Curiosidades sobre el estudio del amor

Curiosidades sobre el estudio del amor
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 14 mayo, 2018

El amor siempre ha sido un tema misterioso, una de las experiencias más poderosas que experimentamos, buscando muchas veces las respuestas a nuestros interrogantes en la literatura clásica como la poesía o la filosofía. Pero desde hace tiempo, los científicos se han preocupado por investigar qué sucede en nuestro cerebro cuando nos enamoramos. Hoy veremos un estudio del amor muy interesante.

Helen Fisher, una de las antropólogas más prestigiosa de los EE.UU, es una de las científicas que más ha investigado sobre este tema, destacando en la biología del amor y la atracción. A continuación, exponemos algunos de los resultados de sus numerosos estudios e investigaciones.

El amor, ¿impulso o emoción?

A partir de sus investigaciones sobre el estudio del amor Fisher ofrece una visión tripartita del amor que se origina en tres sistemas cerebrales básicos, interconectados. Estos sistemas son los siguientes:

  • Impulso sexual. Se origina en el hipotálamo –zona relacionada con el hambre y la sed- despertando el deseo de experimentar con diferentes personas, de buscar a nuestras parejas.
  • Amor romántico. Se origina en el cerebro reptiliano – zona responsable de los instintos básicos de supervivencia- y se produce cuando se libera dopamina. Se encuentra relacionado con la atracción sexual selectiva y el contacto y la exclusividad sexual. Puede resultar muy peligroso, ya que conlleva la experimentación de muchas alegrías si somos correspondidos o muchas tristezas si somos rechazados, además del carácter de posesión.
  • Apego. Produce la activación del pálido ventral –relacionado con los sentidos del gusto y el placer. Constituyendo el cariño, ese lazo afectivo que sostiene a las parejas y va más allá de la pasión.
Hoja con corazón

Así Fisher aseguró que :

“Algunas personas tienen sexo y luego se enamoran. Otras pueden enamorarse de alguien con quien nunca han tenido relaciones sexuales y con el que jamás tendrán sexo. Algunas pueden sentir un sentimiento de apego hacia un amigo y años después mirarlo con otros ojos. Todo depende de la persona”.

Pero, según el estudio del amor de Fisher, los tres sistemas cerebrales son importantes, ya que toda pareja debe intentar hacer cosas románticas, realizar actividades que incrementen el sentimiento de apego e intentar tener una buena vida sexual.

Además, a partir de escáneres realizados a una muestra de voluntarios notó que la zona activada por el amor romántico se encontraba lejos de la parte emotiva cerebral, que conduciría posteriormente a afirmar que el amor no era una emoción.

En contradicción a las creencias populares, se considera como un impulso fisiológico natural, similar al de comer o beber, existente por la necesidad de procrear, ya que las zonas activadas eran aquellas relacionadas con las motivaciones, la energía y la atención focalizada. Sería por lo tanto una motivación para transmitir nuestro material genético a la siguiente generación, destacando así su perspectiva evolucionista.

El amor es, por lo tanto, según el estudio del amor llevado a cabo por Helen Fisher, un impulso que se ha desarrollado para favorecer el emparejamiento.

Y en la atracción…

¿Por qué nos gusta una persona en concreto y no nos sentimos atraídos por el resto? En realidad la respuesta a esta pregunta aún está por descubrir, si es que llegamos a hacerlo. Lo único que se sabe es que en la atracción intervienen componentes culturales, así como químicos y genéticos.

Atracción

Incluso, Fisher menciona que nos enamoramos de personas que nos resultan misteriosas, que no conocemos bien. Ese toque de misterio muchas veces nos mantiene vivos para seguir descubriendo al otro y sorprendernos.

¿Es cuestión de química?

En sus investigaciones, Fisher observó en las imágenes del cerebro enamorado, dos regiones muy activas. A continuación, vamos a exponer esas dos regiones que Fisher encontró en su estudio del amor:

  • El núcleo caudado. Región primitiva relacionada con el sistema de recompensa cerebral, la excitación sexual, las sensaciones de placer y la motivación para obtener recompensas. A partir de ella, discernimos qué actividad será más placentera o anticiparemos como nos sentiremos en determinadas circunstancias.
  • El área tegmental ventral. Zona situada en el tronco cerebral que consiste en vías de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que controla los procesos de atención, la motivación y el cumplimiento de objetivos.

Así cuando nos enamoramos parece que elevamos nuestros niveles de dopamina y norepinefrina (controla los estados de euforia y la pérdida de apetito y sueño) y disminuimos la cantidad de serotonina en nuestro organismo, comportándose de manera similar a los procesos de adicción, ya que estas sustancias químicas son derivados naturales del opio.

Por eso, conforme avanza el enamoramiento, se empieza a desarrollar cierta dependencia. Aunque más adelante las relaciones entre estos cambian y fluctúan, ya que ese estado de “drogadicción” no dura toda la vida.

Por lo tanto, según el estudio del amor de Fisher el amor sería como un  cóctel de sustancias químicas y aunque nada de esto cambie cómo nos enamoramos o el sufrimiento que sentimos cuando se acaba una relación, nos ayuda a conocer un poco más algunas de las supuestas reglas que se esconden tras ese gran desconocido llamado amor.


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