Como una muñeca de trapo
En mi memoria perdura un cuento que me contaron alguna vez, la historia de una muñeca de trapo en el mundo de los juguetes de una pequeña niña. La muñeca era la preferida de entre todas las demás.
Cuando parecía que ningún juguete podría competir con su rubia cabellera y sus ojos azules, aquella muñeca, totalmente envanecida, parecía no ver al resto de los juguetes y empeñarse en sentirse alejada de todos y superior por su belleza.
Una nueva muñeca llegó al cajón de los juguetes, la nueva preferida de la reina de la casa, era una encantadora muñeca de porcelana, más bella aún y con rasgos diferentes. De pronto se vio la muñeca relegada al olvido, total ella solo era una muñeca de trapo.
Constató en un oscuro rincón que ahora había sido destronada, y no solo eso, sino que no tenía ningún amigo a quien confiarse ni con quien jugar. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de cómo se había comportado, y se lamentó de haber sido tan superficial.
“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.”
-Thomas Chalmers-
Cuando en lugar de una muñeca somos nosotros
Aunque este es solo un cuento de niños, cierto es que en el fondo y por momentos parecemos empeñados en ser niños, en no actuar en consecuencia con la realidad de la vida como le pasa a esa muñeca del cuento.
Nos vemos envanecidos de los éxitos cuando se presentan y de las buenas cosas que pueden llenar nuestra vida, sin tener en cuenta que lo importante va más allá de las puras circunstancias de un día.
Es lo que muchas personas desean conseguir: tener un buen trabajo, tener una casa y vivir más o menos bien; que las cosas cambien constantemente, y que las mismas circunstancias nos conlleven grande alegrías y a sentirnos en las alturas. Y cuando se consigue ya no se mira más allá, parece que lo demás, de repennte, ha dejado de importar.
Pero ese aparente éxito puede ser un arma de doble filo cuando las cosas dejan de ir tan bien. No es algo nuevo, pero constantemente podemos vernos alejándonos de disfrutar las cosas que realmente se conservan cuando todo cambia: el amor cuando es verdadero, una familia que no abandona por mucho que falles, y los amigos que resisten aún cuando todo va mal.
Lo que realmente importa en la vida
¿Qué es de lo que realmente hay que disfrutar, de lo que hay que enorgullecerse? Hay que disfrutar de la buena salud cuando se tiene, pasar más tiempo con esa familia que nos quiere o esos amigos que siempre están a nuestro lado.
Nos tenemos que sentir orgullosos de nosotros mismos, más que por lo material que podamos acumular, por vivir la vida de una manera que nos haga feliz no solo a nosotros, sino también a quienes nos rodean. Son esas cosas que no tienen valor material, pero que en realidad deberían movernos a sentirnos orgullosos y no aquellas que insisto, se pierden un día sin más.
“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.”
-Benjamin Franklin-
Debe ser muy triste percatarse en un momento de que envanecidos, hemos construido cual muñeca de trapo, nuestra propia infelicidad. Hay que poner los pies en la tierra, las cosas materiales y la vanidad solo sirven para sentirnos momentáneamente bien. Lo que realmente cuenta, es lo que trasciende, y es en ello en lo que debemos concentrarnos… Disfrutar y conservar.