Cómo desarrollar un Yo fuerte según Sigmund Freud
Un Yo fuerte, según las teorías de Sigmund Freud, es esa entidad capaz de entender sus propias necesidades y a su vez intuir los límites que le marca la sociedad. Debemos ser capaces por tanto de movernos en libertad sacando a la luz represiones internas y sabiendo a su vez cómo movernos en nuestros entornos cotidianos para realizarnos con integridad y satisfacción.
Podríamos empezar diciendo que muchos de esos sustratos que nutrieron en su día el psicoanálisis ya no son tan válidos en la actualidad. Atrás quedan sin duda esas ideas obsoletas sobre la envidia del pene o el histerismo femenino. Sin embargo, cabe decir que el psicoanálisis sigue vigente combinándose, eso sí, con otras técnicas para adaptarse a los tiempos actuales.
El fuego sagrado encendido por el brujo vienés (así llamaron a Freud por introducir un tipo de terapia tan novedosa como arriesgada en su día) sigue vigente, pero perdiendo algo del innegable destello que tuvo hasta no hace muchos años. Así, según nos revelan en estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Linköping, Suecia, el principal problema del psicoanálisis es el tiempo de tratamiento.
Este tipo de terapia demanda sesiones cuatro veces por semana durante los meses o años que sean necesarios. Hoy, algo así exige un elevado compromiso que no siempre es fácil cumplir. La vida actual, tan exigente y caracterizada por la inmediatez no siempre ajusta a este esquema terapéutico tan prolongado. De ahí, que estén más al uso enfoques como las terapias breves.
Sigmund Freud no vería con buenos ojos este tipo de enfoque. Para él, uno de los objetivos claves del psicoanalista debe ser siempre trabajar el Yo de paciente. Hacer de esta fuerza psíquica una entidad saludable y sanar así todo conflicto vetador que se interponga en la libertad y bienestar de la persona.
Y algo así requiere tiempo, un elevado compromiso y un profundo trabajo.
“Ser completamente honesto con uno mismo es un buen ejercicio”.
–Sigmund Freud-
Un Yo fuerte en medio de unas fuerzas psíquicas limitantes
Una de las obras más interesantes de Sigmund Freud fue sin duda Esquema del psicoanálisis. Cabe decir que es un libro inacabado. Freud se encontraba en esos años en el exilio debido a la Segunda Guerra Mundial, contaba ya con una edad muy avanzada y su salud no le permitió finalizar la que fue su obra póstuma y más reveladora.
El libro era una síntesis y su vez un modo de profundizar en sus teorías más relevantes como, por ejemplo, el aparato psíquico, la interpretación de los sueños y la técnica psicoanalítica. Lo destacable fue sin duda las claves con las que delimitó más aún los conceptos de “el ello, el yo y el superyó” y que los expertos denominaron como la segunda tópica freudiana.
Por primera vez el célebre psicoanalista vienés se sumergía en lo que él definía como el “Yo fuerte” y la necesidad en el ser humano de consolidar esta entidad dentro de nuestra arquitectura psíquica. Ahora bien, algo que nos revela el propio Freud es lo complicado que nos resulta disponer y desarrollar un sentido del Yo más saludable.
Estas serían las razones por las cuales muchos de nosotros no nos sentimos realizados, ni felices ni libres.
Causas por las que no desarrollamos un Yo fuerte
En nuestro interior conviven dos fuerzas contrapuestas. Por un lado, está el Ello, con sus necesidades básicas y elementales. Por otro, el superyó, con esa sociedad estricta que delimita nuestros deseos, aspiraciones, sueños…
- El Ello, según Freud, siempre necesita algo, siempre siente a faltar alguna dimensión no satisfecha… Es inquieto, ansioso, no entiende de pasado ni de futuros, su hambre siempre se extiende en el momento presente.
- El superyó, por su parte, es una entidad compleja que siempre nos obliga a aplazar las cosas. Relega nuestros sueños, limita libertades, controla nuestro comportamiento… Es esa entidad social y cultural que nos moldea y que actúa como fuerza represora del Ello.
- El Yo se queda en medio de todo esto. No siempre puede conciliar necesidades con obligaciones, sueños y deseos con el molde que delimita la sociedad. Algo así consigue que a menudo no logremos desarrollar un Yo fuerte; es más, en ocasiones hasta nos sentimos fragmentados y perdidos.
¿Cómo podemos desarrollar una identidad (sentido del yo) fuerte, saludable y feliz?
En el libro Esquema del psicoanálisis Freud explica que hay una serie de factores que determinan el hecho de que no hayamos podido desarrollar un Yo fuerte. Son las siguientes causas:
- Una dependencia excesiva de nuestros padres. El psicoanalista vienés explicaba que los niños tardan cada vez más en madurar, en adquirir competencias en independencia, resolución, iniciativa…
- Haber sufrido una infancia y adolescencia marcada por normas, castigos y una educación estricta.
- Haber crecido sin unas figuras afectuosas y cercanas capaces de favorecer un desarrollo seguro y óptimo.
Como vemos (y como cabe esperar) Freud daba mucha importancia al periodo infantil. Sin embargo, lo realmente valioso de esta obra póstuma es precisamente los consejos que ofrece para conformar un Yo fuerte. Estas serían las claves:
- Para conformar un Yo fuerte no tenemos que luchar contra nuestro Ello o Superyó.
- Se trata de conseguir un adecuado equilibrio entre esas fuerzas: una armonía entre necesidades y obligaciones.
- Para conciliar esas energías hay que sacar a la luz dimensiones reprimidas, tanto del Ello como del Superyó. En esa labor, deberán emerger necesidades escondidas, pulsiones, ansiedades no satisfechas. También deberán ser visibles nuestros miedos de infancia, traumas vividos, recuerdos que no hemos procesado…
- Freud habla a su vez de la necesidad de trabajar nuestra independencia. Una vez hayan salido al exterior todas esas dimensiones estamos obligados a convivir con ellas de forma madura.
- Es posible que durante una parte de nuestra vida (según este enfoque) hayamos vivido supeditados a la idea de que nunca fuimos amados como merecíamos. Es un ansia no saciada que nos persigue ahí donde vayamos. Un modo de crear un Yo fuerte es liberarnos de esa necesidad, porque toda necesidad crea sumisión, alineación y enfermedad.
Como vemos, muchas de las ideas propuestas por Freud a principios y mediados del siglo XX nos siguen siendo útiles o, al menos, dignas de evocarnos alguna que otra reflexión. Fortalecer el yo es una tarea en la que trabajar a diario durante prácticamente toda nuestra vida. No abandonemos por tanto este ejercicio tan saludable.
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- Freud, Sigmund (1998) Esquema del psicoanálisis. Madrid: Debate