De los errores se aprende, de las dudas no
Si eres una persona indecisa, es probable que en varios momentos de tu vida hayas mirado con una buena dosis de admiración a quienes son más resueltos y determinados; a quienes se lanzan aún teniendo cabos sueltos, aún sin poseer todas las habilidades, experiencias y certezas necesarias.
Su actitud puede parecerte temeraria o arriesgada, pero en realidad son estas personas las que suelen lograr los mayores avances. Y es que, aunque fallen, de los errores se aprende, pero de las dudas no.
La disyuntiva entre arriesgarse o permanecer en lo conocido puede surgir en múltiples situaciones: a la hora de aceptar un nuevo trabajo, de iniciar una relación de pareja o de ampliar el círculo social. Puede asaltarnos cuando nos planteamos hacer una mudanza o cambiar de empleo.
Si eres de aquellos que optan por permanecer en la duda, queremos mostrarte las oportunidades que puedes estar dejando pasar.
¿Por qué permanecemos en las dudas?
Analizar y reflexionar antes de tomar una decisión siempre es positivo. Sin embargo, algunas personas tienden a quedarse estancadas en este proceso sin nunca atreverse a dar el paso, incluso cuando el riesgo es moderado.
¿Por qué se da este fenómeno? Existen diferentes factores que influyen y que hemos de tener en cuenta.
Sobreprotección
Las personas que durante su crecimiento fueron sobreprotegidas pueden encontrar mayores dificultades para tomar decisiones. Y es que no tuvieron la oportunidad de asumir, en un proceso gradual, la responsabilidad sobre sus actos.
Así, pueden no sentirse capaces o preparadas para establecer el rumbo de su vida y optan por seguir las opiniones de sus allegados o por permanecer en el lugar en el que se encuentran, aunque les desagrade.
Perfeccionismo
Si vas a emprender un nuevo proyecto, es importante que recuerdes la siguiente frase: “mejor hecho que perfecto”. Y es que hay quienes se ven detenidos y limitados por su propia autoexigencia. Si necesitas que cada paso que des sea un éxito, que te lleve siempre a unos resultados óptimos, es probable que no te animes a darles, ya que nadie puede garantizarnos la perfección.
En su lugar, adopta una mentalidad de crecimiento en la que seas consciente de que cada experiencia te aporta un aprendizaje. Así, aunque no llegues del punto A al punto B en un solo salto, sabrás valorar el avance que has realizado. Al aliviar la presión, te sentirás más capaz de afrontar nuevos desafíos.
Miedo al fracaso
Si tiendes a permanecer en la duda, si no logras arriesgarte por tus metas, quizás sea por el miedo al fracaso. En ocasiones este constituye un mecanismo de defensa: “si no lo intento, no fallo” y esta retirada es más sencilla de asumir que una posible derrota.
Analiza cómo defines el error o el fallo y qué sucede en tu diálogo interno cuando te das cuenta de que has cometido uno, ¿lo consideras intolerable y vergonzoso? Por el contrario, ¿asumes que forma parte del camino hacia el éxito?
Falta de confianza
Todos cometemos errores, pero solo quienes cuentan con una buena autoestima son capaces de sacarles partido. Cuando una persona no confía en sí misma, en sus capacidades y en sus oportunidades, es complicado que traspase los límites de la llamada zona de confort.
Y es que, finalmente, no se trata de que puedan aparecer obstáculos en el camino (que los habrá) sino de la seguridad personal de saber que seremos capaces de afrontarlos.
De los errores se aprende, de las dudas no
¿Te has sentido identificado con las anteriores características? ¿Sientes que deseas cambiar tu vida, en algún aspecto, pero no te animas a dar el paso? Entonces, debes saber que con frecuencia aventurarse es la opción más beneficiosa. Y esto se debe a los siguientes motivos:
- La duda es adictiva. Cuando comienzas a repetir el mismo proceso de análisis y reflexión paso por paso, una y otra vez, te verás envuelto en un círculo sin fin en el que nunca obtendrás conclusiones o soluciones nuevas. Decidir y actuar es el único modo de salir de él.
- Cada vez que dudas y decides echarte para atrás, renunciar a tus sueños y metas, debilitas tu confianza en ti mismo. No te permites intentarlo y así das por sentado que no eres capaz. De este modo, cada vez te resultará más difícil atreverte.
- Si te aventuras a tomar una decisión o a emprender un proyecto y fallas, aun así habrás obtenido valiosos aprendizajes que te servirán para continuar el camino. Ahora ya sabes por donde no ir, qué modificar y con qué continuar.
- Al superar tus temores y lanzarte, te das la oportunidad de descubrir que eres más capaz de lo que piensas y que el “fracaso” no es tan catastrófico e insalvable como pensabas. Cuando caes, te levantas y sigues adelante comienzas a fortalecer tu autoconcepto positivo. Los siguientes desafíos parecen mucho más asequibles.
Sal de las dudas, atrévete a crecer
En definitiva, dar el salto a esa propuesta que tanto te asusta no te garantiza que saldrá bien, pero sí que avanzarás y crecerás personalmente. Quizá llevas dos años dudando si comenzar un emprendimiento y en este tiempo solo te has debilitado; si lo intentas, en dos años estarás repleto de valiosas experiencias, aprendizajes y conocimientos.
La vida es movimiento, si las dudas te estancan y te limitan, trabaja para sobreponerte a ellas.
Aléjate de aquellas personas, lugares y situaciones que ya no sientes correctas para ti y avanza hacia las que sí, a pesar del miedo, a pesar de la incertidumbre. Al fin y al cabo, lo peor que puede pasarte es que crecerás a nivel personal.
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- Dweck, C. (2015). Carol Dweck revisits the growth mindset. Education Week, 35(5), 20-24.
- López, P. (2003). Los límites y la sobreprotección. Aula Libre, 4-7.
- Jeffers, S. J. (2002). Aunque tenga miedo, hágalo igual: técnicas dinámicas para convertir el miedo, la indecisión y la ira en poder, acción y amor. Ediciones Robinbook.