Si el conocimiento no sirve a la bondad, es una trampa para el mundo

Si el conocimiento no sirve a la bondad, es una trampa para el mundo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 06 octubre, 2022

Todos conocemos a personas brillantes académicamente que luego dejan mucho en el aspecto humano. La trampa reside en que muchas de estas personas, habitualmente con escasa o nula empatía hacia la realidad de los demás, dejan anidar sus ideas en la sociedad con la etiqueta de “expertos”.

Pero el conocimiento y la excelencia son inútiles si no impulsan realmente cambios y mejoras en la calidad de la vida de las personas, ya que la búsqueda del progreso y la mejora de la humanidad fueron las ideas que impulsaron a cualquier dominio científico y espiritual.

En tiempos de continuo cambio y confusión, los profesionales de cualquier ámbito no deben olvidarse de que la máxima de cualquier sociedad progresista y humana es la bondad. Si ésta desaparece de las “altas esferas” intelectuales, el ejemplo y estímulo de mejora que se dará al resto de la sociedad será vacío y peligroso.

Toda excelencia profesional no puede tener como fin el éxito individual por encima de todo porque el mundo se queda ausente de buenos valores. Es por ello que si el conocimiento no sirve a la bondad, es una trampa para el mundo.

Definiendo la bondad

Pero, ¿cómo definir la bondad?, ¿existe alguna definición universal válida que sirva para todos en todo momento?, ¿la bondad debe dejar de atender a dogmas para convertirse en una actitud adecuada y flexible según que situaciones?.

“Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien”

-Antonio Machado-

Mujer leyendo un libro sobre psicología en el que salen mariposas

Si entendemos la bondad como una virtud humana, es porque esta ayuda a que nuestra vida sea mejor. Para profundizar más en este hecho, veamos algunas máximas por la que debe regirse un comportamiento bondadoso:

  • La máxima de la empatía: si una actitud o idea contenta a unos pero destroza la vida de otros, estará equivocada. La frase de “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti” es la frase que describe extraordinariamente bien este punto. No podemos basar la sociedad en unos valores que benefician a unos sobremanera y perjudican a otros de una forma flagrante.
  • La máxima de la especificidad: saber adaptar un juicio ético a cada situación no es caer en un “relativismo moral“, todo lo contrario, es impedir que una regla moral que “a priori” parece inocente sea despiadada en determinadas situaciones y contextos. Saber juzgar cada situación con rigor y proporcionalidad no empobrece los valores, todo lo contrario.
  • La máxima de la libertad: “Haz lo que quieras en esta vida causando el menor daño posible a los demás” es la definición más exacta de libertad, moralidad y bondad que podrás encontrar nunca. Nuestra libertad termina dónde comienza la de los demás, pero los demás deben evitar entrometerse en cuestiones íntimas y personales de nuestra vida si a ellos no les afecta en absoluto.

Esta máxima no se adapta sólo al ser humano, si no también al resto de especies y ecosistemas que viven con nosotros. Adoptar una actitud cruel, déspota y premeditada hacia lo que nos rodea empobrece nuestra verdadera esencia, que es la de ser virtuosos en este mundo.

Haz uso de tu conocimiento para promover la bondad, el mundo te lo agradecerá

Habiendo definido la bondad en base a los anteriores parámetros, tú tienes una responsabilidad ineludible respecto a la mejora de ti mismo y por ende con el mundo.

“Haciendo el bien nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino”

-Friedich Schiller-

Aunque coexistamos con miles de mensajes y actuaciones ruines, no podemos doblegar nuestro espíritu y voluntad por miedo al fracaso, a la burla, al estigma o al enjuiciamiento social.

En un mundo extremadamente complejo, la única forma de desantramar la maraña es que cada uno actuemos con principios, aunque estos no sean reconocidos o el contexto en el que te desenvuelves los ataque.

autoconocimiento principal

Debemos alejarnos de la ignorancia, cultivar el conocimiento pero sin dejar de lado la humildad, perseguir la brillantez en nuestro trabajo no por el reconocimiento público sino por la satisfacción que el hecho en sí nos produce. Intentar difundir las injusticias para que el mundo les haga frente, y nunca dar por sentado lo que algunas personas dicen solo por considerar que están en una “escala superior a la nuestra”.

A veces, ser una minoría en una determinada sociedad es un auténtico privilegio.Cuando la mediocridad y la hipocresía calan hondo en la mayoría, son las minorías las encargadas de portar los buenos valores que la mayoría ha olvidado, por miedo, avaricia o indiferencia.

Los pequeños actos de bondad que nos devuelven al verdadero conocimiento

Para acabar de definir qué suponen los actos de bondad en un mundo enfermo de maldad, os propongo visualizar este vídeo absolutamente brillante y desgarrador. En él, una mujer anciana nos relata una historia que forma parte de su vida y en la que ella tuvo un papel protagonista simplemente por un pequeño acto de generosidad con inesperadas y maravillosas consecuencias a medio y largo plazo.

Este vídeo también nos hace ser conscientes de lo peligroso de que algunas personas asuman el mando de una sociedad, proponiendo unas ideas que para muchos son brillantes pero que no solo carecen de bondad, sino que albergan el mayor cinismo, manipulación y crueldad de nuestra historia reciente.

No debemos olvidar, una vez más, que una persona cultivada pero carente del más mínimo sentido de la crítica y de un espíritu bondadoso, puede llevarnos al desastre. Hay que mantenerse alerta, desconfiar de los “grandes expertos” que proponen ideas que fomentan la discriminación, el odio y la falta de empatía porque solo están interesados en demostrar su supuesta superioridad respecto a los demás.

No es solo una opción adoptar esta actitud crítica, es casi un deber para que historias como las de Francine no se vuelvan a repetir jamás.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.