Cuando te avergüenzas de tu familia
Si te avergüenzas de tu familia quizás se debe a que hay cabos sueltos o dificultades sin resolver. Así, atendiendo a que la mayoría de los conflictos con nuestra familia los tenemos durante la adolescencia, es en esa época cuando la miramos con ojo crítico e implacable. Queremos diferenciarnos y por eso tomamos nota de todos sus defectos y errores. Es parte normal de nuestro desarrollo.
Sin embargo, a veces esos conflictos no se resuelven cuando maduramos, sino que persisten hasta la edad adulta. Digamos que la vergüenza es un sentimiento en el que el punto de referencia fundamental es la mirada de los demás. Se experimenta cuando queda al descubierto algún aspecto de nosotros mismos que nos resulta reprobable y que los otros podrían censurar. La mirada ajena está en el centro de todo esto.
“Los hombres se avergüenzan, no de las injurias que hacen, sino de las que reciben”.
-Giacomo Leopardi-
Cuando te avergüenzas de tu familia, de una u otra forma es como si te avergonzaras de ti mismo. La humanidad es un gran árbol y cada uno de nosotros es como una hoja, que a su vez pertenece a una rama específica. Hacemos parte de esa rama. De ella nacimos y a partir de ella tomó forma nuestra vida. Análogamente, formamos parte de la familia y ella de nosotros. Es algo que nos constituye. ¿Es válida esa vergüenza? ¿Debemos trabajar por superarla?
La vergüenza como sentimiento
Se siente vergüenza por muchos motivos . Algunos de ellos son razonables, pero otros no tanto. A veces nos avergonzamos por un hecho, una realidad o una situación específica. Otras veces se trata de un sentimiento que nos acompaña permanentemente. En casos extremos, llegamos a sentirnos avergonzados de existir, de ser lo que somos. Como si nuestra vida fuera un exabrupto.
Sin llegar a esos extremos, en general, podemos decir que los sentimientos vergonzosos provienen de una conciencia rígida. Más que los demás, es nuestra propia conciencia la que levanta la mano y nos señala con el dedo. A veces, claro está, esa conciencia coincide con el dedo acusador de alguien externo. Sin embargo, en este caso el reproche, propio o ajeno, va acompañado de otro elemento: era algo que queríamos mantener oculto.
Eso es lo que diferencia a la vergüenza de la culpa. En la culpa hay reproche y un cierto sentimiento de indignidad. Pero en lo avergonzante se añade el hecho de que hay una especie de invasión en nuestra intimidad personal. Algo que queríamos mantener oculto sale a la luz. Ese algo es reprobado por nosotros mismos; la vergüenza termina de configurarse cuando queda expuesto y suponemos, o comprobamos, que también es reprobado por los demás.
Cuando te avergüenzas de tu familia
Si te avergüenzas de tu familia específicamente, significa que hay aspectos en tu entorno más inmediato que te resultan reprobables y que quieres mantener ocultos a los ojos de los demás. Tales aspectos a veces tienen que ver con una realidad objetiva y a veces se desprenden de tu apreciación.
Es posible que te avergüences de tu familia porque, por ejemplo, uno o varios de sus miembros realizan actividades ilegales. En este caso, la vergüenza es más que justificada, pues se trata de un riesgo para tu buen nombre. Sin embargo, también hay muchos casos en los que el motivo de la vergüenza es la pobreza, o un defecto físico, o simplemente el hecho de que tu familia no se ajusta a un determinado ideal que tienes en la mente.
En ambas situaciones, en todo caso, hay un problema que se debe resolver. En ambos casos lo que hay es un aspecto de la vida que no se ha asumido conscientemente del todo. La vergüenza es la conciencia de tener dos caras y lo saludable es integrar todos esos aspectos o facetas. Para ello es necesario fijar posiciones que sean consecuentes con aquello que somos y aquello en lo que creemos.
Si te avergüenzas de tu familia por razones objetivas, lo aconsejable es tomar distancia. No necesariamente de tu familia, sino de sus acciones. Esto lo puedes hacer abiertamente y no por medio de ocultaciones. En caso de que la vergüenza sobrevenga a raíz de tus complejos de clase o de condición, quizás lo más adecuado es que hagas una reflexión en torno a tus valores. Tal vez el problema no es tu familia, sino algunos complejos que arrastras. Vale la pena que lo evalúes.
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Morrison, A. P. (1997). La Cultura de la vergüenza: anatomía de un sentimiento ambiguo (Vol. 30). Grupo Planeta (GBS).