Trabajo e identidad: ¿cómo se relacionan?

Las personas tendemos a identificarnos con nuestro trabajo. Sin embargo, al tomar esta dimensión como base para construir nuestra identidad asumimos algunos riesgos. Veamos cuáles son.
Trabajo e identidad: ¿cómo se relacionan?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 09 diciembre, 2022

Cuando conocemos a una persona nueva, una de las primeras preguntas que le hacemos es “¿a qué te dedicas?”. Y es que tendemos a vertebrar la identidad propia y la de los otros en función de su ocupación. Esto es positivo en tanto que nos permite atribuirnos y atribuir ciertos roles, sentirnos parte de un grupo y diferenciarnos del resto. Sin embargo, cuando trabajo e identidad están excesivamente relacionados, podemos tener problemas.

La identidad que surge en torno al trabajo es, en primer lugar, propia: pues nos lleva a autopercibirnos de una determinada forma y a orientarnos hacia ciertas actividades, valores y actitudes. Pero también es social, ya que los otros nos valoran positiva o negativamente en función de nuestros roles y categorías laborales. Pero, ¿cómo nos influye todo esto?

¿Qué es la identidad?

La identidad es un constructo que define lo que una persona es y que permite distinguirla de otras. Es la definición de lo que somos o queremos ser, hecha por nosotros mismos y por los demás en función de las categorías a las que pertenecemos. Esta identidad se construye a través de los procesos de socialización, de manera que vamos dando forma a este concepto a medida que nos relacionamos con los otros y con el entorno.

Este proceso se lleva a cabo mediante los agentes sociales; es decir, todas las personas o instituciones con las que nos relacionamos. De este modo, la familia es nuestro primer grupo de pertenencia y forma nuestra identidad primaria, pero posteriormente esta se va ampliando y moldeando a través de la escuela y los grupos sociales. Al llegar a la edad adulta, el trabajo es uno de los grandes ejes vertebradores de nuestra identidad.

Mujer pensando
Según nuestro trabajo, adquirimos una serie de valores y actitudes.

La centralidad del trabajo: ¿qué importancia le otorgas a tu empleo?

El trabajo no solo nos permite subsistir económicamente, le aporta significado a nuestra vida y posibilita nuestra integración y participación en la sociedad. Además, contribuye en gran medida a otorgarnos una identidad personal y social por diversos motivos:

  • Dedicamos una importante cantidad de tiempo en prepararnos y formarnos para el trabajo.
  • Los demás nos identifican con la actividad laboral que realizamos.
  • En función del trabajo, logramos un determinado estatus y jugamos unos roles particulares.
  • Según el trabajo que desempeñamos adquirimos una serie de valores, actitudes y una conciencia determinada.
  • A través de la participación en un trabajo, nos incorporamos a diferentes segmentos del tejido social y, desde ahí, nos relacionamos con personas e instituciones.

En suma, los otros nos leen en base a nuestro puesto laboral y es desde su mirada que nosotros construimos o matizamos esa conciencia de nosotros mismos.

Ahora bien, pese a que el trabajo es un componente principal de la identidad en la mayoría de las personas, no todas le otorgan el mismo peso. De hecho, se trata de un constructo subjetivo denominado “centralidad del trabajo”. Este designa la creencia general acerca del valor del trabajo en la vida de las personas. Y es una dimensión individual; es decir, que cada persona se identifica en un grado con su trabajo y lo considera más o menos central para su identidad.

La relación entre trabajo e identidad

Así, muchas personas se van construyendo en función de su trayectoria laboral. Es decir, se van identificando profundamente con:

  • Su categoría laboral.
  • Las funciones que realiza.
  • El estatus que ostenta.
  • Las personas con quienes se relaciona en el trabajo.
  • La empresa para la que trabaja.
  • El reconocimiento que obtiene por su desempeño laboral.
  • Una cultura determinada, construida en base a los valores, las creencias y las actitudes compartidos en la organización.

Todo esto, pese a que es natural, es un arma de doble filo. Y es que, mientras tenemos éxito, estabilidad o crecimiento profesional, esta asociación entre trabajo e identidad nos beneficia: nos sentimos útiles, importantes, valiosos y triunfantes.

Ahora bien, cuando nuestra realidad laboral no es la esperada, el golpe emocional y psicológico puede ser profundo. Esto puede ocurrir en caso de despido o cambio de trayectoria laboral, en situación de desempleo y, sobre todo, durante la jubilación. En estos momentos se producen cambios fundamentales en la forma en que una persona se ve a sí misma y en cómo la ven los demás. Y es que no solo se pierde el sustento económico, sino también los roles y los significados sociales que antes se tenían.

Hombre triste en la ventana
Hay personas que construyen su identidad según su trayectoria laboral.

Consecuencias de una fuerte asociación entre trabajo e identidad

Dentro de las representaciones sociales del trabajo (es decir, los estereotipos, las opiniones y los valores con carga positiva o negativa), el desempleo y la jubilación tienen connotaciones negativas; y esto puede afectar al autoconcepto. La persona puede comenzar a percibirse como poco valiosa, carente de propósito, invisible o inservible para la sociedad. Y esto puede conducir a problemas de salud mental.

La ansiedad y el estrés, la frustración, la insatisfacción vital y la falta de confianza en uno mismo son algunas de las principales consecuencias. Pero, además, si estas situaciones no se gestionan adecuadamente, pueden terminar repercutiendo en la salud física o derivando en cuadros severos como la depresión.

Por lo mismo, pese a que el trabajo siempre formará parte de nuestra identidad, es importante que tengamos la suficiente flexibilidad cognitiva para no hacer de este el centro de nuestra existencia y valor. En un mundo marcado por la precariedad e inestabilidad laboral y dado que la jubilación es un destino ineludible para todos, lo más saludable es forjar una identidad sana que se mantenga incluso en momentos de cambios.

Al margen de tu trabajo, ¿quién eres? Tu capacidad para responder a la pregunta sin el condicionante, y tu incapacidad para responder con él puede ser una invitación velada para que hagas una revisión interior e intentes ajustar la identificación que tienes con tu ocupación.


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