Cómo sentirte más capaz: el poder personal
Cuando se habla de poder personal, parecería que se hace referencia a la capacidad de influenciar a los demás o de tener un gran impacto en el mundo. Esto no es exacto. El concepto se refiere más bien a la sensación de capacidad o de competencia que cada uno tiene y está más relacionado con uno mismo que con los otros.
El poder personal no está en imponerse sobre otros, sino en la conexión que cada persona tiene consigo misma. Si es profunda y sana, se traduce en sentimiento de confianza para tomar decisiones favorables a sí mismo y hacerse responsable de ellas.
Cuando gozamos de poder personal, sentimos que tenemos gobierno sobre lo que los románticos llaman destino. Conocemos nuestros límites, pero también estrategias para que estos no sean un obstáculo insalvable a la hora, por ejemplo, de conservar nuestro equilibrio emocional.
“Identifica tus problemas, pero da tu poder y energía a las soluciones”.
-Tonny Robbins-
¿Por qué se pierde o no se consolida el poder personal?
Lo saludable es que las personas tengan un sentimiento de competencia arraigado y sólido. Por desgracia, esto no siempre sucede y las razones son varias. Hay situaciones que minan o deterioran el poder personal. Los factores que lo suelen producir son los siguientes:
- Experiencias de infancia. Si se desarrolló en un marco en el que nadie reconoció ni le enseñó a reconocer su valor, su capacidad para influir en las respuestas del entorno, es complicado que se desarrolle una sensación de autoeficacia. La sobreprotección, el abuso o el abandono son circunstancias que aumentan el riesgo.
- Sucesos traumáticos sin elaborar. Las situaciones difíciles y sorpresivas que no se elaboran de forma adecuada podrían hacer que una persona se sienta atrapada en un temor, un sentimiento de impotencia o una inseguridad muy fuerte.
- Autocondicionamiento. Los dos factores anteriores definen en gran medida las cosas, pero esto suele se reforzado a través de creencias e ideas que la persona refuerza continuamente: “No puedo”, “No seré capaz”, “Necesito ayuda”, etc.
¿Cómo recuperar el poder personal?
Cuando se pierde o no se desarrolla el poder personal, lo que prima es la inseguridad, el negativismo y el victimismo. Lo más usual es que en esas condiciones una persona termine refugiándose en rutinas rígidas, en las que no hay lugar para la iniciativa y solo se busca pasar desapercibido. Tampoco hay fuerza para defender el lugar en el mundo y/o los derechos.
¿Cómo salir de esta situación? Hay algunos caminos que pueden contribuir a ello, como los siguientes.
Identificar problemas recurrentes
Cuando alguien está desconectado de sí mismo y de su poder personal, lo habitual es que suela enfrentarse a los mismos problemas una y otra vez. Por ejemplo, quiere hacer algo y comienza a intentarlo, pero desiste pronto si se presenta alguna dificultad. O siente que sus sentimientos son ignorados por los demás, o le parece que es explotada por otros, etc.
Para recuperar el poder personal puedes comenzar identificando esos problemas recurrentes, asociados al sentimiento de incapacidad o incompetencia. También vale la pena tratar de precisar cuáles son las críticas que te haces con mayor frecuencia, así como las opiniones negativas que tienes sobre ti mismo.
Identificar soluciones fallidas
Lo que sigue es que identifiques cómo sorteas, sobrellevas o “solucionas” esos problemas que has identificado. Es posible que, por ejemplo, si tu problema es que no terminas lo que comienzas, hayas elegido como solución justificar tu decisión de abandonarlo, enfatizando todos los aspectos negativos que aquello tenía.
También es posible que hayas decidido solucionar tu inseguridad tratando de imponerle tus propias opiniones a los demás. O afrontando la crítica con victimismo, etc. En todos esos casos lo que tienes que pensar es hacia dónde te conducen esas “soluciones”, qué ganas con ellas. Lo más probable es que descubras que solo consigues que el problema se vuelva recurrente.
Por lo tanto, el objetivo es que te hagas consciente de aquellas “soluciones” que en realidad solo te sirven para seguir eludiendo el problema, pero no para resolverlo. ¿Qué podrías hacer en cada caso? ¿Cuál sería una solución real?
Invierte en tu desarrollo
Invertir en ti mismo es una gran idea. Hablamos de inversión de dinero, pero también de tiempo y dedicación. Puedes, por ejemplo, comenzar aprendiendo algo que consideres valioso para ti. Elige alguna actividad que te guste y que no te demande demasiado al principio. El aprendizaje de algo nuevo te hará sentir más capaz.
Si tus emociones son muy confusas o no logras darles dirección, invierte en una consulta profesional. Es uno de los grandes regalos que puedes hacerte y es posible que te ayude a dar un paso definitivo. Invierte tiempo en ti, en tu autocuidado, en tu alimentación, en la calidad de vida. Así se va forjando el camino del poder personal.
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- Álvarez, A. C. (2012). La magia de la PNL: Comunicación, transformación y poder personal (Vol. 1). EDAF.