El dadaísmo, el arte de lo absurdo
Las vanguardias del siglo XX suponen una revolución a varios niveles. Se abre el horizonte y crecen las posibilidades para los artistas. De este modo, ganan terreno la imaginación y la creatividad frente al pensamiento racional y más académico. Por eso, queremos conocer una corriente que ha servido de base para lograr todos estos propósitos: el dadaísmo, el arte de lo absurdo.
En los años en que se desarrolla este movimiento también están activas otras vanguardias: cubismo, surrealismo, fauvismo, futurismo, etc. Todos ellos poseen características propias y una identidad definida que, indudablemente, rompen con los parámetros clásicos del pasado para abrir una nueva puerta hacia la creación.
Contexto histórico del dadaísmo
El origen del dadaísmo hay que buscarlo hacia 1916-1917. El poeta alemán Hugo Ball fue su fundador. Más adelante se va a unir Tristan Tzara, otro poeta que va a promover las ideas del conocido como antiarte, es decir, el dadaísmo; de hecho, va a ser el referente para muchos artistas y se le considera el principal impulsor del movimiento con el manifiesto publicado en 1918.
Desde la segunda mitad del siglo XIX y en el primer tercio del XX, los planteamientos teóricos racionalistas del positivismo establecían leyes generales. Sin embargo, el dadaísmo va a ir en contra de estos principios y va a tratar de mostrar otra concepción artística que utilice el humor, la burla y la provocación como conceptos básicos y elementales.
En poesía, escultura y pintura tendrá un gran recorrido. Se llegan a mezclar, incluso, distintas facetas para lograr un mismo propósito: la originalidad frente a lo convencional. Al fin y al cabo, es una actitud de rebelión por las tragedias acontecidas por la Primera Guerra Mundial y la situación de crisis, lo que dará inicio a un magnífico período de entreguerras en el que se empiezan a valorar cosas que, previamente, no tenían relevancia.
“Todo acto es un disparo de revólver cerebral”.
-Tristan Tzara-
¿Cómo es el pensamiento dadaísta?
A la hora de señalar las características de este movimiento, es bueno resaltar que, básicamente, irrumpe dentro de la evolución del arte con un planteamiento sarcástico, llamativo y singular. Veamos algunas cualidades propias:
- Hay que situar el dadaísmo no solo como un género artístico, sino como un estilo de vida. Los artistas que apoyan el pensamiento dadá rechazan la tradición y el idealismo clásico, del mismo modo que la delimitación de las doctrinas y el planteamiento único del arte.
- Se considera un manifiesto en contra de la belleza, las normas y las leyes lógicas. En lugar de que quede todo definido de manera estricta, ¿por qué no dejar libertad de pensamiento bajo principios abstractos? No todo tiene por qué ser una ley universal, ya que cada individuo es libre de crear lo que considere según su manera de expresarse.
- La espontaneidad, la improvisación y lo absurdo también tienen cabida en los museos. Incluso, entra en cuestión qué son la belleza y las emociones estéticas. Cualquier persona puede concebir lo bello de una forma individual y diferente.
- Todo el mundo puede llegar a tener la condición de artista. Simplemente, hay que tener capacidades creativas que difieran de la realidad conocida y, a partir de ahí, dar una explicación a la obra con la que va a expresar sus pensamientos.
Marcel Duchamp, el dadaísta por excelencia
Si tenemos que destacar una figura clave en este movimiento es Marcel Duchamp. Desde el punto de vista del arte, ha llegado a romper todos los límites establecidos y hace partícipes de la obra a aquellos que la están viendo. Una de sus frases más famosas es “no son los pintores sino los espectadores quienes hacen los cuadros“.
Su obra maestra, La Fuente (1917), firmada por R. Mutt, es una escultura que se constituye por un urinario público. Eleva a la condición de obra de arte para ser expuesta. La envía a la Exposición de Artista Independientes de Nueva York, siendo él miembro de tribunal. De este modo, quería generar incertidumbre y conocer cuáles son las reacciones de otros especialistas.
La polémica desencadena numerosas críticas. La provocación y la burla quedan presentes y se inicia así la secuencia de los ready-mades dadaístas. Para hacer arte no solo hay que ser bueno con las manos, también se puede crear a través del intelecto.
En este sentido, se rompen las fronteras del arte y se inicia un aperturismo que, sin lugar a dudas, va a ser un antes y un después en la historia y una de las obras de arte más famosas.
“El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas”.
-Marcel Duchamp-
¿Qué ha aportado el dadaísmo a la historia del arte?
Esta pregunta supone una respuesta dilatada. Según Gombrich, ha llegado a ser un medio para abrir nuevos caminos que, en el fondo, eran necesarios, lo mismo que consideran otros especialistas como Robert Frances. A su vez, podemos relacionar el manifiesto dadaísta con el inconsciente colectivo que fue estudiado por psicólogos como Jung.
Por tanto, ¿cuál ha sido la aportación del dadaísmo? Aunque no lo parezca, nos invitó a cuestionar muchos imperativos que considerábamos leyes, recordándonos que existe libertad de pensamiento y, al mismo tiempo, que el concepto de lo absurdo puede llegar a ocupar un lugar importante dentro de un museo.
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- Frances, R. (2005). Psicología del arte y la estética. Akal. Madrid.
- García Martínez, J. A. (1977). Movimientos artísticos del siglo XX: futurismo, dadaísmo y surrealismo. Centro Editor de América Latina.
- Gombrich, E. H. (2016). La historia del arte. Phaidon. Nueva York.