Cómo saber si estoy en una relación de pareja unilateral
Una relación de pareja unilateral contradice todo principio de lo que se considera un vínculo afectivo. Es la ruptura de la reciprocidad y la vulneración de ese equilibrio perfecto que debe conformar el sustrato relacional. Sin un compromiso conjunto, sin esa voluntad espontánea y auténtica de cada uno por cuidar los detalles cotidianos, con respeto y cariño, todo se viene a bajo.
Ahora bien, lo más complejo de todo esto es que tardamos bastante en darnos cuenta. Porque ese desgaste o esa distancia por parte de uno de los miembros de la pareja llega muy poco a poco, camuflado (en apariencia) por la rutina, la presión del trabajo y esas obligaciones externas que quitan tiempo en casa y al ser amado… Hasta que finalmente uno toma conciencia de que ya no hay equidad ni aún menos presencia.
Aunque tengamos a nuestra pareja al lado, sentimos frío y distancia emocional. Esa ausencia en afecto y voluntades es lo que va configurando la unilateralidad, ese escenario en el que solo uno aporta, nutre y se esfuerza por mantener a flote el lazo. Este tipo dinámicas se definen a menudo como relaciones enfermas. Veamos por qué.
Relación de pareja unilateral
Podríamos definir a la pareja unilateral de una forma muy sencilla: es aquella en la que solo un miembro de la misma invierte más energías, voluntades y tiempo en la relación. Sin embargo, es una realidad mucho más compleja porque las causas que promueven esa situación pueden ser múltiples.
En ocasiones, uno inicia una relación en la que ya aparece esta dinámica desde el inicio y otras veces, es algo que aparece de manera gradual. Sea como sea, hay algo evidente: una relación de pareja unilateral no es saludable, constituye una situación muy dañina para quien la sufre, para quien intenta revertirla, sostenerla a toda costa luchando por ella…
Esto explica por qué los consideramos lazos enfermos, puesto que el sobreesfuezo emocional y psicológico que genera una sola parte en mantener a flote ese lazo es a menudo devastador.
Conozcamos por tanto cómo saber si actualmente estamos pasando por una de estas experiencias.
Eres tú quien siempre acaba cediendo
Uno de los grandes conocedores de las relaciones afectivas y las dinámicas más comunes entre las parejas, es el doctor John Gottman. Sus estudios han durado décadas y sus investigaciones en el llamado “laboratorio del amor” han ayudado a cientos de personas a salvar sus relaciones o a pasar página.
Uno de sus libros más conocidos es sin duda Las siete reglas de oro para vivir en pareja. En este trabajo se incide siempre en un hecho: en la necesidad de llegar a acuerdos. Si esto no ocurre y siempre es uno de los miembros el que acaba cediendo, el que acepta y calla, el que prioriza al otro para ir salvando la relación, ocurrirá algo inevitable. La relación acabará rompiéndose.
Si la balanza cae siempre a un mismo lado y gana la misma parte, la otra experimentará una lenta asfixia emocional en la que se desvanecen autoestimas, dignidades y hasta la salud. Son situaciones muy comunes en la relación de pareja unilateral.
Te es complicado expresar tus sentimientos y necesidades
Una de las características comunes de este tipo de vínculos es la sensación de vacío. Hay algo que siempre falta, es como tener sed y no sentirse nunca saciado. Puedes tener al lado a la pareja, hablar con ella, hacer vida a su lado cada día y sin embargo, hay algo que desafina. Es posible que una persona necesite más de lo que le ofrece el otro, es cierto, pero en las relaciones de pareja uniltaterales se dan más dinámicas.
Ese algo es un bloqueo emocional. Es intentar expresar a la pareja nuestros sentimientos, pensamientos y necesidades y encontrar un muro: “ahora no es buen momento para hablar de eso, es que siempre estás con lo mismo, no sé qué esperas que te diga…”. Estas son las reacciones más comunes. Sin embargo, cuando nuestra pareja necesita nuestro apoyo o afecto, no dudamos un segundo en responder, en colmar esas necesidades al instante.
Tus esfuerzos se dan por sentados (pero no los esperes de la otra parte)
Si hay que pagar algo y lo haces tú, es lo normal, lo que se espera de ti. Si hay que resolver un problema, ocurre lo mismo; como tantas veces. En este escenario que configura una relación de pareja unilateral hay una parte pasiva y otra proactiva que no solo acaba esforzándose por hacer frente a cualquier cosa, a cualquier tarea cotidiana o desafío que haya por delante.
Además, se espera de esa parte que no proteste o reclame porque eso es a fin de cuentas, es lo que se espera y lo que se ha hecho siempre. Tengámoslo claro: en el momento en que este tipo de cosas se dan por sentadas y no se reconoce las acciones mutuas, la relación enferma. Si además se asume que siempre sea uno el que se haga cargo de cualquier tarea o imprevisto, ese vínculo cae herido de muerte.
Relación de pareja unilateral: el agotamiento, la contradicción, las banderas rojas que no queremos ver
En este tipo de vínculos hay multitud de banderas rojas que no siempre se quieren ver. Y la razón de que esto ocurra es sencilla: se llega a invertir tanto esfuerzo, tiempo y emociones que cuesta mucho rendirnos. Se siguen dando más oportunidades, se sigue aunando amor, dedicación y paciencia mientras se espera que algo cambie.
Pero, evidentemente, nada cambia y el agotamiento mental y físico es inmenso. La persona llega a quedar hundida en casi cualquier sentido, psicológica e incluso económicamente en muchos casos. No podemos olvidar que hay relaciones de pareja unilaterales en las que se inicia ese vínculo solo por egoísmo e intereses.
Cada pareja es un mundo, no hay duda, pero hay un principio básico que jamas debe fallar: el amor es equilibrio, reciprocidad, saber hacer equipo, cuidar y aunar esfuerzos, atenciones e ilusiones por esa relación. Si esto falla, todo se viene a bajo. Tengámoslo en cuenta.
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- Gottman, John (2012) Las siete reglas de oro para vivir en pareja. Debolsillo