Deja de vivir a contrarreloj
“No tengo tiempo para nada”, “La vida se me escapa de la manos”, “Debo hacer lo máximo en el menos tiempo posible”, “Ojalá el día tuviese más de 24 horas”… ¿Te suenan estas frases? Seguro que sí, porque estamos tan pendientes de las horas que pasan, del tiempo que se consume, de atrapar algo abstracto que dejamos de disfrutar para vivir a contrarreloj.
Vivir a contrarreloj hace que nos abonemos a un estado de ansiedad constante. No hay instantes que perder, por eso los abarrotamos de actividades que muchas veces no nos harán disfrutar, pero que llenan esos momentos que tanto miedo nos da que pasen sin ser productivos. Al final, estamos perdiendo tiempo, consumiéndolo sin realmente sentirlo y vivirlo.
“El tiempo es la cosa más valiosa que el hombre puede gastar”.
-Teofrasto-
El precio del mañana
¿Te suena la película “In time” (“El precio del mañana”)? En ella las personas no ganaban dinero, sino tiempo con el que podían comprarlo todo. Cada hora tenían que saber gestionarla para que les diese para pagar la compra, el transporte y, también, para poder vivir: hasta que no trabajasen al día siguiente no podrían cobrar de nuevo su más preciado tiempo.
Esta película es un claro ejemplo de cómo es vivir a contrarreloj y una gran metáfora de cómo el tiempo pasa ante nuestros ojos mientras vivimos solo para trabajar, comer y dormir. No tenemos minutos que perder, cada segundo que pasa nos acerca a la muerte. Sin embargo, cuando esta llega podemos tener la sensación de que nada de lo que hemos hecho previamente ha valido la pena.
Por suerte, nuestra vida no depende del tiempo, de manera que un buena gestión pasa por dedicar parte de este recurso tan preciado a aquello que nos apetece, sin agobiarnos por si somos más o menos productivos. Si no hacemos esto, empezaremos a vivir en piloto automático. Dejaremos de disfrutar de los sabores de las comidas o de darle una oportunidad a la realidad para sorprendernos. Abandonamos a ese niño que un día fuimos para convertimos en personas que consumen tiempo sin gozar de él.
“¿Si tuvieras tanto tiempo como yo en ese reloj qué harías con él?
Dejaría de mirarlo”.
-“In time”-
Estar pendientes del reloj provoca que el paso del tiempo se nos atragante, ya sea porque queremos que pase más rápido o porque queremos que pase más lento. ¡Es como una profecía! ¿Verdad que cuando éramos pequeños las horas pasaban sin ansiedad? Esto ocurría porque vivíamos pendientes del presente, de experimentar cada sensación y no estábamos tan preocupados por el pasado y el futuro.
Vivir a contrarreloj
Aunque muchas veces quede oculto detrás de las responsabilidades y los plazos que se terminan, la mayoría de nosotros contamos con la libertad de dedicarle parte de nuestro tiempo a aquellas actividades con las que realmente disfrutamos. Sí, a pesar de que nos neguemos a admitirlo, en realidad lo que nos ponemos son excusas. En realidad no necesitamos que el día tenga más horas, tan solo en necesario establecer prioridades.
La mayoría de los padres que no pasan tiempo de calidad con sus hijos no es porque no puedan, sino porque no está entre sus prioridades. Que alguien no pueda quedar con sus amigos porque tiene demasiado trabajo puede ser cierto a veces, pero rara vez lo es siempre. Pensemos en aquello para lo que sí tenemos tiempo, todo el tiempo del mundo y que supone una renuncia que no aceptaríamos si la pensáramos fuera de la inercia que nos lleva a encadenar una actividad detrás de otra. ¿Acaso estamos escapando de algo? ¿Hay algo que queramos evitar?
Quizás sí, el terrible paso de los años, la responsabilidad que tenemos con nuestra familia o el egoísmo de dedicarnos unos cuantos cuidados y mimos a nosotros mismos. Vivir a contrarreloj, en su esencia, es una verdadera pérdida de tiempo. Pues este está para disfrutarlo y no para hacer trueques en los que siempre vendamos.
“No existe falta de tiempo, existe falta de interés. Porque cuando la gente realmente quiere la madrugada se vuelve día, martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad”.
-Anónimo-.
La vida se suma en experiencias y si vivimos a contrarreloj al final terminaremos completando una lista infinita de actividades que nos gustaría hacer, en algún momento, de algún lugar, que no es ahora, que no es aquí. Es una pena, porque si así lo deseásemos tendríamos todo el tiempo del mundo para dedicárselo a las personas que decimos amar, a aquellas cosas que afirmamos disfrutar y a todas aquellas situaciones que nos gustaría experimentar.
No posterguemos nuestros deseos. La vida está aquí y ahora. No a más excusas que nos mantienen en nuestra zona de confort aburrida, monótona y cada vez más repleta de cosas por hacer que consumen nuestras valiosas horas. Es el momento de vivir de forma plena y de sentir y apreciar todo aquello que tenemos. Como dice Ira Rodrigues, “degustemos cada segundo como si fuese el mejor banquete que la vida nos ofrece”.
Imágenes cortesía de Alexander Borusk, Michael Cheval