6 cosas que no debes hacer al comienzo de la jornada laboral
El comienzo de la jornada laboral suele tener un peso importante en cómo va el resto del día. Por un lado, a esa hora la mente está más despejada, la capacidad de concentración más elevada y la disposición más plena. Por el otro, se trata del instante que marca lo que vendrá después.
Al comienzo de la jornada laboral se produce una transición. Se pasa del mundo personal al mundo laboral, del descanso al trabajo. La presión aumenta y el problema es que muchas veces esta transición se vuelve un lastre cuando realizamos actividades de nulo o escaso rendimiento, pero sí suelen quitar mucho tiempo y energía.
Lo recomendable es tomarse unos minutos para uno mismo al comienzo de la jornada laboral. Dedicarle algunos instantes a la respiración, automotivarse y poner en práctica la idea de que iniciar bien es fundamental para aprovechar mejor el día. Por el contrario, lo que no te recomendamos que hagas es…
“Pierde una hora por la mañana y la estarás buscando todo el día”.
-Richard Whately-
1. Planificar al comienzo de la jornada laboral
Planificar el tiempo y priorizar las labores es fundamental para optimizar nuestro rendimiento. También para administrar la energía de una manera más razonable. Sin embargo, hacerlo al comienzo de la jornada laboral no es una buena idea. Puede llevar mucho tiempo y generar estrés, ya que a veces no es tan sencillo hacerlo cuando parte de nuestra mente sigue en otro sitio.
Por eso, lo recomendable es planificar al final de la jornada lo que se hará al día siguiente. Como en ese caso no hay premura, se puede pensar con más tranquilidad y claridad. Así mismo, al día siguiente se iniciará la jornada con una revisión del plan y, por lo tanto, con la mente en orden.
2. Revisar el email
Los correos electrónicos son uno de los grandes ladrones del tiempo. Aunque uno no lo note, también roban mucha energía. Quizás no exijan una elevada concentración, ni impliquen acciones complejas, pero sí mandan la mente de un lado para otro y dispersan las ideas.
Si el trabajo depende en alguna medida de los mensajes que se reciben, lo indicado es darle una ojeada y revisar solo aquellos que revistan importancia. De lo contrario, no vale la pena revisar el correo al comienzo de la jornada. Lo aconsejable es hacerlo antes del almuerzo, o al final del día.
3. Leer noticias
Con las noticias ocurre algo parecido a lo que sucede con los correos electrónicos. Capturan la atención por un momento y llevan la mente de un lado para otro, muchas veces al azar. Esto, de todos modos, exige energía, atención y concentración.
El punto es que al comienzo de la jornada es cuando mejor se pueden realizar las tareas de mayor complejidad. El cerebro está listo para enfocarse y trabajar. Si se dilapida esa oportunidad y se empieza a llenar la mente de información, cuando llegue el momento de iniciar las tareas laborales ya habrá cierto cansancio.
4. Realizar tareas medianas o pequeñas
Esto forma parte de la planificación realizada el día anterior. Lo recomendable es comenzar el día haciendo todas aquellas tareas que revistan más complejidad, o al menos ponernos lo antes posible con ellas. Con la mente fresca y descansada es más fácil ser eficaz y avanzar a buen ritmo.
En ese grupo también caben las tareas que de algún modo se rechazan. Son aquellas actividades importantes, y no tan difíciles de hacer, pero sí molestas o aburridas. Al iniciar el día hay menos fatiga y más motivación. Esto hace que resulte menor la percepción del esfuerzo.
5. Quedarse atrapado en los detalles
Toda actividad laboral tiene tareas esenciales, importantes y urgentes. Así mismo, también incluye una gran cantidad de pequeños detalles que, de todos modos, tienen relevancia, pero que no dejan de ser asuntos menores. Sin embargo, a veces llegan a atrapar la atención y el tiempo de tal modo, que impiden avanzar.
Todo aquello que no sea esencial debe tomar poco tiempo. No hay razón para dedicarle más minutos de los necesarios al comienzo de la jornada laboral. Todo eso debe ser pospuesto para más tarde, o simplemente eliminado. Esas primeras horas del día se hicieron para lo fundamental y no para lo accesorio.
6. Tener una reunión larga y con objetivos poco claros
Las reuniones de este tipo suelen robar mucho tiempo, además de cansarnos. Además, en ellas, para justificar su existencia, se pueden dar debates que tienen poco o ningún interés.
Lo indicado es dejar el aspecto social del trabajo para más tarde, cuando nuestra mente ya esté centrada. A esas horas ya se han llevado a cabo las tareas más complejas y la energía invertida no va a perjudicar a lo que venga después.
El mensaje que debe quedar es que al comienzo de la jornada laboral estamos en mayor capacidad de dar lo mejor de nosotros mismos. Por eso, esas horas deben aprovecharse de la mejor manera, en lugar de dedicárselas a actividades que poco aportan.
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- Moya-Albiol, L., Serrano, M. Á., González-Bono, E., Rodríguez-Alarcón, G., & Salvador, A. (2005). Respuesta psicofisiológica de estrés en una jornada laboral. Psicothema, 17(2), 205-211.