¿Cómo hacernos con una voluntad de hierro?

¿Cómo hacernos con una voluntad de hierro?
Sergio De Dios González

Escrito y verificado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 13 septiembre, 2023

Lo ideal sería que nunca la tuviéramos que usar y nadáramos por ríos siempre a favor de corriente. En ningún caso es una buena idea seguir el empeño que alguna personas parecen atesorar: el de llenar sus agendas de actividades y compromisos que ponen a prueba su voluntad. Quizás, conseguir retos difíciles para la voluntad nos genere una gran satisfacción, pero también un gran desgaste.

Así, quizás el primer camino para hacernos con una voluntad de hierro es no abusar de ella. No estar todo el día o todos los días cargando peso, sino intentar que la mayor parte de nuestras actividades vayan a favor de la gravedad. Eso también es inteligencia.

gotas de rocío representando las coincidencias

La voluntad y la costumbre

Además, la voluntad se vuelve menos necesaria cuando creamos una inercia. Por inercia se entiende en física al movimiento que tiene un objeto cuando la resultante de fuerzas sobre él es cero. Imaginemos una canica que rueda por una superficie sin rozamiento: en esta superficie no se pararía nunca o nos costaría más detenerla.

Pues bien, esta inercia en las personas tiene que ver con la costumbre. Por ejemplo, una que tenemos todos, la de levantarnos. Si adoptamos una hora constante para abandonar nuestro refugio entre las sábanas, al final la voluntad que tendremos que hacer para levantarnos será menor. De alguna manera se trata de domar o de adaptar nuestra conducta, con una disciplina, para que el resultado final vaya dependiendo cada vez menos de la voluntad y más de una inercia que perpetúa un movimiento a nuestro favor.

La motivación, el alma de la voluntad

Por otro lado, si hay una ayuda que agradece la voluntad es la de la motivación. Esto, por ejemplo, lo entienden muy mal en las bibliotecas. Lo más habitual es que si te retrasas en el préstamo tengas que guardar ciertos días de sanción. Es decir, si te has retrasado, el día que vayas a devolver los libros no podrás volver a sacar otros. Esta sanción, una vez que ha caducado el préstamo, actúa en contra de que el usuario vaya lo antes posible a la biblioteca ya que elimina su principal motivación para acudir, la de sacar libros inmediatamente.

Sí, inmediatamente, porque el coste de no poder sacarlos en dos días, en tres o en cuatro es percibido por el usuario como mucho menor que el coste de ir a al biblioteca y no poder sacar otros libros inmediatamente. Así, hay usuarios que pasado el día de devolución desplazan la tarea de realizar dicha devolución a cuando la biblioteca les pille de camino a algún otro sitio, en vez de acudir específicamente.

Mujer pensando en autocontrol

La relación entre motivación también la podemos entender en otro sentido. Por ejemplo, cuando nos proponemos una meta a medio o a largo plazo, ir cumpliendo con los objetivos intermedios va a aliviar la carga de voluntad que nos vayan a exigir las tareas que menos nos gusten. Imagina que te has propuesto bajar tu peso 10 Kg, y para ello has decidido cuidar tu dieta e incrementar la cantidad de ejercicio físico diario. Pues bien, si aprecias que las medidas que has tomado para conseguir este objetivo están funcionando, lo más probable es que el esfuerzo que tengas que hacer para mantenerlas sea menor.

Así es como conseguir pequeños objetivos es una gran ayuda para nuestra voluntad.

Voluntad, autoeficacia y definición de objetivos

La fuerza que tengamos que hacer con nuestra voluntad también va a depender de cómo definamos nuestros objetivos. Objetivos precisos, divisibles, evaluables, bien delimitados, sobre los que tengamos casi todo el control y estables van a ser una ayuda para nuestra voluntad. En este sentido, la incertidumbre será uno de los factores que más puede forzar nuestra voluntad, ya que elimina parte de la superficie en la que esta se apoya.

La voluntad también es sensible a la autoeficacia. La autoeficacia tiene que ver con la sensación o la intuición de que vamos a ser eficaces realizando una tarea. Por ejemplo, tengo un amigo que es atleta y me contaba hace poco que lleva una época en la que no hace más que encadenar lesiones y en los últimos dos meses ha tenido que cancelar varios entrenamientos por estas circunstancias.

Me contaba que antes hacer los entrenamientos más fuertes le costaba, pero que ahora mentalmente le cuestan mucho más. Piensa que no va a ser capaz de terminarlos y en última instancia ya ha cancelado algunos antes de empezarlos.

En el caso de mi amigo, es la falta de autoeficacia percibida la que ha subido el listón para su voluntad. La anticipación de tener que levantarse pronto, desplazarse hasta el lugar de entrenamiento, calentar, empezar, tener que suspender el entrenamiento y volver para casa con esa sensación ha sido lo que ha subido la exigencia para su voluntad.

Voluntad y apoyo social

Finalmente, destacar que la voluntad también puede obtener una ayuda muy valiosa en el apoyo social. Por ejemplo, el hecho de compartir con los demás que estamos en proceso de dejar de fumar puede hacer los demás nos ayuden en los momentos de más debilidad. A nuestra voluntad en este caso le tendremos que sumar una motivación que tenemos todos y es la de mantener una coherencia entre lo que decimos y hacemos.

En este sentido, el apoyo social es una arma de doble filo. Si no es inteligente y no recuerda constantemente nuestros fallos o señala anticipaciones que nos cargan de ansiedad puede forzar todavía más nuestra voluntad. Para ello, cuando compartamos el objetivo con los demás también podemos decirles cómo nos gustaría que nos apoyasen.

Como hemos visto a lo largo de este artículo, una voluntad más o menos fuerte es importante, pero muchas veces todavía son más los factores que alivian su trabajo. Lo son porque todo ejercicio de voluntad supone un gran desgaste, una inversión de nuestra fuerza interior, con la que deberíamos ser inteligentes en su uso, ya que es limitada.


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