El conocimiento previo: la variable olvidada

Todos jugamos a intentar predecir el futuro y juzgar el pasado. Al hacerlo, creamos ecuaciones mentales capaces de darnos resultados. Sin embargo, al ajustar parámetros y circunstancias nos solemos olvidar de una variable muy importante: la ignorancia del conocimiento previo.
El conocimiento previo: la variable olvidada
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 08 octubre, 2022

Nuestra mente es fascinante. Lo es en su funcionamiento y también en sus productos. Es capaz de recordar un hecho que sucedió hace décadas y olvidar lo que hicimos hace dos días. Puede fatigarse cuando mantenemos la atención, pero también automatizar un proceso y dejarnos espacio para que podamos realizar otro a la vez. Muy buena diseñando una ecuación para predecir el futuro, pero también esclava de determinados vicios, como no contar con la importancia del conocimiento previo.

Puede aprender y desaprender, emocionarse y sentir, manejar motivaciones tan poderosas que dejen a un lado nuestros intereses en favor de los de otros. Es capaz de permanecer activa mientras dormimos y casi dormida mientras tenemos la sensación de estar despiertos.

El conocimiento previo: aquello con lo que no solemos contar

El 15 de enero de 2009, el Capitán Chesley “Sully” Sullenberger y el Primer Oficial Jeff Skiles pilotaban el vuelo 1549 de US Airways desde el aeropuerto de LaGuardia al aeropuerto internacional de Charlotte Douglas.

A los tres minutos de vuelo, a una altitud aproximada de 2800 pies (aproximadamente 850 metros), el Airbus A320 golpea una parvada de gansos canadienses, lo que desactiva ambos motores. La situación es crítica y los pilotos tienen que tomar una decisión.

Impera una necesidad, la de aterrizar. Ahora, ¿dónde? El aeropuerto más cercano es Teterboro. Sin embargo, los pilotos toman una decisión sorprendente y polémica. Aterrizar sobre el río Hudson.

El resultado es de cero víctimas; sin embargo, la Junta Nacional de Seguridad del Transporte inicia una investigación sobre el incidente y para ello hace distintas simulaciones. Estas dicen que, si los pilotos hubieran dirigido el avión hacia Teterboro, hubieran podido aterrizar, evitando así la maniobra peligrosa de aterrizaje sobre el río.

Avión sobre el río Hudson

Sully es la película, dirigida y coproducida por Clint Eastwood, que pone ritmo de cine a esta historia. Tom Hanks se pone en la piel del Capitán Chesley “Sully” Sullenberger para abrirnos la puerta a la intimidad del piloto. A la angustia por sentirse cuestionado pese a esa voz de la experiencia que le dice que tomó la decisión correcta.

Sin embargo, tiene que encontrar la forma de convencer a la comisión de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte y de rebatir sus simulaciones. Para ello, analiza la ecuación y se da cuenta de que se habían olvidado de incluir una variable muy importante: el conocimiento previo.

“Nadie nos previno, nadie dijo que perderíamos los dos motores a menor altitud que cualquier otro jet en la historia”.

-Sully-

Juzgar desde el presente

Sully se enfrentó al desafío planteado por la comisión diciendo que ellos, en sus simulaciones, no habían tenido en cuenta que ya sabían lo que iba pasar, que contaban con un conocimiento previo muy valioso…, cuando, sin embargo, para ellos, en la situación real, había sido una circunstancia totalmente imprevista.

En las simulaciones, al intentar recrear lo ocurrido, se habían olvidado de incluir el tiempo de reacción; es decir, la cantidad de segundos necesaria para recabar información sobre lo que estaba ocurriendo y valorar las alternativas.

Aceptado este razonamiento, la Comisión propuso realizar una nueva simulación con la inclusión de este parámetro. El resultado fue el del avión estrellándose contra un edificio, contándose por víctimas a todos sus pasajeros. Así, la tecnología también terminó por darle la razón a “Sully” y enterrando a la sombra de sospecha con la que había tenido que cargar hasta ese momento. Segundos, instantes, que separaron al héroe del villano.

Una vez más, la realidad y la ficción nos recuerdan nuestra tendencia a juzgar el pasado desde el presente, con el conocimiento del presente. Una postura, sin duda injusta para el acusado de ese juicio. Por otro lado, la omisión de la que Tom Hanks fue de alguna manera víctima, ese conocimiento previo, es un error común.

Recuerdo, hace años ya, a un profesor explicándome cómo calculaba el tiempo para poner sus exámenes. En su esquema detallado no había ningún espacio para la lectura de las preguntas y la comprensión de los problemas.

Él suponía que los alumnos entraban en el aula con el examen ya leído y comprendido, que solamente tenían que encontrar la solución. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Sus pupilos podían conocer la materia, pero no el examen. Igual que los pilotos responsables del denominado “milagro delo Hudson”, podían encontrarse en situación de alerta o activación, pero desconociendo los imprevistos que aquel amable, pero despistado profesor, quisiera plantearles.

Una situación extraordinaria y otra cotidiana, que pasan todos los días en universidades, institutos y colegios confluyen en no incluir en la ecuación la ausencia de conocimiento previo. Eluden el hecho de que procesar una situación complicada supone un tiempo que hay que sumar al que podemos estimar para resolverla.

Para los cinéfilos, dejamos por aquí el tráiler de la película:

 

 


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