Cuando alguien te hace mejor persona sabes que debe estar en tu vida
El simple hecho de que el vínculo con alguien te haga ser “mejor persona” es un indicio claro de que esa persona debe estar en tu vida. Son almas que entran en nuestra historia personal para producir un maravilloso y enriquecedor encuentros entre dos biografías con orígenes, vivencias y modos de ver el mundo diferentes .
Personas que se alzan como bálsamos reconfortantes y que nos proveen de ayuda, seguridad y alivio. Personas que hacen más llevadera la carga y más divertida la vida. Personas que se desmarcan con el hogar en sus brazos. Personas bonitas, personas que irradian calidez y belleza psicológica.
Personas que nos hacen comprender que no somos ricos hasta que tenemos algo que el dinero no puede comprar y a lo que ponerle nombre, cara, olor y sentimientos. Personas con las que se conjura una sintonía inquebrantable que nos enseña que el mundo es un buen lugar que guarda numerosos aprendizajes.
Yo soy yo porque existes tú
Nuestra biografía la definimos nosotros y los otros; por ello podemos decir que nuestra identidad la conforman también los demás. Así que si nos relacionamos con personas bellas que nos aportan bondad, belleza, cariño y conocimiento, nosotros proyectaremos desde dentro esos valores y sentimientos que ese intercambio ha generado.
Por eso hay PERSONAS que se convierten en nuestro lugar, nuestro hogar, nuestro cielo. Cuando llegan a tu vida sabes que deben estar en ella porque juntos os hacéis mejores. Así, en buena medida se teje una atmósfera de maravillosa bondad que envuelve la luz del desarrollo emocional.
Las personas hogar, las de acero inolvidable, son esas personas que te abrazan tan fuerte que unen de nuevo todos tus pedazos, las que hacen que tus miedos y tus tristezas se caigan. Las que te han enseñado por las buenas, demostrándote que el mundo es totalmente maravilloso.
Conectar bien para confortar
No hay calor más reconfortante que el de una conexión profunda e intensa. Del mismo modo, no es posible el conocimiento personal sin el contacto con los demás. Es en ese punto donde podemos comenzar a regar nuestra planta y a nutrirnos de ella. Cuando apostamos por el conocimiento de una relación:
- Descubrimos nuestras fortalezas.
- Completamos nuestros recursos para hacer frente a las adversidades de la vida.
- Enriquecemos nuestras habilidades para la vida.
No podemos definirnos sin entender que aquellas personas que nos marcan y que nos acompañan en la vida recubren de suavidad nuestra identidad, haciéndonos mejores. Ellos son la chimenea, la chispa necesaria para iluminar nuestras cualidades y manejar nuestro conocimiento vital.
Nos protegen de las caídas ayudándonos a tejer alas cada vez más grandes. Restaurando nuestros sueños, arreglando nuestros miedos, eligiendo las tristezas que vale la pena vivir y deshaciéndose del resto.
Por eso, las personas con las que tenemos que quedarnos son aquellas que nos abrazan con palabras, que nos miran con amor, que hacen desaparecer las heridas emocionales más feas y que nos convierten. A través de ellos llegan las sonrisas con las que enmascaramos nuestro dolor, nos recomponemos y volvemos a sentir de manera profunda la calidez de la perfección.
Es maravilloso contar en la vida con personas que “están ahí” precisamente cuando lo necesitamos. Por eso quien permanece y nos ilumina aun cuando estamos en penumbra, merece acompañarnos en momentos de gran luminosidad. Ellos merecen agradecimiento, calor, cariño y alegría. Merecen una celebración digna y valiosa, merecen su recompensa. Merecen nuestro reconocimiento como personas de acero inolvidable.