Conectar con los demás: todo un reto para las nuevas formas de comunicación

Conectar con los demás: todo un reto para las nuevas formas de comunicación
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Adriana Díez

Última actualización: 06 agosto, 2023

La tecnología, en lo relativo a la comunicación, es una de las mejores representaciones de esa dualidad que suele residir en cada uno de nuestros actos. Por un lado nos facilita experiencias, por otro lado entraña un serio peligro: el de alejarnos de ellas. Así, conectar es cada día más fácil y al mismo tiempo más difícil.

Las redes sociales, por ejemplo, nos permiten acercar lo que tenemos más lejos: podemos estar en contacto con personas que están a miles de kilómetros sin más demora que la que tardamos en parpadear. Además, podemos conocer qué lugares suelen visitar, saber qué les gusta, cuáles son sus aficiones o cómo evoluciona su círculo social.

El peligro de esta enorme cantidad de posibilidades surge cuando lo que sucede detrás de las pantallas actúa como sustituto, y no complemento, a las formas de comunicación más tradicionales. Así, conectar con las personas es mucho más que darle a “me gusta”, hablar cara a cara implica una enorme cantidad de matices que en el “whatsapp” se pierden y las fotos rara vez tienen el poder de reflejar una realidad completa, o al menos tan completa como la que podemos capturar con nuestros ojos en directo.

Pareja adicta a los móviles

Corremos el riesgo de hacernos dependientes de las redes, de olvidarnos de conectar con las personas a través de miradas y gestos, de olvidarnos del lenguaje no verbal que interpretamos cuando tenemos la oportunidad de “leerlo”, de aparentar en las fotos cuando en realidad no quieres mostrar al mundo cómo te sientes. La clave estará en sacar el máximo partido a las nuevas tecnologías, sin perder o dejar de lado todo lo que estas difícilmente nos pueden dar.

Conectar por necesidad o por gusto

Definimos nuestra línea de actuación cuando necesitamos subir a las redes sociales nuestro día a día; cuando una experiencia deja de ser válida si no aparece “publicada” en estos medios. Cuando no es suficiente con vivirlo y disfrutarlo, sino que necesitamos que los demás lo conozcan y sean partícipes de nuestro momento.

Lejos de reflejar la realidad, un estudio realizado por investigadores de las universidades de Winsconsin, Haverford, Northwestern y Toronto constató que las parejas que más publicaciones hacían en las redes sociales eran las más infelices.

En general, se puede decir que las personas que más necesitan lo de fuera (“me gusta” de tus contactos, visitas a tu perfil, etc.) son también las que más carencias tienen en su mundo interior. Una persona con una buena autoestima no necesitará que los demás den su aprobación sobre fotos o viajes, pareja o amigos ya que simplemente hará uso de las redes para conectar de vez en cuando y estar más cerca, pero nunca por necesidad.

Pareja con móvil haciendo fotos

No olvidemos que hablar o conversar implica más que mantener la mirada en una pantalla o escribir varios mensajes. Tampoco ver fotos es ver paisajes; se nos queda corto. Dar a “me gusta” no significa expresar una opinión completa, simplemente un estoy aquí y te sigo.

La cámara de nuestra memoria es mucho mejor que la de nuestro teléfono

La verdadera esencia de nuestro día a día queda grabada en nuestra memoria y no sería bueno permitir que, por dejarla reflejada en una foto, esta experiencia no dejara en nosotros más huella que la digital. Un solo momento puede esconder una inspiración emocional que podemos perdernos si lo único que utilizamos para mirar es la cámara.

Sin perder la posibilidad de conectar con nuestros amigos al instante o sacrificándola en algunas ocasiones (no pasa nada por dejar el teléfono a un lado), sería bueno sacar tiempo para un café, mantener un contexto común, viajar y tener la oportunidad de abrazar, de guiñar un ojo, de coger la mano, si tenemos los métodos y las ganas.

Mano de un chico agarrando la de su pareja

Es cierto que quizás no solo seamos nosotros. Parece que la mayoría de las personas han tomado partido por la comunicación digital frente a la comunicación presencial y poder quedar un rato con ellas es prácticamente un milagro. Así, si no quieres perderles la pista no te queda más remedio que ir al lugar donde ellas se pasan la mayor parte del tiempo: el mundo digital.

Lo real se esconde detrás, hay una vida detrás de cada perfil, somos más que una imagen o un contacto, cada persona es un mundo que queda poco reflejado en sus redes. Así, conectar con alguien es más que estar “en línea” al mismo tiempo, si te lanzas a descubrirlo y a salir de las pantalla verás lo que la realidad esconde y guarda para ti.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.