¿Qué hacer cuando el embarazo y la tristeza van de la mano? (depresión perinatal)
No te viene la regla. Te haces la prueba y estás embarazada. ¡Qué alegría! ¡Una nueva vida está creciendo dentro de ti! Pero a medida que lo piensas, la alegría del embarazo puede verse sobrepasada por una serie de pensamientos que inundan nuestra cabeza y que pueden desembocar en una depresión perinatal.
¿Seré buena madre? ¿Le irá todo bien a mi hijo? ¿Y si no soy lo que él se merece? Tengo que quererlo con locura, ¡si no lo hago seré la peor madre del mundo! Te empiezas a sentir mal. Poco a poco la tristeza se va incubando en tu interior.
Pero si el embarazo se supone que es una época llena de felicidad y alegría, ¿es que hay algo que está mal en mí? ¿Por qué diablos me siento yo así? Veo a todas las demás madres contentas y esto solo hace que mi tristeza se acentúe…
“No hay manera de ser una madre perfecta, hay un millón de maneras de ser una buena madre”
-Jill Churchill-
¿Qué es la depresión perinatal?
La depresión perinatal incluye dos tipos: la prenatal, que se da durante el embarazo, y la postnatal, que se puede dar después del parto o durante el primer año tras dar a luz. Cuando aparece, la madre se siente triste, confundida y sola. Es muy importante buscar apoyo, tanto de nuestros seres queridos como de profesionales.
Este problema afecta a un número considerable de mujeres, ya que entre el 10 y el 15% de las madres sufre depresión perinatal. Pero, ¿cómo diferenciar una tristeza ocasional o transitoria de una depresión? En esta última el malestar va a ser más intenso, se va a dar con más frecuencia en el tiempo y de forma más prolongada.De forma concreta, las mamás con depresión perinatal se sienten bajas de ánimo o tristes durante dos semanas o más. Además, aparecen la ansiedad, problemas para conciliar el sueño o, por el contrario, duermen demasiado. También se dan cambios en el apetito y dificultades para concentrarse.
“La frase ‘madre que trabaja’ es redundante”
-Jane Sellman-
Pero no solo eso, se sienten más irritables y nerviosas. La vida no se disfruta tanto como antes y se pierde el interés por las relaciones sociales: amigos y la familia.
Aparece un llanto incontrolable y sentimientos de desesperanza. No hay que olvidar las sensaciones de culpabilidad y de menosprecio hacia sí mismas que van a tener estas madres, ya que socialmente está establecido que tenemos que ser felices en esta etapa de la vida.
Factores de riesgo en la depresión perinatal
Por suerte, no todas las mujeres que van a ser madres tienen depresión perinatal. El que la padezcan o no depende de numerosos factores. Estos pueden ser de carácter sociodemográfico, psiquiátricos, biológicos, médicos y personales. Como podéis ver, tienen un origen muy variado.
La ansiedad durante el embarazo es un factor de riesgo para la depresión perinatal. Una ansiedad que puede nacer de diferentes eventos estresantes, como pérdida de empleo, divorcio, muerte de un familiar o un ritmo de vida, de por sí, muy exigente. Por otro lado, que la madre haya padecido depresión con anterioridad también es un factor de riesgo.
La falta apoyo social, especialmente por parte de la pareja, es otro de los factores de riesgo más influyentes. La violencia doméstica tiene el mismo efecto. Además, el estatus de la pareja (si viven juntos o no, si están comprometidos o no, etc.) puede influir también. El hecho de que el hijo sea deseado o no también puede ser un factor relevante.
Consecuencias de la depresión perinatal
Conociendo los factores de riesgo asociados, se puede llevar a cabo una labor preventiva y de tratamiento. De esta forma, se podrán reducir los casos de mujeres que padezcan esta depresión.
Esto no solo será una ventaja, ya que reducirá la incidencia de casos, sino que además eliminará algunos de perjudiciales “efectos secundarios” asociados con este tipo de depresión. Así, por ejemplo, la depresión perinatal va a influir tanto en el desarrollo del bebé como en la calidad de la relación madre-hijo.
“La familia proporciona unos valores que quedan para toda tu vida. Una familia unida y llena de amor es un lujo difícil de conseguir”
-Daryl Hannah-
Las mamás deprimidas creen que su capacidad y rendimiento como progenitoras son bajos y así lo refieren, en contraposición a las que no están deprimidas. Además, son menos positivas e interactúan menos con sus bebés; una interacción que es primordial para el correcto desarrollo de los niños.
Se ha demostrado que estos niños reaccionan menos, son menos habilidosos a la hora de interactuar con sus madres y evitan la mirada, lo que se relaciona con la teoría del apego. Aunque la madre mejore, a largo plazo estos niños pueden tener un peor rendimiento escolar y dificultades en sus relaciones sociales.
Teniendo en cuenta las consecuencias que puede tener la depresión perinatal, es importante destinar recursos a prevenirla y a tratarla de forma adecuada.
Actualmente, se presta gran atención a la salud física de las madres durante el embarazo. Pero es necesario recalcar que su salud mental también juega un papel importante que no se puede ni se debe dejar de lado, incluyéndola en el seguimiento de la mamá gestante.
Imágenes cortesía de Camila Cordeiro, Andre Hunter y Katie Chase.