos demarcando un límite entre lo que somos y lo que son los otros.

En este contexto, las experiencias juegan un rol central, puesto que ellas van moldeando nuestra forma de sentir el mundo y de interpretarlo. Con cada una de estas interpretaciones vamos dando forma a nuestra manera peculiar de entendernos y de comprender lo que nos sucede. Estas concepciones, formas de sentir, entender y relacionarnos con el contexto sociohistórico van dando lugar a lo que somos.

Esta construcción es dinámica y paulatina. Empieza en la niñez, se intensifica en la adolescencia y se consolida en la adultez. Las experiencias que vamos acumulando y los sentidos que le vamos dando van reajustando y consolidando nuestra identidad. En ella, con el paso del tiempo, van convergiendo otras identidades como la de género, la sexual, la social, etc. Todo esto en conjunto nos hace ser lo que somos.

La identidad a lo largo del ciclo vital

La identidad no es siempre la misma en todos los momentos de la vida y va cambiando según la etapa del desarrollo en la que la persona se encuentre. Veamos un poco cómo se expresa a lo largo del ciclo vital.

Niñez

En esta fase, la identidad está en formación. Los niños comienzan a tener un sentido de sí mismo mediante sus relaciones familiares y el entorno inmediato (la escuela, los amigos del vecindario, etc.). En esta etapa, ellos aprenden las normas sociales y los valores familiares. Reconocen sus gustos y aversiones. Todo esto retroalimenta la forma de ser que están construyendo.

Adolescencia

Aquí la búsqueda del ser, la identidad y la definición del autoconcepto se intensifican. Los adolescentes empiezan a explorar nuevos roles, estilos, ideologías y valores fuera de la familia. Reciben más influencia ahora de sus pares y de la cultura popular. Un acontecimiento crucial para formación de la identidad de los jóvenes es la tensión entre la necesidad de independencia y la dependencia familiar.

Adultez temprana

En esta etapa se consolida la identidad. Las personas suelen vincular su identidad con el trabajo que eligen y se preparan para su futuro. Esto les da mayor sentido de individualidad, les permite reafirmarse de acuerdo con lo que quieren ser a corto, mediano y largo plazo. Las toma de decisiones y la autonomía adquieren una gran relevancia.

Adultez media

Llegados a este punto del desarrollo, la identidad ya está bien establecida y delimitada. Los sujetos se centran en sus logros, la carrera y la familia. En este último escenario, pueden llegar a experimentar el nido vacío, el cual les exigirá reconfigurar la identidad. También, la jubilación es otro factor que puede exigirles un cambio en su visión de sí mismos.

Vejez

Aunque la identidad en esta fase es mucho más estable, no deja de variar, pues en la vejez también se enfrentan diferentes retos que demandan o generan cambios en la forma de ser. A pesar de todo esto, los individuos conservan en gran parte la esencia de lo que son y se enfocan en la sabiduría y en transmitir un legado a las nuevas generaciones.

Diferencia entre la identidad personal y la identidad social

Ambas formas de identidad son esenciales en el modo en que nos vemos y nos perciben los otros. Aunque están muy relacionadas, tienen pequeñas diferencias que las convierten en entidades distintas.

Como ya hemos mencionado, la identidad personal alude a un conjunto de creencias, rasgos y experiencias que consideramos propias y que nos dan el sentido de ser nosotros mismos. Por ende, es individual y única para cada sujeto.

Por su parte, la identidad social está relacionada con la forma en que nos definimos en función del grupo social (nacionalidad, etnia, religión, equipo deportivo, profesión, afiliación política) al que pertenecemos. En otras palabras, deriva de la agrupación a la que pertenecemos y no de las experiencias, deseos, valores, creencias y gustos personales.

Mientras que la personal se centra en el «yo», la identidad social se enfoca en el «nosotros». Una se concentra en la individualidad: «soy yo porque soy diferente a ti»; la otra, en la colectividad: «Soy yo porque hago parte de este grupo y comparto sus ideales».

Es importante destacar que en la práctica es muy complicado diferenciar ambas identidades, ya que la una afecta a la otra y se retroalimentan. Así, han surgido teorías que hablan de la fusión de la identidad para intentar explicar cómo la identidad social puede afectar las relaciones personales.

Además, no es posible negar que los colectivos en los que participamos pueden afectar el modo en que nos definimos a nosotros mismos. A su vez, el modo en que nos vemos puede influir en la elección de los grupos a los que nos aferramos.



¿Cómo saber si has desarrollado tu identidad?

Determinar si has configurado tu identidad no es una tarea sencilla, ya que requiere de mucha introspección, autoconocimiento y reflexión. En seguida, te dejamos varios indicadores que podrían ayudarte a responder esta inquietud.

1. Autoconocimiento

  • Es posible que tengas una identidad fuerte, si conoces bien tus fortalezas, debilidades, preferencias y disgustos.
  • También si comprendes tus motivaciones. Es decir, si sabes por qué seleccionas determinados caminos en tu vida y qué te impulsa a tomar esas decisiones.

2. Consistencia

  • Tus valores, creencias, concepciones y actitudes son constantes y coherentes con lo que haces y dices. No cambias de forma significativa en función de los demás o de la situación.
  • Tus acciones están alineadas con lo que eres y con lo que valoras.

3. Independencia

  • Eres capaz de tomar decisiones solo y de acuerdo con tus juicios, metas y valores.
  • No dependes de la aprobación de otras personas, resistes la presión del grupo y las expectativas de quienes te rodean.

4. Relaciones interpersonales

  • Mantienes relaciones sanas sin perderte en ellas, es decir, conservas tu sentido de individualidad e identidad.
  • No cambias tus valores o renuncias a tus principios para agradar o encajar, y reconoces que eres diferente a los demás.

5. Confianza

  • Te sientes seguro de tus habilidades.
  • Tienes una buena autoestima y defiendes tus creencias.

Cómo construir la propia identidad

Ahora, retomaremos los cuatro factores principales que hemos desarrollado en otra sección para ofrecerte una serie de recomendaciones que podrían ayudarte. La idea es que tengas varias opciones para que explores tu entorno y tus gustos, tus preferencias y valores.

1. A nivel cultural

  • Asiste a festividades culturales.
  • Lee libros de literatura de autores locales.
  • Mira películas que hablen de tu cultura.
  • Aprende tradiciones o artesanías locales.

2. A nivel familiar

  • Participa en reuniones familiares.
  • Habla sobre el pasado con tus abuelos.
  • Asiste a las festividades familiares.
  • Colabora en las actividades que organice tu familia.

3. A nivel personal

  • Asume nuevos retos y sal de tu zona de confort.
  • Ten nuevas experiencias.
  • Escribe un diario para registrar tus vivencias.
  • Conecta con tus valores, metas, propósitos, preferencias y virtudes.

4. A nivel de las interacciones sociales

  • Hazte miembro de un grupo o un club.
  • Involúcrate en las actividades comunitarias.
  • Cuida y nutre tus amistades.
  • Desarrolla proyectos de interés social.

Los interrogantes de la identidad

La identidad nos deja más preguntas que respuestas. Es un constructo complejo de definir y de comprender. Así, ¿cómo definir (o sea, ponerle un fin, delimitar), aquello que es un cambio constante? A pesar de su complejidad, es gracias a ella que podemos decir que somos alguien.

Cuando nos vemos en retrospectiva y observamos que éramos distintos en el pasado en comparación con lo que somos ahora, ¿qué nos diferencia? ¿Qué hacía que eso que éramos y que existió en ese entonces fuésemos nosotros? ¿Eso que fuimos y que somos ahora son dos o una sola identidad personal?


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