Creatividad: ¿nace o se hace?
¿Cómo podríamos definir la creatividad? Se podría decir que es la capacidad de descubrir nuevas asociaciones entre las ideas, logrando llegar más allá de los límites ya establecidos. Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido creativos, ya sea proponiendo una solución o planteando un problema. En realidad esto es lo que acude a la mente de cada uno de nosotros cuando hablamos de creatividad, aderezado con algunos de los logros creativos que han desarrollado otros y que hemos guardado en nuestra memoria.
Puede que algunos niños nazcan con una tendencia mayor a buscar soluciones nuevas o a caminar por caminos vírgenes, pero en realidad la magia y la fuerza de la creatividad radican en la pasión. Por ello no tenemos una fecha límite para desarrollarla ni conoce de edades, sino que se trabaja día a día y aparece si disponemos un espacio adecuado para ello.
¿Qué características ha de tener un producto para que pueda considerarse creativo?
R. J. Hallman propone:
- Original: la cual estaría compuesta por:
- Novedad: algo infrecuente, poco común. Puede ser, por ejemplo, poco común en el uso o en la cultura.
- Impredictibilidad: una relación que no se había dado antes entre los elementos.
- Unicidad: no existe nada parecido hasta entonces.
- Sorpresa: es algo inesperado.
- Adaptado: lo creado es práctico, útil y tiene valor.
El pensamiento creativo parece requerir un mínimo de inteligencia, pero a partir de ese momento la asociación entre las dos características es mucho menos fuerte. En este sentido, sería bueno hacer una distinción entre:
- Superdotado: tiene una inteligencia por encima de la media.
- Precoz: alcanza los logros con una edad anterior a lo establecido normativamente. Por ejemplo andar, hablar etc.
- Talentoso: tiene una aptitud especial en un área específica, ya sea la música, el deporte, el arte…
- Prodigio: realiza una actividad fuera de lo común atendiendo a su edad.
- Genio: aquí podríamos incluir el aspecto de la creatividad. A parte de desarrollar su “obra” fuera de los límites establecidos, pone pasión y destaca con lo que hace.
La creatividad en este sentido parece más sensible a otros factores, como la manera de potenciarla. Así, llegamos a la gran pregunta, ¿se podría potenciar entonces el desarrollo de la creatividad? El pensamiento distingue dos formas, según J.P Guildford, una de ellas sería la forma que seguiría un guión establecido y ya recorrido por otros con éxito (pensamiento convergente). Este tipo de pensamiento produce una dicotomía: ideas acertadas frente a ideas erróneas.
El otro tipo sería el pensamiento divergente, que consistiría en aportar ideas distintas a las esperables, saliéndonos de las líneas establecidas para crear nuevas rutas o nuevas soluciones. Podríamos entonces potenciar la creatividad si nos desmarcamos de las líneas establecidas y buscamos una nueva idea original para plantear o resolver un problema
Las personas creativas se sienten cómodas con esta última manera de pensar y se sienten atraídas por el reto que plantea en sí el propio desarrollo. Esta inquietud les habilita para ir más allá de los límites establecidos y encontrar soluciones revolucionarias.
Creatividad y optimismo
Después de los datos aportados podemos hacernos una idea de lo que la creatividad nos puede aportar. Las personas que no conocen límites, que ante las adversidades buscan y prueban soluciones diferentes, que ante los problemas trabajan con su imaginación, también suelen ser las que aportan ese punto de optimismo cuando todos los caminos parecen cerrados. Normalmente son las últimas en perder la fe y de ahí que muchas veces terminen dando con la solución.
Si conseguimos no quedarnos en lo que ya tenemos e ir más allá podremos descubrir nuevas puertas, si por el contrario no avanzamos o vamos para delante y para atrás, una y otra vez, será muy complicado que avancemos.
Si ante conflictos de la vida siempre actuamos igual o probamos las mismas soluciones no cambiamos las rutas y será imposible salir del círculo, si ante estas tensiones aportamos algo creativo y diferente puede que nos ayude a ver de una forma distinta aquello que llevamos repitiendo un tiempo.
¿Qué características definen a una persona creativa?
Las personas creativas tienen algunos rasgos que les caracterizan, como por ejemplo una mente abierta. Las personas con originalidad no conocen ni se imponen límites, buscan nuevas formas de llegar a la solución y son flexibles ante las adversidades. Saben que no existe una única solución y se adentran en un mundo nuevo cuando trabajan con otros puntos de vista.
Las personas con creatividad sienten pasión hacia por lo que hacen; se preguntan, se cuestionan y suelen ir más allá de lo que ya tienen. La actitud positiva también les caracteriza: no se frenan y siguen adelante, con esfuerzo y trabajo y sobre todo con imaginación.
Imaginar para despertar, crear para avanzar y pasión para lograrlo. Pueden ser los ingredientes para una buena receta de nuestro producto original. ¿Ponemos entonces a trabajar nuestra imaginación?
Solo hay que liberarla
Según el budismo, la creatividad habita en cada uno de nosotros, tan solo hay que liberarla, dejarla salir. El pensamiento budista defiende que desde que nacemos nos van condicionando y mermando nuestra capacidad creativa. Por ello, los niños pequeños suelen ser más creativos que muchos adultos. A ellos todavía no se les ha privado en su afán de imaginar todo tipo de historias.
A medida que cumplimos años, la sociedad tiende a llevarnos por un camino establecido que en muchas ocasiones deja pocas oportunidades a la creatividad. Una vida llena de exigencias y obligaciones nos mantienen la mente ocupada de tal forma que no es posible acceder a ella.
De esta forma, el budismo propone que a través de la meditación aprenderemos a descondicionarnos y a liberar la creatividad que todos llevamos dentro. Imaginemos que la mente es como una cebolla. Con el paso del tiempo tenemos más y más capas que recubren nuestra mente ocultando nuestro gran potencial creativo. A través de la meditación podemos “pelar la cebolla” y acceder a la creatividad que se esconde bajo diversas capas de condicionamiento.