Cuando la ansiedad nos guía
A veces, la ansiedad nos guía al decidir a qué colegio enviar a nuestros hijos, qué tratamiento médico es mejor para una enfermedad, cuál es el plan de inversión que necesitamos para nuestro futuro, a donde ir de vacaciones, en qué fecha casarse, cuándo cambiar de empleo o si la persona que tenemos al lado es la correcta. Muchas son las decisiones que alguien debe tomar a lo largo de su existencia.
Estas decisiones pueden abrumar en algunas ocasiones. Debido al carácter urgente de algunas de ellas, es posible tomar un camino equivocado si es la ansiedad la que dicta nuestros pasos. ¿Cómo se las ingenia esta emoción para modificar nuestra capacidad de decisión? Eso es lo que vamos a ver en este espacio, así que no te pierdas nada de lo que viene a continuación.
Ansiedad y toma de decisiones
Algunas pueden ser realmente importantes para la vida y otras, intrascendentes. Sin embargo, esta categorización corre a cargo de, principalmente, las emociones. En este sentido, la ansiedad es útil para prevenir posibles escenarios negativos en el futuro, por lo que, como todas, no se trata de una emoción indeseable.
El problema es cuando la ansiedad nos guía eclipsando al resto de emociones. Y es que este proceso consta de varios pasos cognitivos:
- Evaluar las opciones disponibles.
- Selección de una de ellas en función del valor que se le otorga.
- Examinar los resultados de la decisión tomada y aprender para futuras situaciones similares.
Es en el segundo paso donde la ansiedad toma protagonismo. Según un estudio publicado en 2015, la ansiedad funcionaría como un marcador somático que influye en la decisión a través de señales corporales. Estas señales indicarían al sujeto que la opción que está evaluando tendrá consecuencias negativas a largo plazo.
Tras un experimento en el que se jugaba por recompensas, castigos e incertidumbre a través de elecciones de cartas con el objetivo de ganar dinero, se compararon 2 grupos de sujetos, uno con niveles altos de ansiedad y otro de control. Los resultados fueron congruentes: las personas con una ansiedad elevada tomaron una mayor cantidad de decisiones desventajosas.
Ansiedad e intolerancia a la incertidumbre
Una de las consecuencias de vivir con ansiedad es que aumenta la intolerancia a la incertidumbre. Esta falta de respuestas sobre el entorno causa que las personas con ansiedad vean multiplicados sus miedos sobre el futuro, lo que les llevaría, según el estudio anterior, a tomar decisiones sesgadas.
Estas decisiones tomadas desde la ansiedad tienen su origen en la conducta de evitación de esos daños futuros percibidos. Es decir, que cuando la ansiedad nos guía, necesitamos sentir control sobre el entorno y eso lo “conseguimos” a través de decisiones que sean lo más preventivas posible (de control de daños que aún no han ocurrido), en lugar de buscar otras alternativas más acordes con las ganancias.
Cuando la ansiedad nos guía, ¿seguimos los consejos de los demás?
Es normal que nuestros seres queridos traten de ayudarnos en momentos de indecisión y de malestar emocional. Pero también son muchas las ocasiones en que estos consejos son desoídos de manera sistemática, sin siquiera analizarlos.
Esto tiene mucho que ver con la percepción de la persona que aconseja. Un experimento realizado en 2015 mostró que la ansiedad no tiene influencia en la toma de consejos, sino que es la benevolencia del que aconseja la que influye en esta decisión.
Esto se explica porque las personas con ansiedad no solo acuden a sus allegados en busca de soluciones y apoyo cognitivo, sino también queriendo acompañamiento emocional. Así, los seres queridos que brindan apoyo emocional, además de consejos, suelen ser percibidos como consejeros benevolentes y se suelen seguir sus indicaciones. Por el contrario, aquellos que solo ofrecen opiniones y soluciones suelen quedarse atrás en lo que respecta a sus consejos.
En estado de ansiedad buscamos más ayuda
Un experimento hecho en la Universidad de Harvard buscó demostrar que los estados de ansiedad provocan la búsqueda de consejos. Así, lo primero que hicieron los experimentadores fue intentar provocar un estado de ansiedad en los voluntarios a través de diferentes estímulos activadores (películas de acción, música de terror, etcétera).
Después, les sometieron a un ejercicio de discernimiento con fotografías. Al darles la opción de pedir asesoramiento, un 90% de los sujetos con ansiedad inducida lo solicitó. Además, de esa cantidad, un gran porcentaje siguieron los consejos de las personas supuestamente «especializadas», aunque casi nunca las respuestas fueran correctas.
El estudio también señaló que la inceretidumbre y la falta de autoconfianza también generan ansiedad, por lo que influyen en la petición de ayuda externa.
Conclusiones: cuando la ansiedad nos guía, es momento de pedir ayuda
Es posible que estés aquí porque la ansiedad ha paralizado o perjudicado tu proceso de toma de decisiones. En estas ocasiones, es normal sentir que se deben resolver primero esos asuntos antes de pedir ayuda, pero lo cierto es que la ansiedad no da tregua. Siempre te hará sentir que no tienes tiempo para ti.
Por eso, cuando crees que no tienes tiempo para ir al psicólogo es precisamente cuando más deberías acudir a un profesional de esta categoría. Sin resolver esa ansiedad, tu toma de decisiones seguirá estando guiada por este estado emocional.
Por último, si eres esa persona que quiere ayudar a su ser querido con tus consejos, recuerda lo dicho anteriormente. No todo son soluciones prácticas: a veces, lo que necesita una persona con ansiedad es que alguien le coja de la mano, le preste su hombro y les valide. Nadie tiene por qué recorrer sus dificultades en solitario.
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