Cómo superar la separación de tus padres cuando eres adulto
¿Cómo superar la separación de tus padres cuando eres adulto? La vivencia de esta realidad suele vivirse en ciertas ocasiones como algo tabú. Porque más allá de lo que podamos creer, afrontar la ruptura y distancia de nuestros progenitores se vive con desconcierto e incluso con angustia aunque contemos ya con veinte, treinta o incluso cuarenta años.
Bien es cierto que este hecho puede ser más delicado para un niño. Pero esto no quiere decir ni mucho menos que el adulto sea inmune a determinadas emociones, conflictos internos e incluso resistencias. Hay quien señala, por ejemplo, que a menudo llegamos a ver la relación de nuestros padres como una especie de institución sagrada. Nos decimos incluso con cierta ingenuidad que llegada una edad, lo suyo es un acuerdo eterno e irrompible.
Sin embargo, las parejas se rompen, los matrimonios quiebran y el amor se desvanece, así como la paciencia. Las separaciones se dan a cualquier edad, incluso en las más avanzadas, en esas en que los hijos ya son adultos. Comprendamos por tanto cómo se viven estas situaciones y cómo deberían manejarse.
¿Cómo superar la separación de tus padres cuando eres adulto?
Desde el campo de la psicología sabemos que ningún cambio o transición resultan sencillos. Ser adulto no hace más fácil afrontar la separación de nuestros padres, es más, de hecho, puede añadir factores más complejos para los cuales, no siempre estamos preparados. Por término medio, es común que ese distanciamiento se produzca cuando los hijos están en la veintena.
¿La razón? Es en esa edad cuando estos ya adquieren su independencia. Más allá de si siguen viviendo o no en el hogar, ya son autónomos para tomar sus propias decisiones, para cuidar de sí mismos, hacer vida propia y construirse un futuro lejos de sus progenitores. De pronto, los padres se ven viviendo ese nido vacío en el que dejan de focalizar sus preocupaciones y ocupaciones en sus hijos para poner la mirada en sí mismos.
Lo que descubren, a veces, es una realidad que no les agrada. Encontrarse con una relación que ya no enriquece, que carece de intimidad y en la que cada uno tiene intereses propios hace que se opte por la separación. Siempre se está a tiempo de iniciar una nueva vida y la ruptura es, en ocasiones, no solo comprensible, sino también necesaria. Aunque esto no significa que los hijos lo asuman del mismo modo.
En estos casos… ¿cómo superar la separación de tus padres cuando eres adulto?
No invalides tus emociones, tienes derecho a sentirlas (sean las que sean)
Por término medio, la sociedad da mayor permiso a los niños para que demuestren sus emociones. De este modo, que un niño de 6, 10, o 12 años llore, se enfade o se sienta desolado por la separación de sus padres es algo que se ve con buenos ojos. Ahora bien, no ocurre lo mismo con los hijos adultos.
Sin embargo, debemos tenerlo claro: es normal, comprensible y hasta esperable experimentar contradicción, tristeza y hasta enfado en estas situaciones. Salud emocional es sentir la emoción adecuada en el momento adecuado y saber manejarla.
Entiende y acepta (tal vez, era algo que ya veías venir)
A la hora de superar la separación de tus padres cuando eres adulto, lo más importante es aceptar esa situación. No es responsabilidad tuya solucionar nada, aunque quieras mediar para que las cosas se resuelvan, no siempre es posible ni recomendable. En ocasiones, estamos ante una resolución que ya veíamos venir y que, a fin de cuentas, hará que nuestros padres tengan otra oportunidad para ser felices.
Aceptar, comprender y asumir esa nueva realidad es una obligación. No obstante, ello no evitará que sintamos tristeza y dolor por esa nueva situación.
Sé ecuánime, en la medida de lo posible no te posiciones en un solo lado
En ocasiones, esa separación puede estar motivada por causas muy concretas: infidelidades, maltratos, conductas poco éticas… Son circunstancias en las que solemos posicionarnos con la víctima, ya sea nuestra madre o nuestro padre. Estos contextos son muy delicados y es necesario manejarlos bien para no intensificar aún más el sufrimiento.
Lo ideal es ser lo más ecuánimes posible. Evitaremos ser también moneda de cambio y ser parte de ese tipo de chantajes que, en ocasiones, se llevan a cabo cuando las separaciones son problemáticas. Intentaremos actuar con mesura, equilibrio y acierto para que la separación se efectúe del mejor modo posible.
Habla con una persona externa a la familia sobre cómo te sientes
Es importante tener alguien con quien hablar de esa situación. Lo ideal es abrirnos a una figura externa al propio seno familiar, bien sea un amigo, la pareja o un psicólogo. En ocasiones, a la hora de superar la separación de tus padres cuando eres adulto, puede costarte más porque hay cierto sentimiento de culpa, como si hubieras podido hacer algo al respecto.
Necesitamos hablar sobre esos pensamientos y también sobre cómo manejar los cambios. ¿Con quién celebraremos las festividades? ¿Cómo serán esas visitas a nuestros padres por separado? ¿Qué pasa si me llevo mal con uno de ellos, cómo va ser mi relación ahora? Desahogar las preocupaciones es algo catártico.
Para superar la separación de tus padres cuando eres adulto, recuerda lo bueno que te han ofrecido
De nada te va a servir enfadarte con ellos o frustrarte por su decisión. Nuestros padres no son una entidad indisoluble, son dos personas con necesidades propias, independientes y dignos de construir caminos propios. Tienen pleno derecho a iniciar una vida por separado si así lo han decidido.
Para procesar mejor esta situación es bueno recordar lo que te han dado cada uno de ellos. Recuerda sus fortalezas, lo que te han enseñado, lo bueno que cada uno ha imprimido en ti. No busques culpables, la vida es complicada y, al final, hay que tomar decisiones para lograr el bienestar. Ellos no van a cambiar el amor que sienten hacia ti, así que no vale la pena, por tanto, variar un ápice lo que sentimos por ellos.
Se inicia una nueva etapa y como adultos, la afrontaremos del mejor modo posible. Los cambios siempre son complicados pero pueden dar paso a épocas más gratificantes.