Cute-aggression: la agresividad ante las cosas bonitas

La visión de un bebé adorable o un cachorro tierno puede provocarnos ganas de pellizcarlos o apretarlos fuerte. Esta agresividad aparentemente contradictoria cumple una función. Descubre el fenómeno de cute-aggression.
Cute-aggression: la agresividad ante las cosas bonitas
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 07 abril, 2022

¿Alguna vez te han dado ganas de pellizcarle las mejillas a un bebé adorable? ¿Sueles apretar los puños de emoción cuando ves a un cachorrito por la calle? O, incluso, ¿has llegado a morder a tu pareja como una muestra de amor? Todo este tipo de expresiones reciben el nombre de cute-aggression y responden a un fenómeno psicológico que resulta, cuanto menos, curioso.

Estos comportamientos “agresivos” se producen ante la visión de una persona, animal o incluso objeto al que calificaríamos de lindo, adorable o tierno. La emoción que nos produce contemplarlo nos lleva, sin quererlo, a emitir este tipo de respuestas que parecen poco razonables y contradictorias. Sin embargo, se trata de algo muy común y que posee una explicación que te mostramos a continuación.

Cute-aggression: ¿en qué consiste?

El término cute-aggression podría definirse como la agresividad ante las cosas bonitas, tiernas o adorables. Se caracteriza por un comportamiento compulsivo y superficialmente agresivo que surge al ver algo que nos despierta estos sentimientos de ternura.

Así, podemos emitir respuestas como apretar los dientes o los puños, pellizcar o morder a la persona, abrazarla o apretarla muy fuerte, etc., todo sin ninguna intención de causar daño.

Este fenómeno fue explorado por primera vez por Rebecca Dyer y Oriana Aragón, investigadoras del departamento de psicología de la Universidad de Yale. Propusieron el término playful aggression (agresión lúdica) para designar este tipo de reacciones y encontraron que se trata de una expresión dimorfa.

Perrito blanco

Expresiones dimorfas y su función regulatoria

Las expresiones dimorfas son reacciones emocionales que resultan contradictorias en relación al estado emocional actual. Por ejemplo, cuando reímos por nervios o lloramos de alegría. En un principio, el llanto se asocia a una emoción contraria: la tristeza; sin embargo, puede aparecer también ante la felicidad para actuar como un mecanismo compensatorio y regulatorio.

Se ha encontrado que este tipo de reacciones aparecen cuando la emoción resulta desbordante y abrumadora por su intensidad. En ese caso, otra emoción aparece para balancear lo que se está sintiendo. Así, ante una sensación súbita e incontrolable de felicidad el llanto nos ayuda a regularnos. Y lo mismo sucede en el fenómeno de cute-aggression.

En este caso, el estímulo tierno o adorable causa tal activación emocional que surge una expresión emocional contraria (la agresividad) para restaurar el balance. Este mecanismo permite recuperarse más rápidamente. De hecho, se ha encontrado que la emoción positiva decae una vez transcurridos cinco minutos gracias al efecto regulador de la respuesta agresiva.

Cabe mencionar que durante estas exhibiciones dimorfas, tanto las expresiones emocionales positivas como las negativas ocurren simultáneamente de forma desorganizada. Es decir, la persona puede llorar al tiempo que sonríe, o sonreír mientras aprieta los puños. Es en función del contexto que podemos comprender a qué emoción responden realmente esas manifestaciones aparentemente contradictorias.

Factores implicados en la experiencia de cute-aggression

Entre sus hallazgos, las investigadoras encontraron que, aunque cualquier persona puede experimentar cute-aggression, hay algunas más propensas que otras. Así, hay quienes suelen presentar emociones dimorfas con mayor frecuencia y a través de diversidad de situaciones; y son estas quienes son más susceptibles de sentir ese deseo irrefrenable de aplastar o pellizcar ante una visión adorable.

Por otro lado, parece que los estímulos que nos resultan más adorables son aquellos que presentan rasgos propios del denominado “esquema de bebé”. Este fue definido por el etnólogo Konrad Lorenz y agrupa un conjunto de características físicas infantiles que motivan el comportamiento de cuidado en otros individuos. Así, ciertos rasgos, como los ojos grandes y anchos, el rostro redondeado, la frente alta o el tamaño pequeño despiertan en nosotros ternura e instinto de cuidado.

Esto parece provenir de un instinto animal que cumple la función evolutiva de asegurar la supervivencia de la descendencia. Y es que los bebés necesitan ser atendidos y protegidos; así, presentar estos rasgos considerados adorables motivaría en los adultos conductas de protección hacia ellos.

Persona pellizcando las mejillas de un bebé

Un fenómeno natural e inofensivo

Cabe mencionar, por último, que la agresividad por las cosas bonitas no resulta en absoluto peligrosa. Nuestro deseo de pellizcar a un bebé, morder al ser amado o apretar fuerte a nuestra mascota no va más allá de estas expresiones levemente agresivas; incluso, en ocasiones, se queda únicamente en un impulso o intención que no llega a consumarse.

Sin embargo, ahora ya sabes que estas reacciones contradictorias son la forma que ha encontrado tu cerebro para afrontar tanta ternura repentina e inesperada.


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  • Aragón, O. R., Clark, M. S., Dyer, R. L., & Bargh, J. A. (2015). Dimorphous expressions of positive emotion: Displays of both care and aggression in response to cute stimuli. Psychological science26(3), 259-273.
  • Glocker, M. L., Langleben, D. D., Ruparel, K., Loughead, J. W., Gur, R. C., & Sachser, N. (2009). Baby schema in infant faces induces cuteness perception and motivation for caretaking in adults. Ethology115(3), 257-263.

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